La ventana
indiscreta
POR “GÜEVS”
Tomás
Martín Tamayo
Si el señor
feudal de Marruecos abre la puerta para que sus súbditos salgan de la escuela
y hagan pellas, ¿en España no tenemos
puertas para impedirlo? Algo he recorrido y en mi pasaporte hay sellos como si
hubiera hecho cien veces el Camino de Santiago, por eso me asombra que algunos lleguen a
España cargados de derechos. Intenten
pasar a Marruecos por “güevs” y ya verán cómo se las gasta el de la chilaba
dorada, al que la UE regala más de dos mil millones de euros anuales -que
se incrementan con los 84 que aporta España- para que mantenga la puerta
cerrada. Suena raro que retengamos en España a unos menores porque dicen que no
quieren volver, pero a los que reclaman
sus padres desde Marruecos. Raro, raro.
Si España hubiera
roto relaciones con los países que acogen a terroristas, secesionistas,
golpistas, prófugos de la justicia… estaría aislada, pero los estornudos de don
Mohamed pasan a la
categoría de conflictos diplomáticos “muy delicados” y alcanzan un rango ante
el que todos se ponen de perfil.
He aprendido que al entrar en otro país hay
que hacerlo con autorización, de puntillas y que el primer mandamiento es
respetar sus leyes, sus costumbres y, sobre todo, las indicaciones de sus
autoridades. Nunca tuve la ocurrencia de enfrentarme a la policía y estoy
convencido de que si lo hubiera hecho, concretamente en Marruecos, hoy no
podría escribir este artículo.
En democracias
asentadas y donde todo depende de los sátrapas que gobiernan, queda claro que
hay que respetar o la respuesta será inmediata y contundente. En el aeropuerto
de Nueva York un ordenador selecciona
aleatoriamente a los turistas que tienen que hacer una parada mayor, sometiéndolos
a un interrogatorio con preguntas tan disparatadas como “¿Tiene Ud. intención
de atentar contra el presidente de los EE.UU?”. Por dudar o sonreír pueden
aislarte ocho o diez horas, mientras hacen todo tipo de comprobaciones. O
montarte en el primer avión de vuelta. Ninguna broma, forastero.
En Costa Rica un
policía indica el taxi que tienes que coger para trasladarte desde el
aeropuerto a San José y si lo rechazas pasas a la cola.... En Méjico quieren
saber a qué vas, cuántos dólares llevas… Los canadienses se lo toman con calma
y pasar los controles cuesta un par de horas. En Moscú eres un sospechoso. Poca
fiesta con portugueses e italianos porque sus “guardiñas” y “carabinieri”
tienen un sentido del humor muy limitado. Francia, Inglaterra, Bélgica,
Alemania… Cero alegrías y menos zalamerías con los visitantes. En Noruega
quieren saber por qué los elegiste... ¿Absurdo? Son sus normas y hay que
respetarlas.
¿Por qué en
España pueden entrar en avalancha y a
las bravas? Claro que duele la imagen de un guardia civil sosteniendo a un niño
casi ahogado, pero no se entiende que un
sátrapa tenga la llave de España colgada de su cuello y que juegue con la vida
de miles de niños mientras la comunidad internacional se encoge de hombros. ¿Es
por “güevs”? Ah, entonces calladito estoy más guapo.
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