lunes, 18 de noviembre de 2024

RESEÑA PUBLICADA EN HOY 16/11/2024

 

 FLORIÁN RECIO POR LA SENDA DE HERMAN MELVILLE                           

 

                                                                        Tomás Martín Tamayo

 

 

                                                                                     Lo que salvaría del fuego

                                                                                     Florián Recio

                                                                                     Ed. Amazon

                                                                                     398 páginas

 

“Lo que salvaría del fuego” (Novela), es la cuarta publicación de Florián Recio en lo que va de año, tras las obras de teatro “El enemigo del pueblo”, “La aparición” y el logrado ensayo “Apocalipsis imbécil”, que confirman la versatilidad del almendralejense que, en otras entregas anteriores, demostró solvencia narrativa y originalidad en la narración corta.

 En el Siglo de las Luces, Abelardo Contreras, un joven médico, hijo de un médico rural, consigue un puesto como adjunto de la cátedra de Medicina de la Universidad de Salamanca. Decidido a renunciar a un futuro que ve reflejado en el presente de su padre, afronta el riesgo de lo desconocido y deja atrás la comodidad asegurada, ignorando que le esperaban andanzas que jamás había imaginado y que nada tenían que ver con sus estudios o su destino. La obra, trepidante de principio a fin, no da sosiego al lector y encadena aventuras y desventuras, con guiños cinematográficos que haría las delicias de Johnny Depp y siguiendo -naufragio incluido-, la senda narrativa de Herman Melville, al que recuerda en las páginas que dedica a la mar enfurecida.

 El protagonista abandona su núcleo familiar, camino de Salamanca, pero los tumultos contra Esquilache cambian su destino, porque, impropio de alguien que no sea un aventurero, acepta la encomienda de entregar en Sevilla un paquete cuyo contenido ignora. Un cambio brusco en el inicio sosegado que apuntaba la narración, porque el joven galeno pretende pasar del aburrimiento de la aldea que lo encorsetaba, al afán profesional de lo que podía esperarle en Salamanca, pero, sin mucha resistencia, lo cambia todo para hacer de recadero de un noble que le propone un cometido aparentemente sencillo. En su deambular, lleno de sobresaltos y dificultades, va incorporando personajes que comparten sus desdichas, con descripciones de rápidas pinceladas, aunque se detiene en Melchora, una negra, atropellada por la vida, que sube en el relato hasta el pedestal de una verdadera heroína.  

 Desde una visión muy personal, entra en escena a  personajes claves en la Revolución Francesa, como Voltaire y Rousseau, a los que hace competir. En “Lo que salvaría del fuego”, Florián Recio usa todos los ingredientes de la novela de aventura, el amor, el odio, la intriga, la vileza, el honor la amistad… para sumergirnos en un mundo lleno de incertidumbres, misterios y peligros, que los protagonistas sortean con desigual fortuna. Como novela de aventuras solo necesita un productor que arriesgue por una buena historia.

 Siguiendo las estaciones preceptivas en todo libro de aventuras que se precie, al final los buenos ganan y los malos se olvidan. En una escena muy lograda, en la que se ven más fotogramas que texto, Abelardo, a punto de ser colgado, es salvado por el estruendo de una carroza que entra atropelladamente en la plaza del cadalso y de la que bajó Voltaire, para poner fin a la ejecución. Al final, busca el sosiego y aburrimiento aldeano del que huía y decide sustituir a su padre como médico. La negra Melchora, cansada de esperar  amores que no le corresponden, se embarca hacia la América de sus sueños y Voltaire y Rousseau, caballeros al fin, se despiden, fraternalmente, subidos al estribo del adiós definitivo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 16 de noviembre de 2024

PUBLICADO EN HOY 16/11/2024


La calma del encinar

PEQUEÑECES

 

                         Tomás Martín Tamayo

 

Aún no había amanecido, casi en la puerta de mi bloque, dos trabajadoras del servicio de limpieza retiraban los restos de un perro atropellado en la autopista. Sobre el asfalto, un reguero de sangre señalaba el lugar del impacto. La cogida, posiblemente múltiple, le dejó un hálito de vida para arrastrarse, hasta quedar incrustado entre dos contenedores de basura. Las limpiadoras se afanaban en extraerlo con los escobones, las ayudé a separar uno de los contenedores y el amasijo de carne, huesos y piel ensangrentada, cayó al suelo, flácido, como los relojes blandos de Dalí. En los ojos del animal, dolor y niebla de la muerte. La sangre había fundido la piel blanca con las manchas canela.

 

Lo reconocí, sentí pena y algo de remordimientos por aquel pobre perro que se nos hizo vecino por voluntad propia. En realidad, lo era de todo el barrio, porque la última vez que lo vi estaba en las inmediaciones de la estación de autobuses. Me acerqué a él y, sumiso, bajó la cabeza. Creo que tenía fiebre, las orejas muy calientes y, agradecido, cerraba los ojos al percibir mi contacto. Intentó levantarse, pero la pata que arrastraba se lo impidió. Días antes, como una premonición, había escrito:

 

Blanco y canela,

como una esperanza manchada,

alumbraba apagado

el brillo de su mirada.

