Lo políticamente correcto es
subirse al carro y aplaudir que a los funcionarios de la Junta se les abone,
por cualquier procedimiento, por torticero que sea, la paga extra en enero,
febrero o en diciembre. Ni políticos ni
medios de comunicación se posicionan negativamente ante semejante medida,
porque eso supone ponerse frente a un pelotón de 50.000 dedos que, por su
efecto multiplicador, puede aumentar hasta los 200.000 cabreados. Así es que
todo el mundo tocando la pandereta detrás de la última improvisación del
departamento de Ocurrencias de la Junta, aunque eso abra más costurones de los
que cierra. Nadie, y desde luego yo tampoco, quiere que los funcionarios sigan
siendo los primeros paganos de una situación que no han generado y que la
sufren como todos los demás, aunque tengan, todavía, estabilidad laboral; pero
en política, como ante el tablero de ajedrez, hay que pensar mucho los
movimientos porque la pérdida de un peón puede dejar desguarnecida a la reina.
Monago de esto ni sabe ni sabrá, porque lo suyo será siempre la impronta
ocurrente y nunca el análisis sosegado.
¿Midieron en la Junta las
consecuencias de su última, acelerada e improvisada ocurrencia? Evidentemente
no. Parece bastante claro que cuando se anunció adelantar la paga de junio a 50.000 funcionarios, se olvidó que en
Extremadura tenemos otros 50.000 que no pertenecen a la administración
autonómica, poniendo a los pies de los caballos a los municipios, diputaciones,
mancomunidades, administración del Estado… que ahora se encuentran con la
exigencia lógica de sus propios funcionarios por aquello de que “o jugamos
todos o rompemos la baraja”. Hay municipios que podían estirar su economía
incluso para abonar la extra en Navidad, pero eso sería ir contra una norma
básica y por tanto de obligado cumplimiento… ¡para todos! Podían buscar un
atroche para burlar la Ley, que es lo que en definitiva quieren hacer en la
Junta, pero eso sería adentrarse por un camino de inestabilidad, a todas luces
ilegal, de consecuencias imprevisibles. Si lo hacen, que algunos lo harán, se
aumentará el agravio, porque incluso dentro de la propia Federación de Municipios,
unos funcionarios cobrarán y otros no. De momento ya salió el gallo Quirico de
la Asamblea de Extremadura, para adelantar que allí se pagará la extra. Sodoma
y Gomorra, vamos.
Un cachondeo más que pone en
tela de juicio al propio sistema, porque
parece evidente que sin respeto a las normas básicas, sin armonía general y sin
solidaridad interterriorial, no vamos a parte alguna, y Extremadura no puede
pedir lo que en la primera ocasión no da. Pero es que, además, en el caso
particular de Extremadura, las cañas se nos tornarán lanzas, porque somos la
comunidad más pobre de España, una de las que más paro arrastra, tenemos
endeudados incluso a nuestros nietos, arrastramos déficit en Educación, en
Sanidad, en Infraestructuras… y no parece sensato que porque nos hayan tocados
los cupones no peguemos un chute de populismo barato y demagogia que nos saldrá
muy cara. Y todo esto sin olvidar que se está vendiendo la piel del oso antes
de cazarlo, es decir, improvisación, precipitación y, una vez más, ganas de dar
un repique de campanas, cuando no tenemos campanas. Ni campanario.
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