La ventana indiscreta
COMO POLLO SIN CABEZA
Tomás Martín Tamayo
Todavía
me persigue una imagen desde la
infancia. En el cortijo de unos amigos de mi pueblo, la guardesa, con unas
tijeras de podar, maestría y mucha experiencia, con certero tijeretazo le cortó
la cabeza a un gallo. El pobre animal cayó al suelo, aleteó, giró, se levantó y tambaleándose dio unos
pasos por el corral, salpicando las paredes de sangre, mientras la cabeza, en
el suelo, permanecía inerte y con los ojos apagados.
Esa
foto, anclada en mi memoria, ha vuelto estos días al leer que el Gobierno de
Castilla y León había votado una iniciativa del PSOE en la que se afirmaba que
“El deterioro de la red de atención primaria en el medio rural de Castilla y
León está llevando a esta Comunidad a una situación insoportable e
insostenible, desde el punto de vista de la cohesión social y territorial” Y
concluye: “La Junta de Castilla y León lleva años abandonando y relegando la
atención primaria a un segundo plano en cuestión de inversiones y de dotación
de recursos”. Por extraño que parezca, el voto del grupo popular fue
afirmativo.
¿Qué
procede tras semejante reconocimiento? En coherencia, la dimisión del Gobierno,
empezando por la de su presidente. Salir corriendo sin mirar hacia atrás o, en
el más beatífico de los casos, convocar elecciones antes de salir del
hemiciclo. Si en unos momentos en los que la Sanidad es clave para todos los
sectores, los responsables de la misma reconocen que sus políticas están
deteriorando la red de atención primaria, llevando a la Comunidad a una
situación insoportable e insostenible”, en el minuto siguiente ya están
sobrando. Nuevamente vi al gallo descabezado dando traspiés por el corral.
¿Verónica
Casado, todavía consejera de Sanidad, levantó la mano para defender su gestión?
No, puso su cabeza entre las hojas de la tijera y como sus compañeros de Cs, se
abstuvo con mansedumbre, aunque después -¿soldado caído?- recibiera la
solidaridad de los consejeros de Cultura y Empleo. Si el voto del PP resulta
desconcertante, el de la consejera de Sanidad parece desternillante. Extraño
también que siga al frente de la Sanidad, cuando ni ella misma es capaz de
defender su gestión.
¿No
tienen en la Junta “consejo de gobierno? ¿No hay reuniones de grupo, previas a
los plenos? ¿No hay acuerdos ni órganos
de coordinación entre PP y Cs? Todos y cada uno de esos filtros podrían haber
evitado un desajuste que pone a la Junta en una situación de difícil retorno,
aunque Inés Arrimadas se apresure a hablar de normalidad, de cumplimiento del
pacto y de agotar la legislatura.
Igea,
líder de Cs y vicepresidente, como portavoz tenía la misión de explicar lo que
ni él mismo sabía y desde el fondo del armario dialéctico, enfatizó que “La Consejería de Sanidad,
Empleo, Cultura y yo somos la misma cosa”. ¿Y? Pudo elegir otro término, pero
inconscientemente “cosificó” la presencia de Cs en el Gobierno, señalando
además que el resto del Gobierno es otra cosa.
La
situación fue tan chirriante que el mismo Tudanca, más por sorpresa que por
piedad, se mostró conciliador y no usó el descabello, pese a que con su
iniciativa había metido un palo en las ruedas de la coalición. Si al
Gobierno “sanchista-leninista” le emana
la oposición de su propio seno, en Castilla y León han dado una vuelta de
tuerca porque, para ahorrar tiempo y esfuerzos, se suman directamente a la
oposición. El pollo sin cabeza corre salpicando por el corral.
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