Este artículo no ha podido salir en HOY
porque estoy de vacaciones y lo he remitido sin tiempo para entrar en la edición
de mañana. Lo siento. Volveré en septiembre.
En “Retrato del Duce”, Renato Vettori dice que Mussolini era incapaz de
rectificar y que, basándose en la fuerza del poder y en el poder de la fuerza,
pretendía siempre torcer el brazo a la realidad para acoplarla a su realidad de
ficción. Ha pasado mucho tiempo, pero la tendencia de algunos prebostes
políticos, incluso de tercera regional, es el empecinamiento, insistiendo en
sus errores con la pretensión de transformarlos en aciertos. Si rectificar es
de sabios, está claro que estos asentados de carambola no están por el camino
de la sabiduría y que, qué pena, casi cien años después, marcan el paso como
Benito Mussolini, a base de fustigar la realidad para ajustarla a sus desvaríos
de pequeños faraones.
Si hace unos días, el ocurrente presidente de la Asamblea de
Extremadura, Manzano, hacía pública la decisión de la Mesa de hacer caridad
discrecional con la rebaja del 5% que se
iba a imponer al sueldo de los diputados, ahora vuelve a insistir respecto al
destino final que se dará a la paga extra de Navidad que, como los demás
funcionarios, diputados, senadores… van a dejar de cobrar los cincuenta y cinco
diputados liberados. Él quiere usar ese dinero para hacer caridad y, para estar
cerca de los ciudadanos, no se le ocurre otra idea que ponerse por encima de
ellos, eligiendo el destinatario último de su piadosa discrecionalidad. Además
del penoso Manzano, ¿puede alguien elegir al destinatario de los ajustes que
impone el Gobierno? Evidentemente no, eso parece reservado a una casta especial
que, pese al tiempo transcurrido, insiste en la ofuscación de El Duce.
Si el presidente de la Asamblea quiere presumir de caritativo,
utilizando lo que no es suyo como nauseabunda baza electoral, que al menos lo
haga con su dinero, pero no con los ajustes salariales que impone su propio
partido desde el Gobierno. A todos nos salpican, directa o indirectamente, los recortes
extremos que Rajoy anunció como “inevitables” (pero evitando que éstos cayeran
sobre instituciones tan costosas como inútiles, sobre las grandes fortunas,
sobre los que nos han puesto en esta situación de “liquidación por derribo”, y
sobre las canonjías bochornosas que se mantienen en un 80% para partidos políticos
y sindicatos), pero nunca dijo el presidente del Gobierno que los recortes se
sometían a la discrecionalidad caritativa de los recortados. ¿Manzano puede
hacerlo? Posiblemente sí, porque para eso también contará con el voto de IU.
Si el PP como partido está en otros afanes, si el Gobierno no puede
descender a las gloriosas ideas de los alfeñiques regionales y si la Junta no
puede distraerse con estas tonterías, alguien desde la propia Mesa debería
alertar al afanado del disparate de atrincherarse con algo que no es suyo. Ese
dinero, como haremos todos los demás, como ha hecho el Congreso, el Senado y la
propia Casa Real, debe volver a las arcas de las que salió, porque de lo
contrario estaremos consintiendo que la ignorancia de los iluminados separe aún
más a la administración de los administrados. Alguien debe decirle a Manzano
que estas virutas lejos de ayudar entorpecen y que no está el horno para
bollos. Ni para “manzananerías”.
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