Pues sí, sombrerazo para
Ibarra y me alegro mucho de poder dárselo desde esta tribuna, en la que recibe
pocas felicitaciones. Su visión, a veces un tanto estrafalaria de la política,
hizo que en no pocas ocasiones Extremadura recibiera alfilerazos desde todos
los medios nacionales, pero justo es reconocer que tuvo la valentía de pensar por sí mismo, que en no pocas
ocasiones acertó y que fruto de aquellas “ibarradas” Extremadura va a recibir,
en el peor de los momentos, una bombona de oxígeno que necesita imperiosamente
para poder llegar con algo de resuello a final de año. El tema ya se sabe, la
Junta presidida por Ibarra se sacó de la manga un revolucionario impuesto a los
intocables bancos y estos acudieron de inmediato lloriqueando a su “primo de Zumosol”.
El Gobierno de Aznar, con una celeridad que cogió desprevenidos a los propios
juristas que desde una y otra orilla intervenían en el caso, presentó recurso
de inconstitucionalidad porque se sentía agredido en sus exclusivas
competencias.
Pero Ibarra no se achicó y
siguió con su plan de pasarle factura a los intocables, hasta que el Tribunal
Constitucional cerró cautelarmente la ventanilla de cobro, porque si alguien ha
tenido todos los vientos a favor es una banca que se ha demostrado desastrosa y
ruinosa para el sistema financiero, para España y para todos los españoles. Así
es que ya tenemos la reedición del Robin
Hood moderno, un Ibarra enfrentado a los poderosos para que soltaran la guita a
la menesterosa Extremadura. ¡En eso y no en otras bobadas, es en lo que Monago
debería imitar a Ibarra! A pesar del Gobierno, presuroso en su afán de ayudar a
los bancos y de la inusitada premura del Tribunal Constitucional para taponar
la herida a los bancos, después de once años resulta que Ibarra tenía más razón
que todos ellos juntos y ahora el Constitucional, -¡ay Dios, que trabajito les
habrá costado!- reconoce la razón de la Junta y pone a cada mochuelo en su
olivo.
El agraciado de la
sentencia, -¡sorpresas te da la vida!-,
es el PP que presentó el recurso contra la medida, porque ahora –¡más sorpresas
te da la vida!- con el permiso de Izquierda Unida, gobierna en la Junta. O peor
dicho, gobierna en el Gobierno, con un Monago que ve el cielo abierto por esta
nueva gratificación de su ángel custodio, sin duda el más trabajador del
firmamento. Si yo estuviera cerca de Monago le pasaría un décimo de lotería por
la espalda, porque tiene más suerte que Fabra.
Doscientos cuarenta millones
de euros procedentes del impuesto a los depósitos bancarios, dinerito contante y sonante que entrará en
unas arcas exhaustas y con el fondo lleno de telarañas. Creo que deberían
consensuar dónde y cómo invertirlos, pero, de momento lo anunciado no suena
mal. Proveedores, Dependencia, talleres de empleo, autónomos… se verán
gratificados con esta pedrea tardía de unos décimos que compró la Junta
socialista. ¡Quien le iba a decir a Ibarra que tantos años después, fruto de su
visión anticipada, los funcionarios extremeños iban a brindar por él con
champán! Yo me sumo a ellos: ¡Chin-chin por Ibarra!
2 comentarios:
Yo creo que ahora, el partido en el poder del Gobierno de Extremadura, que es el que puso el recurso contra Extremadura, debería por muchos conceptos, rehusar a esto ya que hay que ser consecuente con los actos de cada uno. Perdón, que estamos hablando de políticos, en qué estaría yo pensando. Bien escrito.
A Dios, lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar, muy bien Tomás.
bienvenido el dinero...si llega
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