sábado, 13 de junio de 2020

Lo de Vox


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                         La calma del encinar
                         LO DE VOX

                                      Tomás Martín Tamayo
                                      tomasmartintamayo@gmail.com
                                      Blog Cuentos del Día a Día


Sigo con la serie y, después de lo de Cs y lo de Podemos, toca lo de Vox aunque, para evitar las lecturas torticeras que se harán, ganas dan de decir aquello de “Señor, que pase de mí este cáliz”. De la “jartura” del bipartidismo surgieron Ciudadanos y Podemos, uno situado entre el PP y el PSOE y el otro entre el PSOE y el no se sabe. Pero faltaba la respuesta a “la derechita cobarde” de un Rajoy que ni “chicha ni limoná” y surgió Vox.

¿Vox es ultra, fascio/nazi, extrema derecha…? Desde luego es la extrema ojeriza para todos que, a coro, lo repiten con el ánimo de meternos el miedo en el cuerpo. Leo lo que escriben, oigo lo que dicen y, a pesar de las patochadas patrioteras de sangre, raza y pureza, me parece que están a la derecha del PP y ya está, aunque, para marcar su terreno, se adentren en postulados nostálgicos, disputándoselos al PSOE, que sigue en la Guerra Civil, paseando a Franco y tarareando aquello de “sin ti no soy nada…”

Lo que dice Vox suena bien al electorado clásico de la derecha, tanto tiempo abandonado por la indefinición de un PP acomplejado y arrinconado desde que concluyó la etapa de Aznar. Rajoy, indeciso en tantas cosas, también fue “Don Tancredo” en esto y nunca se supo si subía o bajaba de la escalera. A él le debemos este momento. ¡Qué puntería tenemos, dieciséis años naufragando: Zapatero, Rajoy y ahora Pedro Sánchez! A España no hay quien la hunda.

Vox habla alto, fuerte y claro, sin ningún complejo, y eso desconcierta mucho a la extrema izquierda comunista, al PSOE podemizado, a los filoterroristas, nacionalistas y separatistas que, acostumbrados a cabalgar con espuelas y usando la fusta, no soportan verse contestados por los “hijos del pasado”. Como si el terrorismo, el nacionalismo, el anarquismo y el comunismo fueran inventos arcangélicos proyectados desde el futuro para sacarnos del estercolero.

Vox tomó iniciativas que pusieron entre rejas a los golpistas catalanes, lo que no hizo el Gobierno ni el  pueblo catalán. Pero dicen -yo no lo niego porque no lo sé-, que son homófobos, con tendencia al golpismo, racistas, radicales en sus postulados, intolerantes y un peligro para la democracia, aunque, mientras lo dicen, algunos pactan con golpistas, radicales furibundos, antisistema declarados, proetarras, fugados de la justicia e incluso cogobiernan con los que quieren derruir el sistema. ¿Son misóginos porque piden  que las “asesoras” de las mujeres maltratadas tengan una cualificación que vaya más allá de su osadía? Evidentemente es una medida extrema,  como exigir médicos en los hospitales o maestros en los colegios.

Los demócratas de pitiminí justifican, para sentarse con Bildu y demás jauría, que hay que respetar el veredicto de las urnas, pero no les merecen tanto respeto los votos de Vox porque, exquisitos que son ellos, mientras pactan con gentuza de todo pelaje, evitan estar al lado de los ultras.

¿Creemos lo que dice Vox o creemos lo que dicen que dice Vox? He ahí el dilema.





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