 

Estaba muy sucio, olía mal y desde allí mismo, volví a llamar al servicio de recogida del Ayuntamiento. En dos ocasiones fueron, pero no lo encontraron: “La próxima vez átelo a un banco para que no pueda huir”. No lo hice porque sabía, posiblemente como el perro, que su suerte tenía pocas salidas, pese a que él se esforzaba, respondía a los estímulos y pidiendo auxilio, seguía al que lo acariciaba.

 

Me siguió por la calle,

me dejó en el portal,

me esperaba sentado

 en la puerta del bar.

 

Era viejo, de raza indefinida, cojo, con la pata trasera izquierda colgada como un péndulo. Si te acercabas movía la cola y temblaba. Sé que otros vecinos también habían llamado para que lo recogieran y que alguien, en un seto cercano, le dejaba algo de comida y agua, que compartía amigablemente con unos gatos…  Su sufrimiento delataba al desalmado que lo abandonó con la pata quebrada… Esta mañana, depositado en la acera, parecía más pequeño. Destrozado, un amasijo de carme amontonada, mal envuelta en una piel ensangrentada, canela y blanca.

 

Desde que disfrutamos de Perica y Juanita, nuestros dos chihuahuas, tenemos asumida la existencia de los ángeles. Aquellas pequeñeces nos enseñaron lo que es la fidelidad perruna, la prudencia sin límites, la comprensión extrema y el saberse retirar para darnos una razón que no siempre teníamos. Si nos percibían enfadados, no importaba el motivo, ellas se sentían culpables. Al final, cuando la vida se les escapaba, tenían en sus ojos el mismo brillo apagado.

 

 Sentí que temblaba,

que sus ojos brillaban.

Su pata colgaba

cuando se quiso levantar.

 

 Perica y Juanita nos dejaron un dolor que, muchos años después, sigue ahí, anclado como un barquichuelo entre dos rocas. Desde entonces, dijimos “nunca más”, rechazando el ofrecimiento de amigos que querían aliviarnos porque “un ángel nuevo os ayudará”. Nunca más.

 

 La tarde anterior, sentado en la acera, al verme llegar intentó levantarse, pero la pata le falló:

 

Cayó, gimiendo bajito,

 como pidiendo perdón,

Lo miré y me miró,

me siguió desde lejos.

 

¿Pude hacer algo más por el pobre perro? Necesitaba un calor que yo no podía darle.

 

 

 

 


sábado, 9 de noviembre de 2024

 

 

La calma del encinar

OPCIÓN DE RIESGO

 

              Tomás Martín Tamayo

 

No estoy entre los que aseguran no arrepentirse de nada de lo que han hecho en su vida. Si existiera la moviola, yo evitaría lugares donde he estado, no haría cosas que he hecho, no diría mucho de lo que he dicho y evitaría a gente que he conocido, porque no reconocer el error es confundirse dos veces. En una ocasión recorrí 800 km. para presentar un libro de alguien a quien no conocía… ¡Un compromiso idiota, porque el tal escribe mucho en HOY! Previamente, había leído el libro, subrayado, analizado, sacado notas… Al concluir el acto estaba convencido de que había sido un error, porque el autor es un tipo vanidoso, pedante y sobre todo, desagradecido. ¿No es para estar arrepentido?  En algún tramo de mi vida defendí trincheras que no eran mías y postulados que no me pertenecían, pero eso me enseñó porque, en la base de mis errores está la cimentación de mis aciertos.

 Ser independiente es una opción personal, aunque creo que los mayores defensores de la independencia somos los que no siempre hemos gozado de ella. No voy a caer en el lamento del monje que abandona el convento y oye a sus espaldas el portazo, porque quedar a la intemperie, apartándote de todo gremio, asociación, club, redil, confesión… es algo que te endurece la piel del alma. Situarte en una isla te deja aislado y desasistido del calor de la manada y, si careces de “vecinos”, no tienes a quien pedir perejil, porque la soledad es dura y paga peaje. No hay perdón para el que se atreve a salir del aprisco, pensar sin ataduras o abandonar la secta.

 Opinar con libertad conlleva el riesgo de no contentar a la tropa y nadie va a defender una causa que casi siempre resulta incómoda para todos. Si optas por la libertad, renuncias a los beneficios del gremio y eso, aparentemente, te hace vulnerable. Y se pasa frío. Es exponerte a recibir la metralla de los bandos enfrentados y no puedes esperar una manta en caso de nevada. De nadie, porque nadie es solidario con el que se aparta.

 “¿Existe la independencia?” -me preguntaron en un instituto de Badajoz. Existe como ideal, pero siempre es relativa y tiene límites. Tener un criterio propio, huyendo de la contaminación y del dirigismo vertical, no significa que uno se levante al margen de sus raíces o que podamos renunciar a convicciones que llegaron con la leche materna. Una amiga dice que “la primera papilla nunca se digiere” y puede que tenga razón, que ese primer calostro se enquista en nuestro estómago de por vida.

