sábado, 19 de junio de 2021

                              



                     La calma del encinar

                     INIMPUTABLE E INNOMBRABLE

                                                         Tomás Martín Tamayo

 Se miraron de reojo y sobre el asfalto cayeron hilachas de las vestiduras al rasgarse: ¡Ha nombrado al Rey, ha nombrado al Rey! Qué osadía, la Díaz Ayuso, con Pablo Casado a su izquierda, se acercó al micrófono y sin anestesia, se preguntó por el papel o papelón del rey al ratificar con su firma la propuesta que el Gobierno le pase sobre los indultos a los secesionistas. Un trágala de mucha enjundia porque los futuros indultados, además de no reconocer a la Justicia española, a su Constitución y a la jefatura del Estado, se niegan a compartir espacio con él, desoyen las invitaciones protocolarias de la Casa Real y no participan en los gestos de cortesía que las comunidades tienen con el Rey. Ignoran la evidencia negando lo evidente.

 “¿Qué va a hacer el Rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Le  van a hacer cómplice de eso?” La diplomacia no es su fuerte, Díaz Ayuso usa y abusa de su desparpajo, pero soltó de una tacada varias liebres que huyeron despavoridas en todas las direcciones. Más allá del hecho en sí, señaló el papel, meramente ornamental de la monarquía que, en ocasiones como la señalada, no supera la condición de “tragasables”. Constitucionalmente el Rey solo tiene la opción de firmar lo que el Gobierno le pasa y no se cae en herejía por preguntar en voz alta para qué sirve una firma que es forzada y no puede cuestionar el fondo de lo que con ella se sanciona.  A efectos prácticos es como si Pedro Sánchez tuviera en su bolsillo un sello de caucho con la firma del Rey.

 Punto importante para una reforma constitucional que se hace inevitable porque, entrando en paradojas, ¿tendría el Rey que sancionar con su firma propuestas que atenten contra la jefatura del Estado o la propia institución monárquica? Ay, ay, ay. ¿No se reserva para el monarca ningún veto de conciencia? ¿El Rey es un brazo automático que no puede  entrar en el fondo de lo que firma? ¿Cuál es su responsabilidad en el asunto si se derivaran causas penales?

 La figura del Rey es inimputable con carácter genérico, algo que parece desproporcionado cuando se trata de asuntos que no afectan a su papel como Jefe del Estado. Y como es inimputable su padre no está imputado, pero ¿también es innombrable? A mí me pareció muy certero el señalamiento de Díaz Ayuso, marcando  la diana y adelantándose a lo que, inevitablemente, acabaría siendo centro del debate nacional. “Pronto, muy pronto”  según Miquel Iceta, bailarín y ministro de algo, el Gobierno aprobará los indultos y, forzosamente los pasará al Rey que, obligatoriamente, los tendrá que firmar. ¿Nadie iba a reparar en lo estrafalario del acto? Un Gobierno que aprueba unos indultos que necesitan ser refrendados por el Rey y un Rey obligado a firmar un guiso que no ha elaborado. ¡Cuánto paseíllo inútil, cuánta paradoja y qué galimatías!

 Al día siguiente las traducciones de lo que había querido decir la presidenta de la Comunidad de Madrid, salieron incluso de su propia boca, pero sobraban todas porque ella se explicó muy bien. Un papelón para todos por el desnorte de un Gobierno empeñado en mantenerse sobre el alambre a costa de lo que sea.


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