sábado, 18 de mayo de 2024

 

La calma del encinar

SITIO DE LOBOS

 

                        Tomás Martín Tamayo

 

Nadie pensó en los lobos y planificaron el viaje como si nada pudiera interponerse. El propósito era pasar la Navidad en el campo, en “La piedra del Santo”, la finca de un familiar de Zalamea. Mis padres andaban de médicos por Sevilla y entre tres posibilidades, quedarme en Campillo, irme al Valle o al campo con el tío Manolo, yo elegí campo.

Tenía que trasladarme en “La Viajera”, que llegaba a Campillo desde Llerena y, a la vuelta, pasaba por La Higuera y El Retamal. El autobús me dejaría cerca de Zalamea, en una explanada con un pozo conocido, donde me recogerían para, siguiendo un atroche entre matojos y encinas, llegar hasta el cortijo. Todo era bajar en el sitio acordado, a la hora más o menos prevista y subir a las mulas con Lucio, el capataz.

¿Qué podía fallar? “La Viajera”, tuvo que parar muchas veces porque del motor salía humo y llegamos al pozo con tres horas de retraso. Más de dos horas estuvo Lucio esperando, pero al anochecer se volvió, convencidos de que, como tantas veces, “La Viajera” habría suspendido el recorrido por sus constantes averías.

Cuando llegamos a la explanada del pozo lloviznaba y el conductor, que no quería dejarme allí solo, esperó casi una hora, tocando a intervalos la bocina, pero algunos pasajeros comenzaron a inquietarse y después de ofrecerme la posibilidad de llevarme hasta El Valle, arrancó y se alejó, porque yo insistí en que el cortijo estaba cerca y conocía el camino. Y allí quedé, en una noche sin luna y bajo una lluvia espesa como una cortina. Yo tenía trece años.

No se veía nada y sólo se oían mis pasos en el insistente chapoteo del agua. Yo creía que estaba cerca del cortijo, salí de la carretera y subí a una loma entre la maleza mojada, que me acuchillaba las piernas. Convencido de que el cortijo aparecería pronto, decidí aguantar y seguir.

Anduve mucho tiempo, posiblemente andando en círculos, porque dos veces llegué a la carretera. De madrugada, agotado, divisé una roca enorme y en ella me refugié, bajo un saliente que parecía esculpido para dar refugio a los perdidos.  Me senté en el suelo, viendo como las gotas hacían un círculo a mi alrededor y agotado, me dormí.

Me despertó un ruido extraño, como un jadeo o un aliento entrecortado. En la penumbra distinguí unas sombras que se movían rápidas, tapando el entrante donde me encontraba. Comencé a sudar, estaba agarrotado por el frío y el miedo. Me incorporé apoyando mi espalda en la roca y las sombras se alejaron, dejando colgadas dos ascuas intermitentes, que me recordaron a los gatos en la oscuridad. Comprobé que los fogonazos se aproximaban, pero si me movía y agitaba los brazos, se escondían entre los matojos que rodeaban el entrante de la roca. Poco a poco mis ojos fueron penetrando en la oscuridad y supe que lo que se movía, como yo, también tenía miedo. Yo no sabía lo que había fuera, pero aquello tampoco sabía lo que había dentro. Grité, tiré piedras, golpeé el suelo con un palo y los ojos encendidos se alejaron.

 Amaneció calmoso y con las primeras luces, recorrí el saliente. En un extremo, debajo de ramas y hojas secas, dos lobeznos me miraban extrañados. Ellos no parecían tener miedo. Salí de allí, mientras los matojos se movían a mi alrededor y horas después, la silueta del cortijo se elevó ante mí.

Todavía me pregunto si aquella noche transcurrió así o fue una pesadilla, pero aquellas brasas que se encendían en la oscuridad… 

*Si desea recibir mis artículos directamente envíe un correo electrónico a: tomasmartintamayo@gmail.com.  Todos los envíos se hacen por consentimiento expreso del solicitante.  Si los recibe y no quiere seguir recibiéndolos, indíquelo a ese mismo correo.

*A excepción del correo electrónico facilitado, no se dispone de ningún otro dato sobre los suscriptores. En la mayoría de los casos se ignora incluso la identidad del titular.

 *En los artículos remitidos no se incluye ninguna publicidad y su reenvío es absolutamente gratuito.

 *Todos mis artículos están abiertos en el Blog Cuentos del Día a Día y se publican en las ediciones, impresa y digital, de los periódicos HOY y El Norte de Castilla.

  En virtud de la Ley Orgánica 15/1999 de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, tanto este mensaje como todos los posibles documentos adjuntos, son confidenciales y están dirigidos exclusivamente a los destinatarios de los mismos. Por favor, si no es uno de ellos notifíquemelo y elimine el mensaje

 

 

 

 

 

No hay comentarios: