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La calma del encinar
LO DE VOX
Tomás
Martín Tamayo
Blog
Cuentos del Día a Día
Sigo con la serie y, después
de lo de Cs y lo de Podemos, toca lo de Vox aunque, para evitar las lecturas
torticeras que se harán, ganas dan de decir aquello de “Señor, que pase de mí
este cáliz”. De la “jartura” del bipartidismo surgieron Ciudadanos y Podemos,
uno situado entre el PP y el PSOE y el otro entre el PSOE y el no se sabe. Pero
faltaba la respuesta a “la derechita cobarde” de un Rajoy que ni “chicha ni
limoná” y surgió Vox.
¿Vox es ultra, fascio/nazi, extrema
derecha…? Desde luego es la extrema ojeriza para todos que, a coro, lo repiten
con el ánimo de meternos el miedo en el cuerpo. Leo lo que escriben, oigo lo
que dicen y, a pesar de las patochadas patrioteras de sangre, raza y pureza, me
parece que están a la derecha del PP y ya está, aunque, para marcar su terreno,
se adentren en postulados nostálgicos, disputándoselos al PSOE, que sigue en la
Guerra Civil, paseando a Franco y tarareando aquello de “sin ti no soy nada…”
Lo que dice Vox suena bien al
electorado clásico de la derecha, tanto tiempo abandonado por la indefinición
de un PP acomplejado y arrinconado desde que concluyó la etapa de Aznar. Rajoy,
indeciso en tantas cosas, también fue “Don Tancredo” en esto y nunca se supo si
subía o bajaba de la escalera. A él le debemos este momento. ¡Qué puntería
tenemos, dieciséis años naufragando: Zapatero, Rajoy y ahora Pedro Sánchez! A
España no hay quien la hunda.
Vox habla alto, fuerte y
claro, sin ningún complejo, y eso desconcierta mucho a la extrema izquierda
comunista, al PSOE podemizado, a los filoterroristas, nacionalistas y
separatistas que, acostumbrados a cabalgar con espuelas y usando la fusta, no
soportan verse contestados por los “hijos del pasado”. Como si el terrorismo,
el nacionalismo, el anarquismo y el comunismo fueran inventos arcangélicos
proyectados desde el futuro para sacarnos del estercolero.
Vox tomó iniciativas que
pusieron entre rejas a los golpistas catalanes, lo que no hizo el Gobierno ni
el pueblo catalán. Pero dicen -yo no lo
niego porque no lo sé-, que son homófobos, con tendencia al golpismo, racistas,
radicales en sus postulados, intolerantes y un peligro para la democracia,
aunque, mientras lo dicen, algunos pactan con golpistas, radicales furibundos,
antisistema declarados, proetarras, fugados de la justicia e incluso cogobiernan
con los que quieren derruir el sistema. ¿Son misóginos porque piden que las “asesoras” de las mujeres maltratadas
tengan una cualificación que vaya más allá de su osadía? Evidentemente es una
medida extrema, como exigir médicos en
los hospitales o maestros en los colegios.
Los demócratas de pitiminí
justifican, para sentarse con Bildu y demás jauría, que hay que respetar el
veredicto de las urnas, pero no les merecen tanto respeto los votos de Vox
porque, exquisitos que son ellos, mientras pactan con gentuza de todo pelaje,
evitan estar al lado de los ultras.
¿Creemos lo que dice Vox o
creemos lo que dicen que dice Vox? He ahí el dilema.
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