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La calma del encinar
DINAMITAR PUENTES
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
“La respuesta está
en el Art. 41 de la Constitución de Venezuela”. Le preguntaban a Francisco Vázquez,
ex alcalde de la Coruña, ex embajador, socialista y “expsoista”, por la manía grotesca
de Pedro Sánchez, y comparsas, de ignorar el genérico para caer en el aburrido
latiguillo de los ellos y ellas, portavoces y “portavozas”… El disparate se ha
extendido hasta el punto de que Fernández Vara -¡este hombre se mimetiza como
un pulpo!- comulga con él y lo extiende hasta en su perfil de Twitter: “Los
extremeños y las extremeñas me han encargado una parte de sus vidas”. Vamos,
como Ibarretxe con lo de “vascos y vascas”.
¿Y qué dice el Art.
41 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela? Me he reído
hasta la carcajada, porque lo estaba leyendo y me parecía oír el plomífero
soniquete de Pedro Sánchez. Dice: “Solo los venezolanos y venezolanas por
nacimiento podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la
República, Vicepresidente y Vicepresidenta, Presidente o Presidenta y Vicepresidente o
Vicepresidenta de la Asamblea Nacional,
magistrados o magistradas del Tribunal Supremo, Presidente o Presidenta
del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la
República, Contralar o Contralora General de la República, Fiscal o Fiscala
General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras,
Gobernadores o Gobernadoras …”
¿Y pueden llegar a
la estulticia de copiar disparates lexicales de la dictadura de Venezuela,
incorporándolos a sus soflamas como novedad? Como dijo Paco Vázquez, la
respuesta está en el Art. 41 de su Constitución. Con Pedro Sánchez no se puede
descartar nada, porque el duendecillo que mueve sus hilos es un experto en
“paridas” y sigue, día a día, el manual de instrucciones que enjaretó en
Extremadura, mientras movía la boca de Monago. ¿Alguien puede creerse que la
trola sobre “El ránking de la Universidad
Johns Hopkins” fue una ocurrencia sobre la marcha? Lo llevaba escrito pero el “comecocos”
que le tiene hecho el maquiavelito es tan grande que, aunque la universidad aludida lo ha
desmentido, él sigue creyéndole. Eso tampoco es nuevo, porque en su etapa como
cacique y manigero del “gobex”, a los que denunciábamos sus pamplinas nos
consideraban vendidos al PSOE y enemigos del PP. Ahora hemos pasado a ser enemigos del PSOE y
vendidos al PP. O aún peor, entregados a Vox, mire usted qué pena.
No se sabe si la
definición de política como “el arte de
los posible” es de Maquiavelo, Churchill, Bismark o Aristóteles, pero en la de política
como “arte de lo imposible” tiene una indiscutible autoría el de los pantalones pitillo, todo un experto
en dinamitar puentes y después querer pasar por ellos. Primero se alía con los
que le quitan el sueño y después llama a la oposición para que le liberen del
chapapote con el que se embadurnó. Y al rebufo de sus tonterías, siempre los medios afines, el rebaño, la feligresía recalcitrante y los
“perros de majá” ladrando a la luna. Tampoco es nuevo.
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