sábado, 15 de junio de 2013

LA LIEBRE DE TRAPO

                            La calma del encinar
                            LA LIEBRE DE TRAPO
                                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                                       tomasmartintamayo@gmail.com

En las carreras de galgos  hacen correr a los perros detrás de una liebre de trapo, imposible de coger ya que mientras más corren ellos más corre la liebre. Es un doble engaño porque, además de ser una liebre falsa, la carrera está amañada para que ningún galgo logre morder el amasijo. A los pobres galgos no se les da tiempo para que puedan olfatear el engaño y salen a toda velocidad detrás del señuelo conforme se abre la compuerta. Tal vez la comparación no sea muy afortunada, pero algo así ocurrió con la bajada del IPRF anunciada por Monago esta misma semana. Los medios de comunicación, ante noticias apresuradas, tienen poco tiempo para el análisis sosegado y se lanzan detrás de la liebre, aunque sea de trapo, y a pesar de que los antecedentes del que tira del señuelo aconsejen cierta prudencia, porque no es la primera vez que organiza estos saraos que después, como en el soneto de Cervantes, “miró al soslayo, fuese y no hubo nada”.

La liebre que soltó Monago, “voy a bajar el IRPF al 90% de los extremeños” saltó corriendo y, motivados por el movimiento acelerado de un “trapo” que reclamaba urgencia, salieron detrás de ella, abriendo los informativos, acaparando tertulias, análisis,  opiniones y copando titulares en toda la prensa. Unos para indignarse, o para aplaudir, otros para anunciar medidas similares, estos  para señalar la audacia de la liebre y aquellos para establecer comparaciones, en estos momentos en los que el propio Gobierno anuncia bastos para la feligresía. El análisis apresurado concluía en una simplicidad: “mientras Rajoy y su Gobierno, impulsados por un comité de expertos, por la Unión Europea, el BCE y el Fondo Monetario estudian más medidas de ajuste, con subidas en casi todos los apartados, en Extremadura, una comunidad considerada pobre y que no es contribuyente neto, iban a bajar el IRPF”.
 
 Cuando la carrera estaba lanzada, a alguien se le ocurrió leer la letra pequeña y  la pertinente división le dio un cociente tan a la baja que la noticia se disolvía en sí misma, pero el pistoletazo ya se había dado. La rebaja suponía 24 euros anuales para los que declararan ingresos inferiores a 24.000 euros y…  ¡para el 2015! Efectivamente, menos da una piedra y no se puede culpar a Monago de haber engañado a nadie porque bajar un sólo céntimo es bajar, aunque en el fogonazo del momento se ahorrara ladinamente la aclaración de que la reducción supone un café con porras y dos copas de aguardiente. Amén de que bajar ahora 10 millones después de haber subido 110 el año pasado…

Objetivo cumplido, durante 24 horas Monago fue el eje de todos los informativos porque, además de los medios españoles, franceses, italianos y alemanes se hicieron eco de la pintoresca noticia, con lo que la rentabilidad mediática estaba notablemente amortizada. No se puede medir en euros el precio de semejante despliegue publicitario, pero es posible que con 24 euros/año de cada uno de los extremeños, no se pudiera pagar semejante derroche mediático. Al alimón, con estas pedradas sobre los cristales,  -“ruido, ruido, ruido”, que cantaba Sabina- Monago cerraba para la atención pública un debate en el que se pasó de puntillas sobre los 188.000 parados. A esos les da igual que rebajen el IRPF. Chimpón.


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