sábado, 3 de septiembre de 2022

 

La ventana indiscreta/La calma del encinar

¿ESTÁ OCURRIENDO?

 

                       Tomás Martín Tamayo

                                 (tomasmartintamayo@gmail.com)

 

 


 

Nos ha llegado de forma tan abrupta y acelerada que apenas hemos tenido tiempo para asimilarlo. ¿Un cambio universal de ciclo? Parece que no somos conscientes de que estamos viviendo una involución social que, hasta ahora, sólo la veíamos en las películas apocalípticas. En apenas tres años se ha desmoronado el castillo de naipes levantado durante generaciones y en un futuro próximo nos estudiarán como despropósitos y antiguallas, propias de un tiempo de despilfarros y memeces, porque hemos sido pedantes, engreídos y suficientes por encima de nuestras posibilidades. Sin la evolución sosegada que lo haría digerible, sin el asidero de experiencias cercanas, parece que todos los astros, ahora sí, se han alineado para que no nos sintamos tan lejos de “El Planeta de los simios”. La estatua de la Libertad, semienterrada en la arena, ya no parece tan de ficción.

 

Al final, como esos muñecos que recuperan la verticalidad, todo es tan anormal que se normalizará… ¡para mis nietos!, pero se ha quebrado la “sucesión sucesiva de sucesos” y nos vemos abocados a asimilar hechos extraordinarios que nunca confluyeron, como el de un mundo confinado y embozado, que no venía en el manual de instrucciones. Más de 20 millones de muertos, víctimas de un virus cuyo origen y finalidad no se quieren saber, porque China es mucho más que un contenedor lleno de baratijas. Gente aterida de frío, quemando muebles para poder calentar una sopa. Groenlandia se derrite, sube el nivel del mar, jabalíes a colmilladas, disputando contenedores. Del “todo a cien” al todo a mil. Somatenes para defenderse de mafias y ocupas, protegidas y amparadas por ley. Alaridos con pieles y cuernos, que se agrupan para asaltar la cúpula del mundo. Ancianos que comparten habitación con cadáveres de otros ancianos. Familias que sacan sus muertos a la calle para evitar el contagio y el hedor de la descomposición. Muertos perdidos en tanatorios improvisados… ¿Está ocurriendo?

 

Tiparracos desalmados dictando penurias desde el avión oficial para que nos moderemos. Restricciones de agua, de petróleo, de gas, de cereales, de alimentos básicos... ¿Vuelta al carbón? Incendios, volcanes, sequías, inundaciones. Hambrunas fuera del tercer mundo, crecen las colas del hambre. Bancos de alimentos sin alimentos.  Un loco se mete en la casa del vecino y hace temblar a un mundo acomodaticio y acojonado. La poderosa Alemania aireando el culo de su dependencia energética. La beatífica UE sube los tipos de interés para castigar a los de siempre. Gorilas y “boboschorras” mangoneando en países que parecían serios. La mentira como verdad suprema, que se acepta porque se vota. Pantanos con la barriga abierta para enseñar ruinas y espantajos del pasado. Frutales secos y sedientos, campos yermos. Hospitales sin material quirúrgico, faltan médicos, enfermos hacinados en los pasillos. Calor que mata en verano y frío que matará en invierno. Terroristas institucionalizados y con marchamo de ilustres señorías, porque la degradación hace olvidar a sus víctimas. Desalmados, mentirosos, sostenidos por mafias territoriales… Sí, está ocurriendo.

 

Las castas más casposas, vestidas de bonito, se han desperezado para imponernos su lenguaje, sus caprichos y frustraciones, aferradas como garrapatas a la oreja de un maniquí que las necesita. Señoritas Pepis dándose homenajes, en plan guay, nenas de preu, con vuelos exclusivos a Nueva York,  París, Roma… “porque yo lo valgo”. Si no es un retortijón pasajero y ha venido para quedarse, el meteorito ya está tardando.

 

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