La calma del encinar
SITIO DE LOBOS
Tomás Martín Tamayo
Nadie pensó en los lobos y
planificaron el viaje como si nada pudiera interponerse. El propósito era pasar
la Navidad en el campo, en “La piedra del Santo”, la finca de un familiar de
Zalamea. Mis padres andaban de médicos por Sevilla y entre tres posibilidades,
quedarme en Campillo, irme al Valle o al campo con el tío Manolo, yo elegí
campo.
Tenía
que trasladarme en “La Viajera”, que llegaba a Campillo desde Llerena y, a la
vuelta, pasaba por La Higuera y El Retamal. El autobús me dejaría cerca de
Zalamea, en una explanada con un pozo conocido, donde me recogerían para,
siguiendo un atroche entre matojos y encinas, llegar hasta el cortijo. Todo era
bajar en el sitio acordado, a la hora más o menos prevista y subir a las mulas
con Lucio, el capataz.
¿Qué
podía fallar? “La Viajera”, tuvo que parar muchas veces porque del motor salía
humo y llegamos al pozo con tres horas de retraso. Más de dos horas estuvo
Lucio esperando, pero al anochecer se volvió, convencidos de que, como tantas
veces, “La Viajera” habría suspendido el recorrido por sus constantes averías.
Cuando
llegamos a la explanada del pozo lloviznaba y el conductor, que no quería
dejarme allí solo, esperó casi una hora, tocando a intervalos la bocina, pero
algunos pasajeros comenzaron a inquietarse y después de ofrecerme la
posibilidad de llevarme hasta El Valle, arrancó y se alejó, porque yo insistí
en que el cortijo estaba cerca y conocía el camino. Y allí quedé, en una noche
sin luna y bajo una lluvia espesa como una cortina. Yo tenía trece años.
No se
veía nada y sólo se oían mis pasos en el insistente chapoteo del agua. Yo creía
que estaba cerca del cortijo, salí de la carretera y subí a una loma entre la
maleza mojada, que me acuchillaba las piernas. Convencido de que el cortijo
aparecería pronto, decidí aguantar y seguir.
Anduve
mucho tiempo, posiblemente andando en círculos, porque dos veces llegué a la
carretera. De madrugada, agotado, divisé una roca enorme y en ella me refugié,
bajo un saliente que parecía esculpido para dar refugio a los perdidos.
Me senté en el suelo, viendo como las gotas hacían un círculo a mi
alrededor y agotado, me dormí.
Me
despertó un ruido extraño, como un jadeo o un aliento entrecortado. En la
penumbra distinguí unas sombras que se movían rápidas, tapando el entrante
donde me encontraba. Comencé a sudar, estaba agarrotado por el frío y el miedo.
Me incorporé apoyando mi espalda en la roca y las sombras se alejaron, dejando
colgadas dos ascuas intermitentes, que me recordaron a los gatos en la
oscuridad. Comprobé que los fogonazos se aproximaban, pero si me movía y
agitaba los brazos, se escondían entre los matojos que rodeaban el entrante de
la roca. Poco a poco mis ojos fueron penetrando en la oscuridad y supe que lo
que se movía, como yo, también tenía miedo. Yo no sabía lo que había fuera,
pero aquello tampoco sabía lo que había dentro. Grité, tiré piedras, golpeé el
suelo con un palo y los ojos encendidos se alejaron.
Amaneció
calmoso y con las primeras luces, recorrí el saliente. En un extremo, debajo de
ramas y hojas secas, dos lobeznos me miraban extrañados. Ellos no parecían
tener miedo. Salí de allí, mientras los matojos se movían a mi alrededor y
horas después, la silueta del cortijo se elevó ante mí.
Todavía
me pregunto si aquella noche transcurrió así o fue una pesadilla, pero aquellas
brasas que se encendían en la oscuridad…
*Si desea recibir mis artículos
directamente envíe un correo electrónico a:
tomasmartintamayo@gmail.com. Todos los envíos se hacen por consentimiento
expreso del solicitante. Si los recibe y no quiere seguir recibiéndolos,
indíquelo a ese mismo correo.
*A excepción del correo electrónico
facilitado, no se dispone de ningún otro dato sobre los suscriptores. En la
mayoría de los casos se ignora incluso la identidad del titular.
*En los artículos remitidos no se
incluye ninguna publicidad y su reenvío es absolutamente gratuito.
*Todos mis artículos están
abiertos en el Blog Cuentos del Día a Día y se publican en las ediciones,
impresa y digital, de los periódicos HOY y El Norte de Castilla.
En virtud de la Ley Orgánica 15/1999 de 13 de diciembre, de
Protección de Datos de Carácter Personal, tanto este mensaje como todos los
posibles documentos adjuntos, son confidenciales y están dirigidos
exclusivamente a los destinatarios de los mismos. Por favor, si no es uno de
ellos notifíquemelo y elimine el mensaje
No hay comentarios:
Publicar un comentario