sábado, 16 de mayo de 2020



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                                  La calma del encinar
                                  DINAMITAR PUENTES



                                                        Tomás Martín Tamayo
                                                        tomasmartintamayo@gmail.com
                                                        Blog Cuentos del Día a Día


“La respuesta está en el Art. 41 de la Constitución de Venezuela”. Le preguntaban a Francisco Vázquez, ex alcalde de la Coruña, ex embajador, socialista y “expsoista”, por la manía grotesca de Pedro Sánchez, y comparsas, de ignorar el genérico para caer en el aburrido latiguillo de los ellos y ellas, portavoces y “portavozas”… El disparate se ha extendido hasta el punto de que Fernández Vara -¡este hombre se mimetiza como un pulpo!- comulga con él y lo extiende hasta en su perfil de Twitter: “Los extremeños y las extremeñas me han encargado una parte de sus vidas”. Vamos, como Ibarretxe con lo de “vascos y vascas”.

¿Y qué dice el Art. 41 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela? Me he reído hasta la carcajada, porque lo estaba leyendo y me parecía oír el plomífero soniquete de Pedro Sánchez. Dice: “Solo los venezolanos y venezolanas por nacimiento podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente y Vicepresidenta, Presidente  o Presidenta y Vicepresidente o Vicepresidenta de la Asamblea Nacional,  magistrados o magistradas del Tribunal Supremo, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República, Contralar o Contralora General de la República, Fiscal o Fiscala General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras, Gobernadores o Gobernadoras …”

¿Y pueden llegar a la estulticia de copiar disparates lexicales de la dictadura de Venezuela, incorporándolos a sus soflamas como novedad? Como dijo Paco Vázquez, la respuesta está en el Art. 41 de su Constitución. Con Pedro Sánchez no se puede descartar nada, porque el duendecillo que mueve sus hilos es un experto en “paridas” y sigue, día a día, el manual de instrucciones que enjaretó en Extremadura, mientras movía la boca de Monago. ¿Alguien puede creerse que la trola sobre  “El ránking de la Universidad Johns Hopkins” fue una ocurrencia sobre la marcha? Lo llevaba escrito pero el “comecocos” que le tiene hecho el maquiavelito es tan grande  que, aunque la universidad aludida lo ha desmentido, él sigue creyéndole. Eso tampoco es nuevo, porque en su etapa como cacique y manigero del “gobex”, a los que denunciábamos sus pamplinas nos consideraban vendidos al PSOE y enemigos del PP.  Ahora hemos pasado a ser enemigos del PSOE y vendidos al PP. O aún peor, entregados a Vox, mire usted qué pena.

No se sabe si la definición de política como  “el arte de los posible” es de Maquiavelo, Churchill, Bismark o Aristóteles, pero en la de política como “arte de lo imposible” tiene una indiscutible autoría  el de los pantalones pitillo, todo un experto en dinamitar puentes y después querer pasar por ellos. Primero se alía con los que le quitan el sueño y después llama a la oposición para que le liberen del chapapote con el que se embadurnó. Y al rebufo de sus tonterías,  siempre los medios afines,  el rebaño, la feligresía recalcitrante y los “perros de majá” ladrando a la luna. Tampoco es nuevo.







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