 Los que carecen de independencia para ser libres o de libertad para ser independientes, son los más radicales, porque se creen señalados por los que no están en el redil. Es su cruz. ¿Qué posibilidades tiene de manifestarse en libertad alguien que vive cómodamente por su pertenencia a un clan? Su pensamiento puede ser libre, pero no puede ejercerlo porque vive de la mansedumbre, a cambio de la pitanza. ¿Pitanza o libertad?

 Me impresionó un recluso que el día que lo ponían en libertad, después de quince años, me dijo: “Tengo miedo a la calle porque no la conozco, voy a buscar un piso tutelado, donde viven otros ex reclusos”. Sin la manada se sentía perdido y buscaba cobijo para, de alguna forma, seguir preso y rodeado de presos. La soledad, la libertad, la independencia son opciones de riesgo, pero bendito riesgo si te permite respirar hondo y llenar los pulmones.

 

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sábado, 2 de noviembre de 2024

Publicado en HOY, 02/11/2024

 

La calma del encinar

PRÁCTICAS NAZIS

 

                Tomás Martín Tamayo

 

La noticia me pareció aberrante, pero no la cuestioné porque la publicaba HOY y la firmaba Rocío Romero: “Militantes socialistas piden al partido el cese de Ricardo Cabezas por su opinión sobre el acoso sexual”. ¿Y qué opinión manifestó Ricardo Cabezas al respecto? Me atrevo a resumirla: Que una denuncia anónima, llena de vaguedades e imprecisiones, no puede poner en un brete a los socialistas pacenses”. Si no hay nada detrás, me parece sensata y oportuna la defensa de sus compañeros, porque, si la anónima quiere denunciar, que denuncie, pero saliendo del anonimato y con todas sus consecuencias.

 Unas de las prácticas nazis más terroríficas, era la de dar credibilidad, sin comprobación alguna, a denuncias anónimas para arruinar a un vecino, a una familia o a un colectivo. Eso permitió la vendetta de muchos desalmados, que usaron semejante monstruosidad para ajustar cuentas, medrar, desprenderse de adversarios o para aprovechar la confusión del momento. ¿Razones para pedir la cabeza de Cabezas? Resulta que una mujer anónima le cuenta a otra que, en una celebración del PSOE, cinco años atrás, un socialista “abusó” de ella, porque tuvieron relaciones sexuales sin usar preservativo”. Sin entrar en detalles que añaden poco a lo denunciado y sin cuestionar lo que se dice, con el revuelo que se ha montado por la cara oculta de Íñigo Errejón, creo que es legítimo que el secretario general de los socialistas pacenses reclame claridad en la denuncia, en nombre propio y en el de todos los socialistas presentes en aquel acto, porque, sin concreciones, es verdad que todos están bajo sospecha. ¿Para qué sirve señalar sin fijar y sin dar la cara?

 ¿Y por eso piden su cese? Sí, por eso piden su cese, pero me gustaría conocer lo que realmente subyace en semejante solicitud, porque me temo, ojalá esté confundido, que aquí se está aprovechando que el Guadiana pasa por Badajoz para desprenderse de un adversario político dentro de la propia familia. Creo que las denuncias deben fundamentarse y que el denunciante tiene que asumir la responsabilidad de lo que denuncia, porque lo contrario es caer en la práctica nazi de permitir el ajuste de cuentas, individual o colectivo. No descalifico lo que está haciendo la señora Fallarás con su página abierta a los posibles atropellos, pero parece exigible que, al mismo tiempo que se señala, se diga quien o quienes sostienen el señalamiento. El feminismo es algo muy serio como para dejarlo al albur de rencillas familiares y no me parece que pedir concreciones ante denuncias graves, sea “señalar a la víctima y liberar al agresor”.

 
Algunos/as creen que lo que se aprueba en el Congreso de los Diputados es la palabra de Dios y que lo que de allí sale, además de legal, es moral, sensato, cívico y progresista. ¡Como la Ley del “Solo sí es sí! ¿Son legales todas las regalías que Pedro Sánchez ha hecho a los independentistas para poder seguir aferrado al Falcon? Legales puede que sí, pero inmorales y repugnantes también. Me parece de dudosa legalidad tomar en consideración denuncias fijadas desde el anonimato, pero aún es peor hacerlo sin un señalamiento concreto, dejando en la cuerda floja a todo un colectivo. Y esa es la cuestión.  Es rizar el rizo que sea anónima la denunciante y anónimo el presunto denunciado. ¿Para qué sirve todo esto, además de resucitar una práctica poco recomendable? Ustedes mismas.

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sábado, 26 de octubre de 2024

Publicado en HOY 26/10/2024


 

La calma del encinar

LA CLOACA DEL IMPERIO ( y 2)

                                    Tomás Martín Tamayo

El Imperio romano, cansado del conflicto permanente en la pequeña provincia de Judea, “la cloaca del imperio” por su dificultad, expulsó a los judíos y cambió el nombre de Judea por Palestina, en un intento inútil de borrar la memoria judía de la región. En aquella lucha del todo contra la nada, fracasaron y “como la gota de agua que hiere la piedra, el todo se fue y la nada quedó (Theodor Herzl)”. Hitler también fracasó y “de los seis millones de judíos asesinados, crecieron seis millones de árboles”.

