sábado, 20 de junio de 2020

Lo del PP


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  La calma del encinar
                         LO DEL PP

                                    Tomás Martín Tamayo
                                      tomasmartintamayo@gmail.com
                                      Blog Cuentos del Día a Día

De los tres candidatos a la presidencia del Partido Popular, entre  Cospedal y Sáez de Santa María, Casado partía en clara desventaja, una era secretaria general y Ministra del Ejército, la otra vicepresidenta del Gobierno y mano derecha de un Rajoy que pudo decidir en su favor y no lo hizo. Antes de dejar que se consumara la moción de censura tuvo la oportunidad de dejar a su vicepresidenta en la presidencia, pero prefirió hacerse una cata de chupitos y dejar correr las horas y la  oportunidad, desbrozándole el camino a Pedro Sánchez.

Pablo Casado era el menos contaminado, el más joven y de menor experiencia y sobre esos tres pilares, supo levantar una candidatura que finalmente resultó la más atractiva para una militancia cansada de las dos señoras y sus guerrillas de ambiciones. Se hizo con la presidencia de un partido deshilachado, con más cocineros que pinches, barones y versos sueltos con mando en plaza y vicios consolidados, que se resistían, y se siguen resistiendo, a concluir una etapa en la que se sentían  herederos de un patrimonio familiar. En algunos sitios eso no ha cambiado. Casado, ha limpiado mucho pero  es mucho lo que le queda por limpiar y tendrá que desmochar torres, señalar puertas y agradecer servicios prestados. En Extremadura siguen las aguas estancadas y por aquí el viento de la renovación no ha pasado.

Antes, mientras la izquierda se dividía en subsectores ideológicos, la derecha permanecía compacta y aglutinaba en el PP desde el centro a la extrema derecha, pero las indecisiones y corruptelas, los complejos y el “impasible el ademán” de un Rajoy que no supo ni administrar una mayoría absoluta, dio alas a Cs y a Vox, que le hicieron una mordida importante, porque el electorado que había aglutinado ya disponía de referentes más cercanos y no tenía que refugiarse en el PP como “mal menor”.

Pablo Casado, que no da pasos de siete leguas, pero tampoco permanece parado,  está logrando una estabilidad capaz de acabar con las divisiones, que son las que han propiciado un Gobierno socialcomunistas, de imposible encaje en la UE, en Europa y en los países desarrollados, que nos miran como a un gato con dos cabezas, propio para exhibirlo en una barraca de feria.
 
Pero el éxito del PP no depende solo de Madrid y antes de afrontar una cita electoral, que no va a tardar, deben limpiar óxidos y humedades. En Extremadura apenas lograrán las calderillas de consolación si no renuevan a fondo,  pasando el testigo a otros militantes que con el tiempo  y en la compleja parcela municipal, se han consolidado, demostrando eficacia en la gestión, tirón electoral y saber estar. Es el momento de que gente como Fran Fragoso, Tina Rodríguez,  Fernando Pizarro, Juan Antonio Barrios, José M Ballesteros, Nandi Ortiz, Carmen Pagador, María Natividad… aspiren a retos mayores por el bien de su partido. Banquillo hay y si no lo mueven,  seguirán teniendo lo que tienen, por los siglos de los siglos. La cabra haciendo malabares encima de una silla  ya no vende.





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