
Pero dicho la anterior, tal vez sea necesario señalar algo tan obvio
como que no escribimos por obligación. Esta es una disciplina voluntaria, que
requiere el consenso del periódico y del columnista, y que suele resumirse en
un sólo artículo no escrito: “el columnista escribe lo que le da la gana y el
periódico publica lo que considera oportuno”, aunque en mi caso suele coincidir.
Y si existe disenso el periódico decide, porque si no escribimos por
obligación, el periódico tampoco está obligado a publicar lo que escribimos. Así
de claro y de sencillito, aunque algunos quieran buscar extraños conciliábulos.
¿Compensa semejante tarea que, además, suele estar testimonialmente
retribuida?
Cada uno tendrá sus razones, pero a mí me compensa e incluso me siento
afortunado porque me pagan, pese a que yo estaría dispuesto a pagar por
mantener un espacio en estas páginas. El contacto y la comunicación con los
lectores no tienen precio y el reconocimiento que a veces me deparan
tampoco. A mí me abordan en el
restaurante, en la gasolinera, en la calle, en la pescadería del híper, me
envían correos y cartas, se enfadan, se alegran, me llaman por teléfono.
¡Incluso uno me llamó hijo de p… y vendido, desde un coche! ¿Qué más se puede
pedir? Aunque no sea para aplaudir, en el fondo todo es aplauso porque
evidencia que mi opinión cuenta y es compartida o criticada. Y esperada.
Además, está la parte lúdica, que me resulta especialmente festiva. Una
lectora me dijo: “Sus artículos y los de Tomás Martín Tamayo son los que más me
gustan” Yo aproveché: “¿Y cual de los dos le gusta más? Y la señora no lo dudó:
“¡Pues yo creo que los suyos!”. Me quedé con las ganas de saber quién era yo y
quién Tomás Martín Tamayo. Otro se acercó con cierta complicidad en los ojos:
“Ahora mismo he acabado de leer su artículo y me encanta…Usted es Antonio Cid,
¿verdad?”. Un lector eufórico, mientras me daba la mano: “Los domingos lo
primero que hago es leerlo” ¡Cómo se lo agradezco! –le dije, pese a que mi
artículo sale los sábados. ¡Qué arte!.. Bueno pues, salvo imponderables, los sábados nos veremos.
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