Durante una tertulia radiofónica, una ex consejera de la Junta de Extremadura, bien pertrechada de ignorancia, afirmaba que “Israel debería ceder la mitad de tu territorio a Palestina, para pacificar la zona”. Quedó muy sorprendida cuando le dije que la extensión de Israel es prácticamente la misma que la provincia de Badajoz. Después, fuera de los micrófonos, reconoció su error porque “creía que Israel era mucho más grande que España”. Es un error muy genérico porque no se entiende que un país tan pequeño tenga tanta pujanza internacional, genere tantas noticias, cuente con un arsenal bélico de última tecnología y sea capaz de enfrentarse a una coalición de países que multiplican por cien su territorio. Creo que hay mucha desinformación sobre lo que ocurre en esa zona en permanente ebullición y el despiste de la ex consejera es muy compartido. Aún a riesgo de que se me alinee, voy a ofrecer algunos datos que dejan muy claro el objetivo que persigue Israel en este conflicto: Defenderse.

De los 260 terroristas de Hamás que entraron en Israel, hay constancia de que 228 han sido aniquilados y la semana pasada cayó también Yahia Sinwar, el ideólogo de la operación. Antes, habían “neutralizado” a otros seis líderes políticos/religiosos, a sus sucesores y a los sucesores de sus sucesores. Destruidos ciento cincuenta túneles y más de cien arsenales camuflados en centros deportivos, hospitales y escuelas, lo que evidencia que los objetivos de Israel son muy selectivos, aunque, para llegar a ellos, hayan tenido que causar muchas víctimas civiles, que les servían de escudo. Me duelen y no lo justifico, pero las víctimas civiles se evitan evitando las guerras, aunque ese dilema moral lo dejo para que lo resuelvan los de las soflamas y panderetas antisemitas que identifican víctimas con banderas.

Esta guerra, que iniciaron los terroristas de Hamás hace un año, estaba perfectamente planificada para buscar la respuesta que Israel ha dado, porque sabían que era la única que podía dar. En la mañana del 7 de octubre de 2023, varios grupos armados de la Franja de Gaza, iniciaron un ataque sorpresa contra Israel. Lanzaron misiles y cruzaron la frontera, atacando varias localidades, en las que llevaron a cabo ejecuciones sumarias y secuestraron más de 200 civiles. 1.358 personas perdieron la vida, 3.500 resultaron heridas… ¿Alguien pensó que esa acción iba a resultar gratis para los terroristas? Todos sabían lo que después ha llegado.

Aunque duelan las cincuenta mil víctimas de una guerra perfectamente planificada por Hamás, Hezbolá y cómplices necesarios de la zona, los muertos no tienen solución y los esfuerzos de la “comunidad internacional” deberían proyectarse sobre la resolución de un conflicto en el que las víctimas crecen exponencialmente. Entresacándolo de las noticias, desde el pasado sábado se han incrementado en 375, solo en cinco días. ¿Por qué no se evitan las víctimas de la próxima semana?

Parece que alguien tiene en su cuaderno anotado el cómo y el cuándo.

 

 

 

sábado, 19 de octubre de 2024

Publicado en HOY 19/10/2024

 

La cloaca del imperio (I)

Los terroristas de Hamás conocían perfectamente la respuesta de Israel cuando, en octubre pasado, entraron en su territorio para matar indiscriminadamente, sin limitaciones ni escrúpulos, a miles de civiles. La masacre, perfectamente planificada, buscaba lo que ha venido después, porque tampoco ignoraban que Israel no puede permitirse ni una debilidad en medio del avispero que la rodea. Su alternativa es responder ciento por uno o desaparecer.


Recordemos la Guerra de los Seis Días, contra Egipto, Siria y Jordania, en la que Israel acabó con la coalición en menos de una semana. Moshé Dayán, el general del «parche en el ojo», afirmó después que «con menos contención por nuestra parte podríamos haber acabado la guerra cuatro días antes». Esta guerra contra Hamás y aliados de Hezbolá, en Líbano, Siria, Irán... lleva un año y no parece que el final esté cerca, porque los terroristas usan a la población civil y a los secuestrados como escudos humanos y la mal llamada «comunidad internacional» se rasga las vestiduras si los judios bombardean un asentamiento terrorista camuflado en un hospital o en una escuela. Todavía, después de un año de conflicto, no se ha ofrecido ni una sola alternativa para que Israel se defienda sin causar víctimas civiles.


A los terroristas de Hamás no les importa la población civil de Palestina, aunque, para los de la fobia judía, Israel debe poner la otra mejilla, claudicar, no defender sus posiciones y, una vez más, abandonar una tierra que han hecho fértil regándola con su sangre. A Israel se le exige el «tancredismo» y la rendición incondicional para no agravar la situación de la población civil, de los secuestrados –¡que son israelitas!– y de los propios terroristas. ¿La alternativa de Israel es cruzarse de brazos? Los «anti» deberían leer algo de historia.


