La calma del encinar
UNA
DE ÑUS
Tomás Martín Tamayo
tomasmartintamayo@gmail.com
Está claro
que del Covid-19 sabemos lo que él nos enseña, eso sí, a un alto precio. Los especialistas, estudiosos, ocurrentes y cantamañanas que, desde el primer momento, salieron
para trazar su particular “hoja de ruta”, han quedado con sus ignorancias al
aire y las conclusiones de los expertos en meras paridas. La evolución temporal
del Covid-19 ha sido tan sencilla, simple y previsible que no supimos verla: Si
evitamos contagiarnos no nos contagiamos. Sí, lo sé, de Perogrullo.
La predicción
más socorrida para los sabios de opereta era que con la llegada del calor el
virus dormitaría hasta el otoño, pero la altísima temperatura no lo ha
aletargado y cuando hemos salido como manadas de “ñus” atolondrados, empeñados
en atravesar un regato lleno de cocodrilos hambrientos, allí estaba esperando. Otra
perogrullada que no supimos ver: Cuando no evitamos el contagio, nos contagiamos.
El Covid-19
infecta en todos los idiomas, no es racista, clasista ni respeta fronteras,
pero a los “ñus” gilipollas, ciegos, sordos, cojos, temerarios y sin guías los coge
mejor que a los prudentes y espabilados. Es nuestro caso, porque algo no
estamos haciendo en España para, incluso mintiendo y negando 20.000 muertos, ser proporcionalmente uno de los países más
afectados del mundo. ¿Nos tiene tirria el virus? Aquí hemos apostado por los
comités de expertos inexistentes, las fantasmadas televisivas, el lucimiento y
el afán idiota de rentabilizar la pandemia.
¡Somos tan sensibles, dulces y correctos que
incluso hemos evitado que los “ñus”
alocados vieran la realidad de la morgue improvisada en el Palacio de Hielo! Mientras los demás tomaban medidas, España,
además de inflarse como un pez globo, salió de estampida con la coña de la
“nueva normalidad”, el presidente del Gobierno de vacaciones y el
vicepresidente lloriqueando un poco por
Asturias. Felicidades, lo estáis bordando.
El lunes comienza
el curso escolar -¿en bicicletas?-, y el 21 el universitario, todos con la
respiración contenida, como si camináramos por un campo de minas, pero
dispuestos a recorrerlo, porque la opción de espera, o salirse de la manada,
los “ñus” no la contemplan. España vuelve a dar la campanada, una vez ordeñada
la vaca y cuando de la teta sale más sangre que leche, el de los pantalones
pitillo se pone al margen para no contaminarse, porque donde no cabe lucimiento
personal todo es mohína para la marioneta del maquiavelito Redondo, que sigue
experimentando su ingeniería social con
los “ñus”.
¿Qué va a
ocurrir? Nada diferente a lo que ha ocurrido porque el virus no es veleidoso y
va de frente. Se multiplicarán los contagios, aumentará el número de víctimas,
gastos cuantiosos e inútiles, más ruina, cierre de aulas y facultades… Si para
salvar la economía es necesario hundirla aún más, pero empujados por miles de muertos, mañana no le echemos la culpa al
virus. Pacheco dejó escrito que “Para curar el cáncer no sirven las libélulas”…Tampoco
los cobardes que hacen dejación de sus funciones, ni los llorones, ensimismados y prepotentes, pero como somos “ñus”…
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