Stefanie Claudia Müller, una prestigiosa
economista alemana, analizó, para seis periódicos alemanes, la España que se
había encontrado la canciller Merkel durante su visita el pasado 6 de
septiembre. No descubre nada que
ignoremos, pero creo que es interesante conocer la opinión que en Europa se
tiene de nosotros. Parece que en Alemania está asentada la idea de que España
es un "país de fiesta", donde la corrupción y la ineficacia política
son los ejes esenciales de nuestra precaria situación. Si Alemania y Europa no
contribuyen a solucionar nuestro problema económico, poniendo previamente orden
en el sistema político que tenemos, España puede convertirse en un paciente
crónico, al que habría que abandonar a su suerte, porque nuestra situación
puede incluso superar la de Grecia.
En Alemania existe una contestación
creciente a que de sus arcas salga un sólo euro para rescatar a un país como el nuestro, en manos
de una oligarquía política, aliada con la oligarquía económica y financiera.
Creen que antes de cualquier rescate efectivo el Gobierno español debe reformar
a fondo la administración de las comunidades autónomas y los ayuntamientos,
diputaciones y otras instituciones, costosas e ineficaces, en su mayoría en
bancarrota y fuera de control. El sistema autonómico está muy cuestionado
porque las regiones, ayuntamientos y diputaciones son responsables de los dos
tercios del gasto público, 234.000 millones, frente a los 118.000 del Estado en
2011. Y este gasto se realiza en condiciones de descontrol, despilfarro y
corrupción, totalmente inaceptables. Creen que ningún país miembro de la UE
puede superar el letargo, con un sistema político asfixiante como el español.
Consideran que nuestra crisis no tiene
nada que ver con los salarios, ya que el 60% de la población ocupada gana menos
de 1.000 euros mensuales. Tampoco con el sistema de pensiones, porque la media
es de 785 euros, que equivale al 63% de la UE. Tampoco con nuestro reducido
horario laboral, ni con la falta de talento, capacidad empresarial o
creativos... Como única razón, se señala para justificar la situación económica
que padecemos, a un modelo de Estado inviable, insostenible, fuente de
nepotismo y corrupción, con diecisiete “estados independientes” y con todos los
organismos multiplicados, incluyendo 200 embajadas, 4000 empresas públicas que
emplean a 520.000 personas, 30.000 coches oficiales 50 canales de televisión... Unos 120.000
millones que “se despilfarran anualmente en un sistema de nepotismo, corrupción
y falta de transparencia”. Se afirma que en España no hay separación efectiva
de poderes, ni independencia del poder judicial.
La opinión generalizada de la prensa
alemana es que no se debe rescatar a los bancos españoles, en bancarrota y
politizados. Y se critica que el Gobierno, endeudado hasta la asfixia, haya
comprometido el dinero público en socorrer a unas instituciones financieras que
deberían haber liquidado. Las soluciones que apuntan descartan más recortes
sociales, subida de impuestos o reducción del gasto social, mucho más bajo que
el de Alemania. Y cuentan algo definitorio que por aquí no ha tenido mucho eco:
Dicen que durante un Consejo de Ministros, el titular de Industría acusó al
ministro de Hacienda de favorecer a la empresa de la que había sido asesor y
que Rajoy, al que se le entregó amplia documentación probatoria, no dijo ni
hizo nada...
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