El laberinto de Judea es histórico, porque fue invadida por asirios, babilonios, persas, macedonios..., pero ninguno logró asentarse de forma definitiva. Los romanos, cansados de soportar escaramuzas continuas, acabaron expulsando de Judea a los judíos, que es un pueblo que nunca, jamás, se ha sometido. En la Roma imperial, a Judea se la consideraba «la cloaca del Imperio» por su conflictividad y allí enviaban a prefectos (subgobernadores) a los que convenía mantener lejos o castigar de algún modo, como fue el caso de Poncio Pilato. Los nueve prefectos que gobernaron Judea llegaron ignorándola y salieron aborreciéndola, fracasados y perdidos en aquel laberinto sin salida. Los judíos se diezmaron en sesenta intentos de rebelión para recuperar su soberanía a lo largo de ciento treinta años y en lo que hoy se denomina Franja de Gaza, ya surgieron grupos terroristas, como los zelotes, protegidos por los sacerdotes, el pueblo y los tetrarcas de Samaria e Idumea que, en apariencia, eran fieles a Roma. A estas alturas, después de la diáspora y el exterminio sistemático que ha sufrido el pueblo judío ¿espera alguien que Israel se ponga de perfil?


Lamentablemente, como estaba previsto por los terroristas, han caído y caerán muchas víctimas civiles, porque Hamás aprovecha la ayuda y los «corredores humanitarios» para fortalecer sus posiciones. Nadie ofrece una alternativa para que Israel pueda responder a la agresión sin bombardear los lugares donde los terroristas se refugian, «rodeados de niños». ¿Duelen los cincuenta mil muertos? Duelen, claro, pero, para evitar muchos más, que alguien ofrezca una solución que no sea la de pedir a Israel que salga corriendo. Porque no tienen adónde ir y porque eso más que a solución suena a cachondeo.

sábado, 12 de octubre de 2024

 La calma del encinar

 RETORCIDOS

Tomás Martín Tamayo


El Gobierno ha cedido a los herederos de ETA el protagonismo en la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, algo que causa perplejidad en una España en la que la sorpresa llegará el día que no haya sorpresa. ¡Se necesita una mente extraña, desquiciada o diabólicamente retorcida, para lanzar un escupitajo tan espeso sobre las víctimas, el Estado de Derecho y los cuerpos y fuerzas de seguridad! ¿No había entre los socios de Pedro Sánchez alguno que causara menos indignación?

Así, los proetarras se condecoran ante su feligresía, porque este escenario justifica incluso la "socialización del dolor", con la que intentaban barnizar sus crímenes. Después de este bochorno, saben que llegará el de las excarcelaciones anticipadas para más de cuarenta terroristas, que ya anunció Otegi hace meses. Txapote, Anboto, Fiti, Kantauri... verán mermada sus condenas por un pacto que produce arcadas. Si los socios que sostienen al Gobierno lo son por la oportunidad única de conseguir sus objetivos, con esta vuelta de tuerca es el propio Gobierno el que se pone frente a un espejo que refleja la deformada figura de un ser  vencido, amorfo, descabezado y entregado a cambio de seguir hasta no se sabe dónde, cuándo ni para qué. Cada voto tiene un precio y los proetarras saben que Pedro Sánchez, que carece de líneas rojas, ha abierto la despensa, para que sus socios entren a saco en ella. Para el gran indolente, el precio no importa.

El rechazo hacia los cuerpos policiales va implícito en el ideario de todos los delincuentes y entre ellos, de forma preferente, en las organizaciones terroristas como ETA, una banda asesina, con un corpus doctrinario que dio cabida a cualquier acción delincuencial, desde el secuestro a la extorsión, pasando por el expeditivo recurso del tiro en la nuca y el asesinato de niños. El sueño húmedo de la zorra es lucir el uniforme de guardiana del gallinero y poder organizar su pitanza con un revisionismo vengativo, que incluye la humillación de las víctimas y cuerpos policiales que, con alto riesgo para sus vidas, propiciaron su caza. ¿Qué hace ese ministro Marlaska, aferrado a su inutilidad, rechazado incluso por  los socios que sostienen al Gobierno y despreciado en su propio ministerio?

Si la venganza es manjar que se sirve en plato frío, hemos de reconocer el éxito de los proetarras, pero la sonrisa de Otegi no ocultará la sangre que derramó ETA ni contando con un Gobierno ducho en el arte de mirar para otro lado. ¡Qué retorcidos! Ellos y los que le dan cobertura.

Ese aliento del PSOE a EH Bildu va más allá de un pacto legislativo, porque denota mucha idiocia o  desarme moral. Que una condenada por terrorismo actúe como portavoz de semejante acuerdo, supone para la banda un aldabonazo en sus delirios sangrientos, pero con la complacencia del Gobierno/PSOE. JL Cebrián, que los conoce bien, dice que "Pedro Sánchez ha hecho del PSOE una secta, que lleva camino de convertirse en una mafia".

