La calma
del encinar
UCRANIA
PUEDE ESPERAR
Tomás
Martín Tamayo
La
respuesta que Europa y Estados Unidos están dando a Ucrania sobre la invasión
de Rusia es que espere, que ellos también tienen problemas y que unos miles de
muertos más tampoco son como para alterar el statu quo establecido. En Europa
tenemos elecciones europeas en junio y EE. UU anda en la diatriba de elegir
entre lo malo y lo peor, en noviembre, así es que, hasta que pasen las
tormentas electorales, a Ucrania le toca esperar. Mientras tanto se desangra
por falta de las ayudas prometidas, pero el que no espera y aprovecha el
momento es Putin, que está acrecentando su ofensiva bélica ante la pasividad de
la mal llamada “comunidad internacional”.
Ucrania puede esperar porque está resultando
demasiado molesta con su empecinamiento por defender su territorio y su
soberanía. Al principio, cuando era rentable, todos se disputaban la
presencia de Zelenski, pero ya es muy coñazo y costoso, porque el tiempo pasa y
Putin sigue a piñón fijo. ¿Qué hacemos con Ucrania? Ucrania puede esperar, a
ver si al ruso se le rompen los tanques y se queda sin misiles.
Lo que Putin está haciendo en
Ucrania es lo mismo que hizo en Bielorrusia, Chechenia, Crimea o Georgia. Donde
encontró resistencia entró a saco para destruirlo y donde le pusieron
alfombras, impuso un gobierno títere, a sus órdenes. En los países que se
rinden omite el paso inicial de la destrucción, pero amenazando siempre con
ella. ¿Qué respuesta se dio a sus afanes imperialistas para recuperar la
extinta URSS? Ninguna, porque era y es más cómodo ponerse de perfil y que cada
palo aguante su vela. El problema es que la procesión va por barrios y acabará recorriéndolos
todos. En Suecia lo han visto.
Se dice que Ucrania es
miembro de facto de la OTAN, pero los reparos para hacerla de “iure” se
mantienen porque el que la ha invadido no deja de enseñar los dientes con su
arsenal nuclear. ¡Pupa, que el loco es capaz de apretar el botón si le tocan
los cataplines! ¿Creen en EE. UU y Europa que porque el alacrán está en el
patio del vecino no les va a picar a ellos? Cuando los suecos han visto el
peligro de cerca, han aparcado su mal llamada “histórica imparcialidad”, que en
el fondo ha sido siempre histórica indiferencia hacia todo lo que caía fuera de
su ombligo, pero ahora, pies para que os quiero, han acudido presurosos para
protegerse bajo el manto de la Alianza Atlántica. Y con la misma celeridad se
han cubierto los trámites para admitirla, pero Ucrania puede esperar.
Bien parece que el Papa
Francisco ha ejercido de portavoz de EE. UU y Europa, al proponer a Ucrania que
negocie con el invasor, que enseñe la bandera blanca y, sin eufemismos, que se
rinda. Es el viejo pragmatismo de “si ves que tu violación es inevitable,
relájate y goza”. No me fija ni me concierne lo que diga el Papa, pero uno
espera que, de tan singular magistratura salga alguna iniciativa que no sea la
retórica política. El colmo es que, para explicar lo que dice, ha saltado al
ruedo sor Lucía Caram, doña “yo, yo”, que ahora va presumiendo de su influencia
en el Vaticano… Pero Ucrania puede esperar.
¿Resulta molesta tanta
resistencia ucraniana? Sí, porque los débiles deben someterse a los poderosos,
con una sonrisa y sin rechistar. Como se nos enseñó en “Los santos inocentes”.
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