La calma del
encinar
PRESUNCIÓN
DE CULPABILIDAD
Tomás Martín Tamayo
Conozco a uno que, después de múltiples fracasos laborales, encontró la
varita mágica de la riqueza en una tienda de retales. En apenas un año compró
el local, pasó a otro mayor, abrió delegaciones, pagó sus deudas, cambió de
coche… Años después invitaba a sus amigos a pasar fines de semana en su finca,
con cortijo, caballos, plataforma para tiro al plato… Su mujer se convirtió en
una “doña” de muchas estrellas y sus hijas iban a Madrid para conocer las
últimas tendencias en moda femenina. El desperezo económico fue tan súbito que
la envidia no se hizo esperar y comenzaron a cuestionar la licitud del mismo.
Como nadie se explicaba semejante enriquecimiento, el chismorreo del vecindario
lo encuadró en una terminal de la droga, que por aquellos años comenzaba a
hacer estragos. Sospechas, conjeturas, presunciones que jamás fueron a parte
alguna porque ni siquiera la Guardia Civil, que lo vigiló de cerca, logró jamás
una evidencia para poder presentársela a un juez. Y sin pruebas…
Ya sé que hay un largo trecho
entre este caso y el de la exconsejera de Sanidad, que logró una nota para
enmarcar en unas oposiciones convocadas por ella misma y con un tribunal que
parece elegido a su medida. Es sospechoso que ella obtuviera un 93,333 sobre
100, mientras que el segundo apenas consiguió 64... En la barra del bar podemos
cuestionar su ética, su estética e incluso su moral y el asunto puede
rentabilizarse políticamente, que es lo que se está haciendo, porque la
exconsejera no hiló fino, pero en un estado de Derecho está garantizada la
presunción de inocencia, que descarta la presunción de culpabilidad.
Afortunadamente la administración de la justicia no se basa en indicios ni
suposiciones, por eso extraña que en la Junta de Extremadura en general y en el
SES en particular, se arbitren medidas estúpidas que sólo sirven para demostrar
la incapacidad de los que las establecen. En el SES tampoco hilan fino.
El SES ha anulado el examen de oposición de la exconsejera, -¡sólo el
de la exconsejera!-, al mismo tiempo que bendice los demás, dándolos por buenos
y aceptando el resultado final de los mismos, en todas las especialidades. ¿Por
qué? Porque parten de la presunción de culpabilidad y porque, evidentemente, creen que con esta
anulación pueden sacar algún rédito político. Una vez más la estrategia y el marketing
se imponen, buscando un ruido mediático de dudosa eficacia porque al final, ya
lo verán, “fuese y no hubo nada”. Aún siendo un profano en Derecho, ya anticipo
el final de la historia, porque si la señora Mejuto recurre a la vía judicial,
seguro que no encuentra a un solo juez que respete la decisión del SES de
anular su examen, ratificando además la infantilada de que vuelva a presentarse
a otro, con otro tribunal elegido por los responsables actuales. Es de risa. Yo
en su caso pasaría del contencioso-administrativo, para irme directamente a un
penal, por haber dictado una resolución injusta.
La idiotez se subraya cuando el propio consejero de Sanidad reconoce que “no hay pruebas fehacientes que
permitan aseverar que Mejuto disponía de las preguntas del examen”. ¿Y entonces?
¿Es necesario recordar que los exámenes se hicieron a finales del pasado año y
con los mismos responsables del SES actual? Como en el caso del que se
enriqueció con la tienda de retales, los comentarios pueden llenar muchos
sacos, pero si no hay evidencias, aunque se pretenda hurgar en la herida y
sostenerla en el tiempo, al final la exconsejera mantendrá su puesto y la Junta
y su “chan-chan”, otra vez, habrán hecho el ridículo. Ya lo verán ustedes.
1 comentario:
No siempre estoy de acuerdo con usted, pero la argumentación de hoy es impecable. Mejuto debería haber sido más inteligente y esperar a que el nuevo gobierno convocara las plazas y designara el tribunal. Probar que sabía las preguntas es imposible, aunque podamos intuirlo: Los jueces no deben dictar sentencia por intuiciones. Cualquier juez medio cuerdo le dará la razón.
Por cierto, en un gran Ayuntamiento, alguien que ocupaba un cargo de designación directa (cargo de confianza) desde 1995, creó una oposición para convertir su cargo eventual en plaza perpetua, con nocturnidad y alevosía. Obviamente obtuvo la plaza sin siquiera dimitir: pasó en horas 24 de Jefe de Prensa nombrado a dedo a "funcionario" perpetuo. ¿Qué le parece?
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