sábado, 5 de septiembre de 2020

U N A D E Ñ U S

 

                      La calma del encinar

                         UNA DE ÑUS

 

                                                        Tomás Martín Tamayo

                                                        tomasmartintamayo@gmail.com

                                                        

 

 

Está claro que del Covid-19 sabemos lo que él nos enseña, eso sí, a un alto precio. Los especialistas, estudiosos, ocurrentes y cantamañanas que, desde el primer momento, salieron para trazar su particular “hoja de ruta”, han quedado con sus ignorancias al aire y las conclusiones de los expertos en meras paridas. La evolución temporal del Covid-19 ha sido tan sencilla, simple y previsible que no supimos verla: Si evitamos contagiarnos no nos contagiamos. Sí, lo sé, de Perogrullo.

 La predicción más socorrida para los sabios de opereta era que con la llegada del calor el virus dormitaría hasta el otoño, pero la altísima temperatura no lo ha aletargado y cuando hemos salido como manadas de “ñus” atolondrados, empeñados en atravesar un regato lleno de cocodrilos hambrientos, allí estaba esperando. Otra perogrullada que no supimos ver: Cuando no evitamos el contagio, nos contagiamos.

 El Covid-19 infecta en todos los idiomas, no es racista, clasista ni respeta fronteras, pero a los “ñus” gilipollas, ciegos, sordos, cojos, temerarios y sin guías los coge mejor que a los prudentes y espabilados. Es nuestro caso, porque algo no estamos haciendo en España para, incluso mintiendo y negando 20.000 muertos,  ser proporcionalmente uno de los países más afectados del mundo. ¿Nos tiene tirria el virus? Aquí hemos apostado por los comités de expertos inexistentes, las fantasmadas televisivas, el lucimiento y el afán idiota de rentabilizar la pandemia.

 ¡Somos tan sensibles, dulces y correctos que incluso hemos evitado que los “ñus” alocados vieran la realidad de la morgue improvisada en el Palacio de Hielo!  Mientras los demás tomaban medidas, España, además de inflarse como un pez globo, salió de estampida con la coña de la “nueva normalidad”, el presidente del Gobierno de vacaciones y el vicepresidente lloriqueando  un poco por Asturias. Felicidades, lo estáis bordando.

 El lunes comienza el curso escolar -¿en bicicletas?-, y el 21 el universitario, todos con la respiración contenida, como si camináramos por un campo de minas, pero dispuestos a recorrerlo, porque la opción de espera, o salirse de la manada, los “ñus” no la contemplan. España vuelve a dar la campanada, una vez ordeñada la vaca y cuando de la teta sale más sangre que leche, el de los pantalones pitillo se pone al margen para no contaminarse, porque donde no cabe lucimiento personal todo es mohína para la marioneta del maquiavelito Redondo, que sigue experimentando  su ingeniería social con los “ñus”.

 

¿Qué va a ocurrir? Nada diferente a lo que ha ocurrido porque el virus no es veleidoso y va de frente. Se multiplicarán los contagios, aumentará el número de víctimas, gastos cuantiosos e inútiles, más ruina, cierre de aulas y facultades… Si para salvar la economía es necesario hundirla aún más,  pero empujados por miles de  muertos, mañana no le echemos la culpa al virus. Pacheco dejó escrito que “Para curar el cáncer no sirven las libélulas”…Tampoco los cobardes que hacen dejación de sus funciones, ni los llorones,  ensimismados y prepotentes, pero como somos “ñus”…

 

 

 

 

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