sábado, 15 de junio de 2024

Publicado en HOY 15/06/2024

 


La calma del encinar

SENTENCIAS DE PUEBLO

 

                          Tomás Martín Tamayo

 

No hay diccionario capaz de ofrecer descripciones tan ajustadas como las que circulan por nuestros pueblos.  A la hora de señalar situaciones, conductas o personajes, los motes populares gozan de una economía verbal insuperable, porque suelen definir con un solo epíteto que, aunque no lo recoja el diccionario, todo el mundo entiende. ¿Se puede abreviar más para señalar a alguien que en su pueblo le llaman “Malafé”? ¿Se necesitan explicaciones complementarias para hacerse una idea sobre alguien a quien llaman “Témpano”? ¿Y “Cogorza”,”Biemplantao”, “Cachopena”? Son tan ajustados algunos nominativos que el diccionario quedaría muy menguado si tuviera tal capacidad de síntesis.

 Voy a omitir el nombre de muchos pueblos para evitar susceptibilidades, pero ayer mismo me presentaron a un señor de la Serena como “Buentiempo”. ¡Bingo! Alegre, optimista, campechano, dicharachero… Salió el tema de los motes populares y me contaron que, en un pueblo cercano, también de la Serena, a una familia la siguen conociendo como los “Chupasangre”, por la fortuna que el abuelo acaparó durante la Guerra Civil. A otra familia, esta vez de la zona de Llerena, todavía le cuelga el “Manolito Judas”, por los listados delatores que el padre había hecho. En la comarca de Almendralejo están los “Topamí, gente que, en los años de dificultad, prestaba a un altísimo interés y acababa quedándose con todo.

 En mi pueblo, Campillo de Llerena, había una familia de tez morena, conocida como “Los Negritos”. También teníamos a “Borrachouzo”. Muy cerca, en Valle de la Serena, están los de “Don Juan de Momento”. Me dicen que se trataba de un minero que, por su afán de superación, logró ser capataz de la mina y exigía a sus antiguos compañeros el “don”. Estos, que no estaban dispuestos a darle semejante tratamiento, fueron a consultar al ingeniero, que dejó la moneda en el aire: “Bueno, lo pensaré, pero llamadle don Juan, de momento. Y “Donjuandemomento", se quedó”.

 En Cáceres había un abogado que era un liante, capaz de llevar la defensa y la acusación a la vez: “El Arrebuja”. Era tan popular que él mismo se encargó unas tarjetas con el nombre de Luis Arrebuja. Abogado y procurador”.

 Los “Risanegra” son de la comarca de Castuera y parece que el origen está en el campo de concentración que allí había. A un herrero de Zafra le llamaban “Pichatiesa” y por razones parecidas, un alfarero de Salvatierra era conocido como “Badajo”, sin Z. En Villanueva de la Serena tuvieron, por razones obvias, al “Sargento Garrafa, a “Pelaespiga” y a “Capricho. “Chicharra” le decían en Villafranca de los Barros a uno que no dejaba de hablar. Los “Salsipuedes” proceden de Fuente de Cantos. Dicen que un padre, cansado de las “salidas” de su hija, la encerró, tapiándole la puerta: “Ahora, sal si puedes”. “Salsipuedes” se quedó.

 Los políticos tampoco se libran: “Mariano Chupito”, “La Chiqui”, “El Tableta”, “El Nenaza” “El chuletón de Ávila”, “El Coletas”, “La Llorona”, “Su Sanchidad” o “Doctor Cum Fraude”. ¿En Extremadura? “El Bellotari”, “Fray Papilla” “El Monaguillo Canario”. ¿Y yo? Nosotros somos “Los Calmitas”.

 Para mí el mejor viene de Montijo. Un médico que se llamaba Alfonso, pero al que todos conocían como “Don Prevenido”, porque al llegar dijo que él ya venía prevenido de que allí le ponían motes a todo el mundo. “¡Adiós, don Prevenido!”, -le dijo el primer paciente. Nadie más se acordó de don Alfonso.

No hay comentarios: