La ventana indiscreta
DE PEROGRULLO
Tomás
Martín Tamayo
¿Puede
ser legal homenajear a un terrorista con 39 víctimas en su mochila, atracar un
banco, quitarle el bolso a una anciana o vender droga en la puerta de los colegios?
Claramente sí, si las leyes así lo permiten, aunque semejantes hazañas vayan
contra el sentido común. La Audiencia Nacional considera que manifestarse a
favor de un terrorista como Parot, no es humillar a sus víctimas ni enaltecer
el terrorismo y esto repugna a cualquier biempensante, pero si la Ley lo
permite los jueces no pueden ni deben evitarlo.
Los jueces, a veces con un criterio muy
personal, dictan sus sentencias y administran la Justicia, pero el camino a
seguir les llega impuesto desde otras instancias en las que ellos no tienen
arte ni parte. Digamos que hacen el cesto con los mimbres que les dan, aunque los cestos se desfonden con el peso de un suspiro.
“De Perogrullo”, ya lo se, estoy señalando
al Legislativo y subrayando la separación de poderes, un criterio que nos llega
desde el siglo XVIII, repleto de fallas e ingenuidad porque, en la práctica y
en una democracia de partidos, como la nuestra, el que manda lo hace sobre el
Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, algo que no creo que se le escapara a
Montesquieu.
Un
ejemplo cercano: El Gobierno polaco aprueba la conocida como “ley mordaza de los jueces” por la que el
Ejecutivo controlará el poder Judicial y
con mano larga en el Legislativo. Los
jueces que critique la reforma serán cesados… ¿Es legal? Sí, aunque
chirríen todos los goznes de la democracia. El gobierno polaco justifica la
medida como necesaria, para desmantelar
la cúpula judicial plagada de comunistas. En España los partidos manosean la
composición de la cúpula judicial y es el Gobierno el que nombra al Fiscal General,
con lo que la división de poderes queda muy estética, pero poco más.
En
teoría la división de poderes es una de las características de los estados
de derecho, en los que todos los miembros de una sociedad, incluso los
gobernantes, deben cumplir con la ley, pero ya sabemos que eso tiene excepciones,
algunas incluso recogidas en la
Constitución.
El
hecho de que se cuestione la legalidad del homenaje a un asesino, ya indica
cierta perversión, porque es algo que
debería repugnar en todas las instancias. Aunque ETA ya no mate, es difícil asegurar que ha sido derrotada
viendo a sus herederos pastelear con el Gobierno y torciéndole el brazo en
beneficio de los terroristas encarcelados. Y, sobre todo, viendo que en el propio Gobierno hay división de criterios,
que oscilan entre el encogimiento de hombros al apoyo decidido. Más que la
pretensión del homenaje a uno de los mayores asesinos de ETA, chirría que una
parte del Gobierno de España tenga una postura favorable hacia el mismo.
Ha
sido la presión social y la respuesta de colectivos diversos de víctimas del
terrorismo, las que han hecho que el homenaje al etarra asesino se envolviera
en dulzainas de disimulo, pero el cuestionamiento hacia el derecho de
homenajear a Parot, no es discutible y demuestra la vulnerabilidad de nuestro
sistema. ¿Rendían homenaje a Parot por por el asesinato del empresario José Legasa, por las cinco niñas
del cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, por el del general Quintana Lacaci, Carmen Pascual
Carrillo, Ángel Álvarez Martos, José Martinez Moreno…? No nos lo han dicho
pero, con y sin homenaje, han ganado por goleada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario