La calma del encinar
INVENTORES DEL HILO NEGRO
Tomás
Martín Tamayo
Como todos los años, el último sábado de junio me
despido hasta el primero de septiembre, Dm y con permiso de la autoridad
competente. Creo que es sano para este espacio y para mí establecer una
distancia que me permita “resetear” y tomar impulso. Y hago este receso,
agotada media legislatura y convencido de que Fernández Vara volverá a
presentarse, pero sin saber si en el PP regional habrá relevo o la novedad será
Monago, poniendo de nuevo el careto para la renovación que el PP necesita. No
hay que minusvalorarlo, Monago es un renovador nato, de los que se reciclan
automáticamente y si el lunes aparece de folklórico, el martes podemos verlo de
motero, correcaminos o pistolero del oeste, desafiando a los malos: “si ten
collons, sal y dímelo a la cara”. E incluso, según lo exija el papel, ahora
flacucho, llorón y ojeroso, ahora sebosito, lustroso y de buda feliz.
Para los
situados del PP perder no es malo, siempre que sean ellos los que pierdan,
porque cobran como si hubieran ganado, se garantizan cuatro años de pitanza y
en el trabajo queman pocas calorías. Monago y los que le rodean, se han
empleado a fondo para que nadie asome la cabeza porque, aunque todos se sepan achicharrados, muchos/as, fuera de las
canonjías políticas, tendrían que ingresar en las “listas del paro”. Y lo “del
paro” es un paralogismo porque parados llevan toda su vida. En el club hay
alguna/o que se subieron al carro con “veintipocos” y están en
“cincuentamuchos”. Un par de legislaturas más y alcanzarán el dorado de una
jubilación merecida, porque no hay que menospreciar el trabajo de la alfombra.
Zapatero le dio al Partido Popular, en toda España,
un respiro importante, aunque Monago crea que la bajada del PSOE y la
consiguiente subida del PP solo se produjo en Extremadura, “porque yo lo valgo”
y, qué risa, con la ayuda de un paracaidista como Iván Redondo. Monago se cree
el inventor del hilo negro. La confluencia estelar que decía Leire Pejín, no se
dio entre Obama y Zapatero, sino entre Monago y Pedro Escobar que, con otros
dos y desde IU apostaron por el PP. Hoy, si en la elección del candidato
popular pudieran votar los socialistas, todos elegirían a Monago que,
evidentemente, es el mejor para ellos.
Hay alternativas, tímidas y que apenas se han
dejado ver, como la de Fernando Pizarro, alcalde de Plasencia, JM Ballesteros,
alcalde de Coria, JA, Barrios, alcalde de Fuente del Maestre o la de Fran
Fragoso, ex alcalde de Badajoz, que ha demostrado capacidad de trabajo, mesura
y buen criterio, pero asomar la cabeza supone enfrentarse a un aparato que se
sabe protegido por la pared del aprisco. Y prefieren inmolarse, en plan
numantino, porque fuera la ventisca rachea incluso las caras más duras.
En septiembre habrá
clareado, pero no hay que descartar que las nuevas caras que den impulso y
renovación al PP sean las de Monago,
Fernando Manzano, Cristina Teniente... De momento, en el Ayuntamiento de Badajoz
y como puntal de renovación ha quedado María José Solana, “la siempre viva”.
¿Qué quién es? Ex concejala de Llerena, ex diputada provincial, ex senadora, ex
diputada en el Congreso, concejala de Badajoz, primera teniente de alcalde… Más
“ex” que Rajoy y más trienios que el Puente Real. ¡La renovación lleva su cara!
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