La calma del encinar
DE LA MALDITA
RESIGNACIÓN
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
Frente a la pasividad que tenemos los españoles, con esta
maldita resignación de creer que nada puede hacerse porque el poder, como el Castillo
de Kafka, es inaccesible y no tiene que dar explicaciones, uno siente cierta
envidia de otros pueblos que sí vibran, reclaman, exigen, gritan su indignación
y se consideran capaces de dirigir su destino, porque son conscientes de que
son ellos los que mandan, quitan y ponen. Es la diferencia entre el poder
omnímodo que se ejerce en los pueblos que conservan un sesgo caciquil, como el
nuestro, y el poder delegado de los que tienen solera y pose verdaderamente
democrática, como el islandés.
Esta semana, más de diez mil personas se movilizaron en
apenas 24 horas, en Islandia, pidiendo la dimisión del primer ministro, porque
su nombre aparece en un listado de los “papeles de Panamá”. En un país con la
mitad de habitantes de Sevilla, veinticinco mil internautas firmaron para pedir
la dimisión de su mandatario, muchos de ellos responsables destacados de su
propio partido. Envidia también porque la acusación, retransmitida en directo,
la hizo durante una entrevista un periodista de la televisión pública islandesa.
El primer ministro, sorprendido, se refugió en los recursos de distracción,
carraspeó, balbuceó y acabó saliendo precipitadamente de la sala, dando por
concluida la entrevista. Cuarenta y ocho horas después abandonó el cargo.
¿Imaginan en nuestra televisión pública, o en cualquiera de
los garitos televisivos autonómicos, que un periodista de la casa hiciera eso
con el presidente del Gobierno o de cualquier autonomía? Creo que el corte o el
apagón se producirían incluso antes de que concluyera la pregunta. Es
impensable que algo así pudiera suceder en España, porque aquí todos, de alguna
forma, estamos supeditados y adocenados por el poder y en la creencia cateta de
que dependemos de él, pero que él no depende de nosotros. Es el abismo que
separa a una sociedad resignada, con complejos y mortecina, de otra viva que se
sabe dueña hasta de sus errores.
En esos mismos papeles tenemos a compatriotas de abolengo
que, lejos de bajar la cabeza avergonzados, se sienten agredidos en su
“dignidad”. ¿Pasa algo de verdad, alguna reacción al margen de esperar comparecencias
inútiles? Aquí nadie tiene que explicar nada y si la hermana del rey emérito y
tía carnal del actual, figura en el listado es por su cuenta y riesgo, que ella
no pertenece a la familia bla, bla bla y colorín colorado. ¿En qué quedó la
herencia que con su hermano tenían en Suiza? ¿La mujer de Cañete, eurodiputado
y comisario? Eso no le afecta a él y si hablamos de Pedro Almodóvar pues
resulta que ese es un tema que lleva su hermano Agustín… ¡Agustín y agustito
que nos hemos quedado todos, siempre dispuestos a aceptar pulpo como animal de
compañía!
¿Tenemos que creer lo que diga el ministro Montoro de la
pulcritud y celeridad de su Agencia Tributaria, después de saberse que llevan
dos años con el tema sin haber hecho nada? ¿Pero no es la misma Agencia Tributaria
que validó como correcta una declaración errónea de la infanta Cristina? ¿No es
la misma que proclamó ante un juez que eso de que “hacienda somos todos” es solo un reclamo publicitario?
Pues así todo el rato, un suma y sigue de despropósitos, con
Gobierno en funciones que no funciona y una oposición dedicada al onanismo.
Como escribió Marquina, “España y yo somos así, señora”
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