La calma del encinar
¿TRES MINUTOS
DIFERENTES?
Tomás Martín Tamayo
Me escriben dos lectores para alertarme, por si no me había dado cuenta, de
que, últimamente, estoy muy desconectado
del pálpito de la calle y no escribo de lo que importa. Se lamentan de
que el sábado pasado, a pesar de la angustia que ha traído el coronavirus, yo
me fuera por la tangente, escribiendo sobre amores infantiles y desasistidos
sociales. No son los únicos, porque mi buen amigo, Agapito Gómez Villa, también
me lo viene señalando, aunque él lo hace para aplaudir porque, como sabe de
esto, no ignora lo difícil que resulta escribir sin el soporte emocional de la
actualidad.
Me explico, si hay un atentado terrorista y escribo del gracejo de los
vendedores del mercadillo – como así ocurrió-, no es porque ignore la tragedia
o me sea indiferente, es porque creo que debo hacer un esfuerzo para no
escribir de lo obvio, para no incidir, también desde este pequeño rincón, en el
machaqueo de noticias que abren los
telediarios y acaparan portadas,
análisis y opiniones. No vivo en otro planeta y sé que, días después de
congregarse doscientas mil personas en
una manifestación, alentada desde el Gobierno, tuvimos que recluirnos porque la
pandemia señalaba la imprudencia, no sé si criminal, del propio Gobierno. Eso
está colgado en la alacena y seguro que algún día tendrá su espacio.
Tengo opinión sobre las andanzas del Rey emérito, de lo que tiene de
clarificador que su hijo “renuncie” a la herencia, aunque es solo un gesto, y
de que el emérito reconozca sus hazañas al aclarar que no informó a su hijo de las
cuentas que tiene en el extranjero. Y tengo opinión sobre el “momento coronavirus”
que han elegido en la Casa Real para mitigar el efecto del “viruscorona”.
También está en rampa de salida y tendrá su turno, pero cuando lo considere
oportuno y nunca empujado por una actualidad que hace que todos vayamos en la
misma dirección. ¡Busquen la actualidad y la información en el periódico y no en mis
artículos!
No puedo evitar que los lectores se posicionen respecto a mis opiniones,
aunque lamento que no se vea la dificultad que entraña salirse de la corriente
e intentar ofrecer tres minutos diferentes. Para mí lo más fácil sería escribir
sobre el “torravirus”, el “gobiernovirus”, el “viruscorona” el “corinavirus” y
hasta del coronavirus.
Después de casi cuarenta años de presencia, más o menos puntual, en estas
páginas, he aprendido a encogerme de hombros y a pagar el peaje de la libertad de expresión, que
sigue estando en libertad condicional y vigilada. Es difícil acertar e imposible
concitar unanimidades, pero también
llegan mensajes que, por repugnantes, animan mucho y señalan el camino.
Por ejemplo, el “maquiavelito” que ahora manda en la Moncloa y mueve los
hilos del Gobierno, me ofreció “muy
buena vida” si bajaba el listón de las críticas al “gobex” de Monago, pero como
yo no quiero mejor vida que la que tengo…
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