Empiezo a creer que sí, que acabarán la legislatura, porque  los zombis catalépticos carecen de visión frontal para detectar su propia decadencia. Dando tumbos, estan dispuestos para llegar hasta el final. Y no hay esperanza, Pedro Sánchez no conoce limitaciones éticas y, como inventor de la "máquina del fango", nos arrastrará a todos hacia ella. Él hace "políticamente real lo que es  moralmente imposible". Los que brindaban alborozados tras la muerte de guardias civiles o policías, hoy son los encargados de poner límites a policías y guardias civiles. 

Y aún así, hoy estamos peor que ayer, pero mejor que mañana.



sábado, 5 de octubre de 2024

 

La calma del encinar

MÁS KIKIRIKIS QUE GALLOS

                                             Tomás Martín Tamayo

 Dicen que Ibarra es el referente político de Miguel Ángel Gallardo, actual secretario general de los socialistas extremeños y si “por sus obras los conoceréis”, parece una afirmación cierta, con lo que el pasado y el presente bailan en un baldosín. Una pena, porque algunos creíamos en el ex alcalde de Villanueva de la Serena. Los dos mucho bla, bla, bla cara a la galería y sometimiento perruno cuando tienen que materializar la disconformidad. Los dos venden rebeldía, pero ofrecen mansedumbre a la hora de la verdad.  Y los dos parecen salidos de la escuela de “El Tartufo”, de Molière: “Decir lo que conviene y hacer lo que me conviene”. Ibarra escenifica su desazón con las cesiones de Pedro Sánchez a los golpistas catalanes, pero ejerciendo de Don Tancredo.  Y a su discípulo se le hincha la vena del cuello, pero después baja la cabeza y se hace alfombra al paso triunfal del de los pantalones pitillo. Del hermanísimo que nos trajo, hablaremos otro día.

 ¿Qué es el cupo catalán? Llenar entre todos una hucha para dársela a los catalanes, pobrecitos ellos, tan indefensos y desasistidos. La singularidad es excluir a Cataluña de la solidaridad inter territorial para que ellos tengan más a costa de los que menos tienen. Y a esto, como bien dice la chiqui Montero, se le puede poner el nombre que uno quiera, pero manteniendo el principio de que los votos de ERC para investir a Illa, hacen de Cataluña un “país aparte”, en el que todos los demás somos meros comparsas. ¿Y Navarra, Castilla la Mancha y Asturias, en las que el PSOE gobierna? Para Pedro Sánchez son calderilla.

  ERC tiene siete diputados en el Congreso y, alternándose con los siete de Puigdemont, se hace dueña de la llave del Gobierno, que se ve obligado a seguir la senda que le marcan los separatistas. En Extremadura tenemos cuatro diputados socialistas que, con sus votos, podrían invalidar los chalaneos del Gobierno, pero eso sería como pedir que llueva café en el campo. ¿Tiene Miguel Ángel Gallardo autoridad para exigir a esos cuatro diputados que no voten contra Extremadura? La pregunta es retórica, porque la respuesta se conoce. Ninguno votará como diputado de Extremadura, sino como diputado del PSOE que, a su vez, está sometido a cualquier aberración que se le ocurra a Pedro Sánchez. No esperemos de ellos ni un parpadeo, ni una duda, ni un acto mínimo de dignidad o lealtad a la Extremadura que los votó. Con el escaño en propiedad y las prebendas en el bolsillo, Extremadura, si te vi no me acuerdo.

 Avalar la candidatura de Pedro Sánchez a la secretaría general del PSOE es bendecir sus aberraciones pasadas y presentes, darle un voto de confianza para que siga con sus estrambóticas políticas, pero, ¿qué tiempo le quedaría a MA Gallardo si no lo hace? Pedro Sánchez ha hecho del PSOE una franquicia y se quedaría sin escaleras y colgado de la brocha. El PSOE es un clínex con el que el místico enamorado se suena los mocos. En esto Gallardo tiene un referente cierto en Ibarra, maestro expertísimo en el arte de enseñar la muleta un ratito y vivir seis meses de la renta. Persona fiable que hace siempre lo que dice y al que sólo le mueven los intereses de Extremadura y no los 83.000 euros que cobran los vocales del Consejo de Estado.

Tenemos más kikirikis que gallos y así nos va.

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sábado, 28 de septiembre de 2024

PUBLICADO EN HOY, 28/09/2024

 

La calma del encinar

 IBARRA SUBE EL PAN

 

                   Tomás Martín Tamayo

 

Ibarra tiene un reloj en su ego que, cada seis meses, dispara una alarma estridente para recordarnos que sigue siendo la suma verdad, la que pone bóveda al universo. Él no habla, pontifica y grita como un mitrado tabernario que pone sus atributos encima del mostrador, para que veamos que son los más grandes. Y su verdad, aunque sea patraña, la defiende con furia porque en su soberbia no admite el error. Como artificiero de fuegos fatuos no tiene competencia, cada vez que habla sube el pan y monta un dilema ramplón, como el de criticar a premiados con la Medalla de Extremadura porque no tributan en la región. ¡Que gilipollez pararse a analizar las paridas de un predicador que se sigue creyendo la llave salvífica de Extremadura! Me recuerda el ridículo debate que levantó Mercedes Milá sobre lo oportuno, o no, de orinar en la ducha.

