lunes, 17 de mayo de 2021

 


 



                   La ventana indiscreta

                   CUPONES PREMIADOS

 

                                                                     Tomás Martín Tamayo

 

 Pablo Casado ha cambiado su aspecto dejándose barba,  ha aprendido a sostener una sonrisilla enigmática, no bracea tanto, mira con seguridad a la cámara y enfatiza al hablar como el que espera que tomen nota de lo que dice. El contrapeso es la pérdida de frescura, mucho cinismo, desfachatez  y la adquisición del descaro entrando, como Pedro Sánchez, en el club de los que desprecian la memoria colectiva y consideran que pueden decir una cosa y la contraria sin salir de una loseta. Pero el continuismo le delata porque mantiene la esencia del PP que dejó Rajoy y siguen dirigiendo el partido los “grandes quemados” que pululan en pueblos, provincias y comunidades. Algunos incluso repetirán, por inercia y porque en la oposición se gana más y se vive mejor que en su trabajo. Los que lo tienen. Eso sí,  cuando las salpicaduras de la corrupción cayeron sobre el traje del nuevo PP que él cree representar, explicó su filosofía del cambio: Cambiar de sede. ¡Yatá!

 

Si en febrero no quiso pringarse en el estropicio de las elecciones catalanas, ahora se ha subido a los hombros de Isabel Días Ayuso, acaparando el protagonismo en el balcón de la sede que le da repelús, el mismo desde el que Aznar y Rajoy levantaron el brazo tras éxitos electorales indiscutibles. Viéndole con la Ayuso resultaba difícil saber cuál de los dos había ganado las elecciones. Y si en febrero afirmó que “no se pueden extrapolar los resultados de las elecciones en Cataluña al ámbito nacional”, ahora cree que “las elecciones en Madrid marcan una nueva tendencia en España”. Pablo Casado, como buen oportunista, solo compra cupones premiados. Mejor si se los regalan.

 

En lugar de plantar cara al insomne mentiroso patológico, buscó su complicidad y, para evitar que desde la tribuna le fustigaran con el recurso de “la foto de Colón”, se hizo perdonar rompiendo todos los puentes de encuentro con VOX para, por un ratito, formar parte de la “progresía” que representan PSOE, Podemos, Bildu, ERC y demás tropa, que acabaron haciéndole guiños de complacencia. Días después PSOE, PP, Podemos y PNV se repartieron el consejo de RTVE. Otro yatá.

 

“Pos fueno, por fale, pos malegro” que diría Makinavaja, pero parece muy extravagante pretender hacer causa/efecto de aquella hazaña, asentando sobre ella el éxito de  Díaz Ayuso: “La moción de censura de Vox se explica con lo que ha pasado en Madrid. El PP ha duplicado su resultado y Vox ha subido un escaño”. Según Casado, los madrileños al votar a Díaz Ayuso, se acordaron de su discurso “rompepuentes” en el Congreso. Fino, filipino.

 

Alguien debería decirle a Casado que el éxito de Díaz Ayuso es que a ella se enfrentó “cuerpo a cuerpo” el presidente del Gobierno y que el vicepresidente hizo lo propio para, entre los dos, hacerle un bocadillo que al final se quedó en pan con pan porque doña Isabel les hizo un corte de mangas. Casado, hasta ahora, lo más evidente que  ha hecho es dejarse la barba. 16/05/2021

 

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