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La calma del encinar
LOS HILOS DE LA
MARIONETA
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
En el tablero
de ajedrez de la política internacional, cualquier solución insignificante
puede desencadenar un desastre, de ahí que la celeridad que la calle exige en
la resolución de los conflictos, choque frontalmente con la parsimonia de las
instituciones que tienen que decidir, porque saben que la pérdida de un peón
puede ocasionar una catástrofe en la partida. ¿Hemos olvidado el alivio que
todos sentimos con la desaparición de dos sátrapas como Sadam Hussein o Gaddafi?
Pues el tiempo nos está diciendo que fue peor la vacuna que la epidemia, porque
ellos, pese a todo, tenían controlado el conflicto solapado que bullía en sus
pueblos, con intereses comerciales, fanatismos religiosos, petróleo, etnias y
familias en pugna que los están haciendo buenos. ¿Cuántas víctimas inocentes
han caído después de ellos? Se calcula que más de un millón, con lo que se
viene a demostrar que más vale un sátrapa conocido que miles por conocer. Ahora
el conflicto en la zona ha alcanzado tales dimensiones que no se sabe quienes
son los buenos ni a qué sátrapa de repuesto pueden encargarle la solución de la
partida.
Cuando comenzó
el conflicto de Siria contra el dictador Bashar al Assad, todos, evidentemente
intoxicados, deseábamos, como en los casos de Gadafi o Sadam, su caída
definitiva y por aquellos días pocas voces de protesta si hubiera acabado como
aquellos, con su ejecución en directo. Había un clamor internacional para que
se armase a la oposición en Siria pero, otra vez, parece que es peor lo que
puede llegar que lo que está. ¿Cuál de las dos partes es más cruel, extremista
y sanguinaria? Descaradamente se está viendo un cambio de tendencia en EE.UU. y
la Unión Europea y si ayer había que liquidar al oftalmólogo Bashar al Assad,
hoy el ministro de AA.EE. español dice que se hace necesario para el equilibrio
de la zona “platicar” con él. Este nuevo “éxodo”, ahora musulmán, supera con
creces el concepto de refugiados que huyen de un conflicto entre bandas y,
aunque repugne, hay que ponerse en la piel de países que rechazan el reparto
para acoger una explosión migratoria que puede acabar hundiendo aún más sus
precarias economías.
Se preguntan,
creo que con razón, por qué todos los refugiados se dirigen hacia la Unión
Europea y siendo musulmanes, no se dirigen a otros países musulmanes, de
economías boyantes, como Arabia o los emiratos, donde los entenderían mejor.
¿Por qué no se dirigen a países más cercanos, incluso fronterizos, que
acortarían en miles de kilómetros la penalidad de esa riada humana? Y otra
pregunta que parece de Perogrullo ¿por qué no se pone fin a un conflicto de resolución más rápida,
fácil y económica que este reparto presuntamente humanitario, sacando a
millones de personas de su país, obligándolos a un exilio incierto en el que
pueden incluso encontrar una muerte de la que huyen?
Antes de esta
avalancha humana, trasmitida casi en directo, hubo otra aún mayor de refugiados
sirios cristianos, que apenas tuvo eco en la opinión pública porque, esta
claro, en todo esto hay intereses que se
nos escapan y que son los que ponen sordina o altavoz a los conflictos según
les convenga. Esto no está ocurriendo por capricho, una mano muy larga marca
las rutas de los refugiados y mueve los hilos de la marioneta. Que somos todos.
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