 Ibarra es el monje perezoso que dice a los demás: “Bajad al huerto para rastrillar, que luego tenemos que subir para almorzar”. Y pone tareas y deberes que él no cumplió ni cumple, porque la mayoría de las medallas, que regaló como panecillos, nunca tributaron en Extremadura. Nadie preguntó dónde lo hacía Monserrat Caballé ni el largo centenar de enmedallados elegidos por su dedo. El motivo del cónclave socialista era respaldar a Miguel Ángel Gallardo en el tema de la cota que el Gobierno quiere ceder a los catalanes. ¡Qué furia, qué energía para escenificar su desazón! No se entiende que, si tan dolido está con las cesiones del Gobierno a los golpistas/separatistas, él siga ordeñando el carné socialista, diecisiete años después de haber salido de la presidencia de la Junta. Diecisiete años sin bajarse del coche oficial que le pagamos los extremeños, para que vaya al hiper o al Consejo de Estado donde, por socialista, tiene sillón.

 El tronante mantiene la canonjía de tres personas a su disposición, que también le pagamos, por lo que mucho bramar, pero poniendo el cazo.  Siendo un jubilado -que se preparó una jubilación a medida- ¿no puede pagarse un coche y el personal que necesite para llevarle la cartera?

Y mientras sigue de árbitro aferrado a la teta, señala a los demás el camino a seguir, para que se opongan al negociete que el Gobierno tiene con Puigdemont y con ERC, que le está pasando la hucha. A estas alturas sería ingenuo pedirle un poco de coherencia, porque lo suyo es dar cuerda al reloj, para que nos despierte con la última pamplina tronadora que se le ocurre. Los años de Ibarra coincidieron con la mayor avalancha de extremeños que tuvieron que emigrar para buscar un futuro que en su tierra no encontraban. Y, además, ¿los cuatro diputados socialistas votarían contra las veleidades de Pedro Sánchez? Ni a empujones.

 Hace mal el llerenense, nuestro olímpico Álvaro Martín, al dar explicaciones a alguien que lo único que hace bien es expandir pestilencias y provocar. Álvaro, que corre mucho y corre bien, no debería entretenerse con el cricrí de los grillos. A don broncas es mejor dejarlo decir, que siga paseándose en el coche oficial y dictando sus memorias al personal que tiene a su disposición. Si no se le hace caso, hasta puede que algún día se aburra y suelte una teta de la que lleva muchos años colgado. Aunque tribute en Extremadura.

 

 

 

 

 

 

sábado, 21 de septiembre de 2024

 

La calma del encinar

NUESTROS ERNESTINOS

 

                Tomás Martín Tamayo

 

Diosdado Cabello, ministro de Interior de Venezuela, mostrando un arsenal de armas, ha anunciado que dos españoles vinculados al CNI, planeaban asesinar a Nicolás Maduro, lo que me ha hecho recordar la odisea de Ernestino Abreu, el verdadero héroe de la revolución cubana. No me extrañaría que en el guion venezolano estuviera el ahora silente Zapatero, para después intermediar por las dos víctimas, porque el “bobo solemne” no tiene remedio.

 José María Basoa y Andrés Martínez fueron arrestados cerca de Puerto Ayacucho, acusados de contactar con miembros de la oposición venezolana para organizar el asesinato de Maduro. Es la tercera vez que Diosdado Cabello cuenta el mismo chiste. Menuda empresa, incluso para dos bilbaínos, que se han convertido en los “ernestinos” de nuestros días.

 Ernestino Abreu y Fidel Castro eran amigos, tenían la misma edad y compartían las mismas inquietudes. Los dos coincidieron en la Universidad de la Habana y en ambos anidó la rebeldía por una situación política que había hecho de la isla “el mayor prostíbulo de Miami”. Ernestino fue de los primeros en sublevarse y con una escopeta de cañones recortados y un cuchillo matancero, plantó cara a la guardia de Fulgencio Batista. Meses después se incorporó a la revuelta Fidel Castro que, con su verborrea revolucionaria, dio visibilidad a todos los movimientos guerrilleros. El Ché era la idea, Ernestino el trabajo y Castro la voz.

 Ernestino fue uno de los históricos que, junto a Castro y el Ché, entraron victoriosos en La Habana tras la huida de Batista, pero la luna de miel de Ernestino con Castro fue tan corta como la de Castro y el Ché. Ernestino acabó sublevándose contra su compañero y fundó el Movimiento Revolucionario de Recuperación, perseguido por los hermanos Castro, que lo declararon como “el mayor enemigo de la revolución cubana”. La respuesta de Ernestino fue “Yo no me fui al monte para quitar un dictador y poner otro”.

