La calma del encinar
EL PAPA, LOS DELITOS Y PECADOS
Tomás Martín Tamayo
Creo que mi nivel de osadía está en el término medio y en ningún caso alcanza la pretensión de enmendarle la plana al Papa Francisco, porque sé que él sabe, pero, como “ajuntador” de palabras que busca el significado de las mismas, me ha sorprendido su doble calificación de la homosexualidad, al considerar que “es un pecado, pero no es un delito”. Si pudiera se lo preguntaría a él y estoy seguro de que me sacaría del error conceptual que tengo, porque yo creo que es al revés, que la homosexualidad puede ser un delito, pero no un pecado. Y me explico.
Es el legislador el que establece lo que es delito y
muy cerca tenemos las modificaciones que se han hecho para despenalizar la
sedición o cambiar el criterio sobre la malversación, de tal forma que lo que
un sábado era delito el lunes dejó de serlo. Y tan legal era el criterio que se
seguía el sábado como la modificación que se estableció para el lunes. Las
leyes pueden ser aberrantes, pero si están legisladas no dejan de ser de
obligado cumplimiento y los que las vulneren corren el riesgo de ser
perseguidos, juzgados y condenados. La homosexualidad es un delito en los
países que así lo tienen establecido, pero solo mientras lo tengan establecido.
De Perogrullo. Aunque nos parezca un despropósito, si el legislativo de un país
soberano establece que es delito beber cerveza, lo absurdo de la medida no
despenaliza su consumo y legalmente, se puede perseguir al infractor. Las
leyes, los delitos y las consecuencias que de ellos se derivan, obedecen a
conceptos sometidos a la temporalidad. En España hoy no está admitida la pena
capital, pero antes sí y aunque nos parezca una aberración, la pena de muerte
era tan legal como lo fue su supresión. En EE. UU, Arabia, China, Marruecos,
Irán… ejecutar a un reo condenado a muerte es legal porque, se supone, fue
juzgado por un delito para el que se establecía esa pena. Según la RAE, “Delito
es culpa, quebrantamiento de la ley, acción o cosa reprobable”, pero las leyes
cambian y si no hay quebrantamiento no hay delito. En España la homosexualidad
no es un delito, en eso coincidimos con el Papa. Vamos con el pecado.
El concepto de pecado no obedece a la temporalidad,
porque no emana de un legislativo que lo acota. Se define el pecado como
“Acción que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido”.
Fuera del código penal ¿dónde se recoge lo que es recto y justo? Creo que el
pecado se legisla en la conciencia individual y que una tendencia natural, como
suele ser la homosexualidad, no se aparta de lo recto y justo. Un homosexual
tiene que responder ante la ley si ésta penaliza la homosexualidad, pero no me
parece que caiga en pecado por obedecer a una inclinación natural. San Agustín
definió el pecado como “palabra, acto o deseo contrarios a la ley eterna” y la
RAE aclara que “Es un acto contrario a la razón”, pero esas definiciones lo
dejan todo al servicio de la interpretación que quiera hacerse. ¿La
homosexualidad, que en algunos lugares está castigada con la pena de muerte,
debería ser despenalizada? Sí, es lo que creemos algunos, pero la realidad es
que está perseguida en medio mundo. Por resumir, creo que, etimológicamente, no
es pecado y que no debería ser delito, pero seguro que es más acertado el
criterio del Papa Francisco.
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