La calma del encinar
OPERACIÓN
DERRIBO
Tomás Martín Tamayo

Pero mientras Vara capea el temporal y se lame las heridas, intentando
articular un frente de oposición a su imagen y semejanza, es decir, más bien
blandito, la escudería de propaganda de la Junta, articulada desde la consejería
de Ocurrencias, ha dado una vuelta más al torniquete en el ecuador de la
legislatura y se ha propuesto que GFV tire la toalla para que ni siquiera pueda
ser candidato. El tiro está bien pegado porque si al PSOE, en este momento de
descomposición nacional, regional, provincial y local, le anulan en Extremadura
al único candidato reconocido y reconocible, el PP podrá festejar el éxito de
las próximas elecciones autonómicas incluso dos años antes de que se convoquen.
Y en el brindis participaría gustoso el propio Ibarra.
A Fabra lo crucificaron por
pretender contratar a un “guía de liderazgo”, pero Monago tiene a su gurú
personal, con una veintena de cocineros en la escudería y aquí no ha pasado
nada, porque el silencio de los corderos pone alfombras a todo. Y el plato
principal que elaboran en cocina es siempre el mismo, el exterminio de un Vara que sigue rezando “cuatro esquinitas
tiene mi cama”, mientras los propios se ponen de perfil porque el buen
entendimiento entre Ibarra y Monago es guía para muchos. Poco hay que objetar a
un gobierno del PP en minoría si parte del PSOE está conforme y sus socios son
de IU.
Fernández Vara tiene la culpa incluso del estropicio de FEVAL, mientras
el consejo de administración, en el que participaba el propio PP, queda al
margen y, en el colmo de los colmos, ya
le atacan incluso con grotescos anuncios pagados en prensa, algo que abre un
camino que, hasta ahora, no se había explorado en Extremadura. ¿Para qué? Para
amedrentarlo y para achicarlo cara al debate parlamentario de la próxima
semana. Que salga disminuido, con sensación de culpable y evidencias de
orfandad, es el objetivo de los cocinillas, mientras Vara sigue resignadamente
mirando al cielo.
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