La ventana
indiscreta
CUANDO LA DEMOCRACIA CHIRRÍA
Tomás Martín Tamayo
La democracia, como
la vacuna de AstraZeneca, aporta beneficios pero también conlleva riesgos de trombos y otras patologías colaterales.
Muy cerca tenemos ejemplos que la ponen en evidencia por su indefensión, porque
carece de mecanismos para evitar ataques que la desvirtúan y parece que no tiene otro recurso que el de
pagar peajes y poner la otra mejilla.
¿Había alguna duda de que las elecciones en
Cataluña no iban a resolver nada y que solo servirían para que tomaran impulso los separatistas? ¿No podía
evitarse que un tipillo como Puigdemont, prófugo de la Justicia y abanderado
del desprestigio de España en los foros internacionales, se presentara a unas elecciones democráticas
desde la que pretende la involución del sistema? ¿Tenemos los españoles que
seguir pagándole su tren de vida, en un palacete de Waterloo, a alguien que no
puede pisar España sin el riesgo de ser detenido? ¿Es muy democrático permitir
que una comunidad puntera como Cataluña esté supervisada desde Bélgica por un
mamarracho que odia a España y lleva años arruinando a Cataluña? Después de tres meses de enredos y
fantasmadas, resulta sarcástico que el sistema democrático permita que el que
ganó las elecciones, el PSC, no pinte nada y
que entre todos, democráticamente, puedan distraerle un senador a VOX. Cuando
aún no han iniciado la nueva pantomima, ya están exigiendo reuniones al
Gobierno para concretar indultos, amnistías, más recursos…
¿El sistema
democrático tiene que soportar en el parlamento español a enemigos de una
España a la que odian o, en el mejor de los casos, les es indiferente porque lo
que pretenden es romperla en su propio beneficio? ¿Puede un gobierno
democrático apoyarse en los votos de filoterroristas, herederos de una banda de
delincuentes con casi novecientos asesinatos? ¿Negociar con ellos y en una toma
y daca, vergonzoso intercambio de cromos, cederles competencias penitenciarias para
que los pistoleros obtengan beneficios para reírse de las víctimas y blanquear
sus asesinatos? ¿Es muy democrático que el Gobierno de España se ahorme con el
permiso de los representantes de ideas que la llenaron de temor, de luto y de
dolor? Resultará democrático incluso el tiro en la nuca.
Cuando la democracia chirría hay que engrasar sus goznes, observar su evolución para, como se hace con
la vacuna de AstraZeneca, evaluar los efectos que ponen en riesgo su eficacia.
Una democracia asentada admite revisiones y enmiendas capaces de corregir sus
derivas hacia el esperpento. Corremos el riesgo de asentar una dictadura en el
sistema democrático. Una bufonada es peor que una dictadura, contra la que nos
levantaríamos los demócratas.
Podemos engendrar una democracia dictatorial, similar a las
dictaduras democráticas en las que también se ejerce el recurso de elecciones
“libres”, goza de tribunales “libres”, sindicatos “libres”, prensa “libre”… En
las dictaduras también se vota y durante el denostado franquismo había
votaciones para elegir a los representantes en las Cortes, hoy Congreso de los
Diputados. ¡Y sindicatos! ¿No se vota en China, Marruecos, Venezuela o los
Emiratos? Camelos, democracia y dictadura, como el agua y el aceite, no
mezclan, tenemos que elegir. Aceite o agua.
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