 Muchos de los que entraron victoriosos en La Habana, cayeron en los dos primeros años por oponerse a un dictador al que habían ayudado a llegar. Ernestino tuvo que asilarse en la embajada de Brasil para escapar de las garras de quienes lo buscaban para fusilarlo, como hicieron con dos de sus lugartenientes. Consiguió huir y, desde Miami, organizó la resistencia contra los Castro, con el mismo ímpetu que había puesto contra Batista.

 No se oxidó ni con el tiempo. A los 74 años logró reclutar para la causa a Vicente González, de 64, a Miguel, hermano de Vicente, de 63 y a Rolando Corrales, de 51 y tras un exhaustivo entrenamiento militar, el 14 de mayo de 1998, en una lancha con el motor de una lavadora, lograron desembarcar en las costas de Cuba, con el propósito de acabar a tiro limpio con la dictadura de Fidel Castro. El cuarteto, estaba decidido a morir intentándolo, pero fallaron los apoyos interiores, fueron detenidos y condenados a 15 años de cárcel. Ernestino logró huir y hasta su muerte, mantuvo encendida la antorcha de la rebelión para liberar a Cuba del nuevo dictador.

 La odisea de Ernestino fue de verdad, pero la de los dos bilbaínos apesta a trola y parece una salida desesperada del dictador venezolano para acallar las protestas. Mentira pestilente. ¡Lástima, porque dos bilbaínos intentando derrocar a un dictador, hubiera dado para un precioso guion cinematográfico!

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sábado, 14 de septiembre de 2024

 

Sin agallas

En los días previos al comité federal del PSOE, los medios, sobre todo los televisivos, sacaban el careto de media docena de dirigentes territoriales que, según decían, eran los «piantes», los que iban a sacarle los colores y las calores al mentiroso compulsivo. El de los pantalones pitillo había convocado el cónclave con el desafio tabernario de «a ver quien tiene agallas para decirme a la cara lo que andan murmurando por ahí». Lambán y Page lo hicieron, con bastante sordina y los demás «ejem, ejem, pase de mi este cáliz, porque este tío no tiene freno y es capaz de cortarme los cataplines por encima del ombligo». La cosa fue tan chunga que llegaron temerosos a la cita y se fueron acojonados, sin saber para qué habían sido convocados y con cara de haberse tragado el palo de una fregona. Mopa incluida. Alguno salió por el garaje y otros esperaron el anochecer.

¿Se enteraron los ratoncillos de qué va eso de la singularidad, el cupo, el aguinaldo o la pedrea para Cataluña? Ya lo sabían porque el día antes lo había explicado la «chiqui» Montero: «Lo que dice el acuerdo es lo que dice el acuerdo y lo que no dice el acuerdo no lo dice el acuerdo». Más claro ni ella misma.


Conclusión inapelable: Pedro Sánchez es el PSOE, él solito, y fuera del espacio que ocupa su altanería política, todo en el partido es cagalera. En el PSOE no hay críticos porque solo está Pedro Sánchez, que lo ocupa todo, y unos miles de ratoncillos buscando queso y dispuestos a seguir al flautista hasta el abismo, con tal de permanecer cerca de la quesera. No hubo agallas, aunque parece que –¡qué tierno!– algún secretarillo general llevó cajas de dulces de su tierra, para doña Begoña, que en algún momento los había elogiado. ¿Dulces de agallas? Dulces de zurrapa. ¡Qué bien conoce Pedro Sánchez a su partido y cómo impone en él el silencio de los corderos!


Pronto sabremos del amor incondicional hacia Extremadura de Miguel Ángel Gallardo y de los cuatro diputados socialistas, aunque me temo que el primero acabará justificando lo que le pongan delante y los diputados votarán lo que les digan. Creo que guardarán sus agallas, pero dejo la puerta abierta.


Eso sí, de la cesión/rendición del Gobierno a los separatistas/golpistas catalanes no se dijo nada en el comité federal socialista, pero el fiero combate a «la internacional ultra», capitaneada por Feijóo y dirigida por Abascal, fue el recurso del predicador de musarañas, que sabe que cuenta con el aplauso de sus delegados territoriales antes incluso de abrir la boca. ¿El que se mueve se queda sin queso? Alfonso Guerra era un parvulito.


El comité federal, con «el aviso a navegantes», tenía tres puntos en el orden del día: recoger el aplauso y asentimiento de las colonias, el adelanto del insigne de presentarse a la reelección y señalar a la marinería la ruta a seguir, que se resume en dos palabras: amén y amén.


Al salir del comité federal algunos medios preguntaron por el acuerdo entre el Gobierno y ERC para dotar a Cataluña de una financiación singular y la respuesta fue unanime: «Lo que está en el acuerdo es lo que está en el acuerdo y lo que no está en el acuerdo, no está en el acuerdo». Los más modernos, listos y progresistas, con la lección aprendida, añadieron, sin vaselina, que el problema es la ultraderecha y no Cataluña. Y sin agallas.