sábado, 15 de diciembre de 2012

A PALOS



Desde hace algún tiempo, cada vez que alguien me pregunta “¿te pagan?”, refiriéndose  a lo que pudiera abonarme HOY por mantener esta columna, suelo responder casi como el lazarillo de Tormes: “Si, a palos”. Si nos ponemos estrictos y puntillosos es mentira, porque de HOY yo no recibo ningún palo y sí alguna asignación, aunque sea meramente testimonial. Pero como respuesta genérica sobre lo que recibimos, no es mentira, porque el que mantiene una tribuna pública, opinando, no puede, ni debe, evitar que la gente se posicione respecto a las opiniones que emitimos. Y ahí entra de todo y todo hay que aceptarlo como un gaje del oficio. Del arriesgado oficio de escribir y de opinar. Nadie nos obliga.

Pero entre los articulistas también hay familias y es lógico que los que hacen crítica de televisión, hablan de economía, de la prima de riesgo, de moda, de historia o del último retoque nasal de Belén Esteban, reciban menos palos que los que, porque así lo hemos decidido voluntariamente, intentamos tomar el pulso de la calle, señalamos el día a día de nuestro entorno inmediato o comentamos el acontecer político. Esta “especialidad” sí tiene respuestas que suelen llegar con pitos, aplausos y palos, porque tenemos que aceptar que “donde las dan, las toman” y  los que se sienten agraviados, además del legítimo derecho de réplica tienen el no menos legítimo derecho de ponerte a parir, retirarte el saludo, no responder a tus “buenos días” y apuntarte en su personal listado de “indeseables”. Eso lo podríamos evitar estándonos callados, “en boquita cerrada no entran moscas”, pero algunos queremos hablar y nos hemos alineado con los versos de Manuel Pacheco: “En boquita cerrada no entran moscas/ pero tampoco salen palabras. /Aunque las moscas entren/ ¡nunca tengas la boca cerrada!

Después de treinta años de presencia más o menos puntual en estas páginas, algunos ya hemos aprendido a encogernos de hombros y a pagar con cierta naturalidad el peaje de la libertad de expresión, que sigue estando en libertad vigilada. De una u otra forma, según la educación y el nivel de tolerancia, la clase política suele dolerse  mucho de cualquier aguijonazo e intentan taponar la boca que les es incómoda. A lo largo de mi vida, ya es mal fario o mala suerte, yo siempre he resultado incómodo para el poder, para los del piso de arriba, para los que ostentando el mando, quieren también tentar la suerte de decidir en el  periódico. Casi siempre fracasaron, pero el fracaso no los desmotiva para que sigan intentándolo por cualquier procedimiento, descendiendo hasta la base o ascendiendo hasta la cúpula.  El resumen es que los políticos pasan, el HOY sigue y, dentro de él, a algunos nos salieron canas.

“Te complicas la vida tanto que incluso te odian los tuyos”. Eso lo he oído muchas veces, acompañado de epítetos como “vendido”, “traidor”, “tonto útil”, “resentido”… Yo quiero escribir y quiero hacerlo manteniendo una actitud crítica porque no me dedico a los ecos de sociedad. Yo no sé escribir de bodas ni amoríos y reivindico mi derecho a opinar y criticar, como acepto que sobre mí se opine. ¿Parece fácil? Pues les garantizo a ustedes que es muy difícil. A mí no me gustaría ser el director de este periódico.

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