sábado, 20 de octubre de 2012

MAÑANA SE VERÁ


Resultan algo pedantes las autocitas, salvo si sirven como argumentación de base y éste es el caso. Desde que el Tribunal Constitucional desautorizó la sentencia del  Supremo, impidiendo que los proetarras pudieran presentarse a las elecciones municipales con nombres diversos -los mismos perros, distintos collares-, vengo sosteniendo que esa era una decisión más política que jurídica, que estaba en la hoja de ruta del Gobierno (entonces era el de Zapatero), que era fruto de un pacto con ETA y que semejante decisión llevaría a los violentos hasta las instituciones, forzándolas, intimidándolas o incluso presidiéndolas. Todo se cumplió y entre Bildu y Aralar se hicieron con 103 municipios, algunos como el de  San Sebastián, además de la Diputación Foral de Guipuzcoa que, desde el primer día, sentó las bases de su inclinación antiespañola y el respeto a las decisiones de ETA.
 
Digan lo que digan, blanca y en tetrabrik, comenzaba a aflorar la letra pequeña de un pacto desconocido por el que ETA había depuesto su deriva asesina, a cambio  de que se le pusiera alfombra electoral, permitiendo a sus acólitos políticos presentarse a las elecciones municipales. La decisión del Tribunal Constitucional, que ya la habían insinuado Zapatero, Arzallus, el PNV y la propia organización terrorista, fue muy criticada por un sector importante de la judicatura, por las víctimas del terrorismo y por el PP, que se puso al frente de la manifestación denunciando el cambio de cromos. El ex ministro de Interior, Mayor Oreja, nos aclaró el pacto secreto. ¿Recuerdan lo que dijo Rajoy al respecto?: “Jaime Mayor Oreja sabe de lo que habla y hay que escucharlo”. O sea.

Cuando el PP ganó las elecciones, con su holgada mayoría absoluta, se comprometió con las víctimas del terrorismo a revisar todo aquello, buscando nuevas pruebas para impedir que los etarras pudieran volver a presentarse a las  elecciones con el nombre de Bildu, Batasuna, Sortu, Amaiur… o cualquier otra denominación, pero mientras tanto en el Congreso de los Diputados, tras las elecciones del 20 de noviembre, y bajo la denominación de Amaiur, una coalición fomada por proetarras, Eusko Alkartasuna, Aralar…, lograba siete diputados y tres senadores, situándose como primera fuerza en el País Vasco. Desde entonces no se ha hecho nada para impedir que el brazo político de los violentos pudiera presentarse a las elecciones autonómicas que se celebrarán mañana en el País Vasco. Y mañana se verá como HP Bildu, si no consigue ganar las elecciones se hará con la llave del Gobierno vasco, con lo que ETA habrá recorrido un tramo importante hacia su objetivo final. YA tenemos el precio del “alto al fuego”.

No es necesario gastar mucho en sondeos, porque la deriva que se ha señalado al electorado vasco dará el fruto apetecido -¿apetecido por todos?- y de los 75 escaños en litigio alrededor de 50 caerán en manos independentistas, que el mismo lunes iniciarán “la internacionalización del conflicto”, como acertadamente lo ha definido Arthur Mas. Empezaremos a ver que el alto al fuego indefinido de ETA tenía una contrapartida y que unos y otros han hecho su papel. O su papelón. No sé porqué me he acordado de la película de Sergio Leone, “La muerte tenía un precio”. Algún día sabremos cúal.

No hay comentarios: