La calma del encinar
LA
LIEBRE DE TRAPO
Tomás Martín Tamayo
En las
carreras de galgos hacen correr a los
perros detrás de una liebre de trapo, imposible de coger ya que mientras más
corren ellos más corre la liebre. Es un doble engaño porque, además de ser una
liebre falsa, la carrera está amañada para que ningún galgo logre morder el
amasijo. A los pobres galgos no se les da tiempo para que puedan olfatear el
engaño y salen a toda velocidad detrás del señuelo conforme se abre la
compuerta. Tal vez la comparación no sea muy afortunada, pero algo así ocurrió
con la bajada del IPRF anunciada por Monago esta misma semana. Los medios de
comunicación, ante noticias apresuradas, tienen poco tiempo para el análisis
sosegado y se lanzan detrás de la liebre, aunque sea de trapo, y a pesar de que
los antecedentes del que tira del señuelo aconsejen cierta prudencia, porque no
es la primera vez que organiza estos saraos que después, como en el soneto de
Cervantes, “miró al soslayo, fuese y no
hubo nada”.
La liebre que soltó Monago, “voy a bajar el IRPF al 90% de los
extremeños” saltó corriendo y, motivados por el movimiento acelerado de un
“trapo” que reclamaba urgencia, salieron detrás de ella, abriendo los informativos,
acaparando tertulias, análisis,
opiniones y copando titulares en toda la prensa. Unos para indignarse, o
para aplaudir, otros para anunciar medidas similares, estos para señalar la audacia de la liebre y
aquellos para establecer comparaciones, en estos momentos en los que el propio
Gobierno anuncia bastos para la feligresía. El análisis apresurado concluía en
una simplicidad: “mientras Rajoy y su Gobierno, impulsados por un comité de
expertos, por la Unión Europea, el BCE y el Fondo Monetario estudian más
medidas de ajuste, con subidas en casi todos los apartados, en Extremadura, una
comunidad considerada pobre y que no es contribuyente neto, iban a bajar el
IRPF”.
Cuando la carrera estaba
lanzada, a alguien se le ocurrió leer la letra pequeña y la pertinente división le dio un cociente tan a
la baja que la noticia se disolvía en sí misma, pero el pistoletazo ya se había
dado. La rebaja suponía 24 euros anuales para los que declararan ingresos
inferiores a 24.000 euros y… ¡para el
2015! Efectivamente, menos da una piedra y no se puede culpar a Monago de haber
engañado a nadie porque bajar un sólo céntimo es bajar, aunque en el fogonazo
del momento se ahorrara ladinamente la aclaración de que la reducción supone un
café con porras y dos copas de aguardiente. Amén de que bajar ahora 10 millones
después de haber subido 110 el año pasado…
Objetivo cumplido, durante 24 horas Monago fue el eje de todos los
informativos porque, además de los medios españoles, franceses, italianos y
alemanes se hicieron eco de la pintoresca noticia, con lo que la rentabilidad
mediática estaba notablemente amortizada. No se puede medir en euros el precio
de semejante despliegue publicitario, pero es posible que con 24 euros/año de
cada uno de los extremeños, no se pudiera pagar semejante derroche mediático.
Al alimón, con estas pedradas sobre los cristales, -“ruido, ruido, ruido”, que cantaba Sabina- Monago
cerraba para la atención pública un debate en el que se pasó de puntillas sobre
los 188.000 parados. A esos les da igual que rebajen el IRPF. Chimpón.
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