Cuando alguien proponía remedios tontos, en mi pueblo solían usar el
desdén: “Sí, esos son los milagros del tío Enciso”. Resulta que el tío Enciso
fue un granjero que se propuso acostumbrar a sus gallinas a sobrevivir sin
comer, y estuvo a punto de conseguirlo, pero en el último momento, después de muchos días
de ayuno, las gallinas se murieron. Él se defendía de las chanzas del
vecindario: “Sí, he fracasado, pero por muy poquito, porque ya estaban casi
acostumbradas”. Me he acordado del tío Enciso y sus milagros por algunos de los
remedios que se están aplicando para paliar la crisis, porque lo que está
proponiendo el Gobierno y la Junta de Extremadura es acostumbrar al personal a
no comer, aunque el desenlace no va a ser diferente al de las gallinas.
Es más fácil subir el IVA, el IRPF, la gasolina y los piensos que
anular el esperpento del Senado, e incluso que anular la idiotez de los
traductores con los que allí se entretienen, usando muy seriecitos el
pinganillo. Antes que cualquier otra medida de achique, el Gobierno debería
cortar por lo sano con estas instituciones teatrales que no sirven ni para
divertir. No han vuelto a hablar de las diputaciones con sus plenarios
inútiles, ni de unas mancomunidades que están creando el órgano antes que la
función. ¿Y los cientos de asesores presidenciales, cobrando desde su casa
mientras tararean, ahora el himno del PP, antes el del PSOE? Se sabía que Rajoy
cogía una patata caliente, pero lo que ha hecho es ponerla al horno para
calentarla un poco más, estrangulando las posibilidades de subsistencia de los
que menos tienen. Bien parece que persigue el milagro del tío Enciso.
Y en Extremadura más de lo
mismo. Es menos complicado poner un impuesto a las bolsas desechables, cerrar
consultas médicas o mandar al paro a cientos de interinos que acabar con una
televisión que no ofrece nada singular y cuya programación es un suma y sigue
de todas las demás. Para que los mandamases de turno puedan enseñar careto en
su tele de juguete, a muchos ancianos se
les cortará la asistencia necesaria y los maestros se verán forzados a impartir
una educación deficiente, con aulas y horarios saturados. ¿Más horas lectivas?
Eso no puede justificarse cuando el
presidente de la Junta desaparece de viernes a lunes y, siguiendo su ejemplo,
la mitad del Gobierno pica billete para salir pitando.
¿Cómo con menos presupuesto, menos personal e inferior salario puede ofrecerse una Sanidad mejor? Esa es una medida tan
elitista como burranca, que preserva el derecho a la salud a los que pueden
pagársela. ¿Que pretenden difundiendo el salario bruto, y con todos los extras,
del cuerpo sanitario, mientras disimulan el propio con la pueril engañifa de
dividirlo por dos? ¿Se puede reducir el fracaso escolar achicando el presupuesto
y despidiendo a los interinos?
El tío Enciso jugaba con la vida de sus gallinas, pero esta política
mostrenca de gastar en lo superfluo para economizar en lo esencial, está
jugando con la vida, el presente y el futuro de miles de familias que no están
para experimentos mientras “los químicos” se divierten. Ya está bien.
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