domingo, 4 de marzo de 2012

¡UFFF, MENOS MAL!


El ex juez Baltasar Garzón ha sido absuelto en el juicio por la investigación de los crímenes del franquismo y, -¡uffff, menos mal!-, eso  debe alegrarnos a todos menos a Garzón y comparsa, que ya no podrán ir por el mundo paseando el victimismo de ser silenciado por tribunales vendidos a la extrema derecha, aireando que al gran héroe de la judicatura universal ha sido condenado y suspendido por su defensa de la democracia y de las víctimas de fascismo. Se acabó el cuento. Seguirán con sus lloros y pancartas, manifestándose por la suerte del supermán plateado, pero su gran baza, que era poder enseñar una sentencia condenatoria por haberse metido torticeramente en berenjenales que no le correspondían, ha quedado desmontada por el Tribunal Supremo que, sin unanimidad, dice en su sentencia que Garzón se equivocó pero no prevaricó.  Una más, porque si lo hubieran condenado cada vez que se equivocó, sumaría más penas que el Arropiero.

 Bien, si ayer aceptamos la sentencia del mismo tribunal que, por unanimidad, lo suspendió como juez por las escuchas ilegales entre abogados y sus defendidos, aceptemos hoy esta, que lo descalifica como instructor y lo ridiculiza como juez, pero lo absuelve porque, como indica en su voto particular el magistrado partidario de su condena, es un ignorante que desconoce “cuestiones esenciales”. Con una condena sin paliativos, un archivo intencionado por prescripción y una absolución por ignorante, se cierran los tres procesos que Garzón tenía abiertos. Gritos de plañideros y algarabías carnavalescas, pero Garzón ya no es juez, lo que es malo para él y sus comparsas y bueno para todos los demás. Dos a cero, brindemos por la Justicia. Como decía mi abuela, “mientras que los que se cabreen sean ellos…”

“Es un insulto a la razón alegar desconocimiento y, en todo caso habría que conducir no a la absolución, sino a una condena por prevaricación, porque dar satisfacción a las justas pretensiones de los familiares de las víctimas del franquismo no puede servir de coartada para encarar una instrucción ilegal”, escribe el magistrado, argumentando su voto discrepante con la sentencia absolutoria. Juzgando el veredicto por su oportunidad, lo que ya es atrevimiento por mi parte, creo que la absolución ha sido la peor condena que le podía caer a Garzón y Cia, porque si lo hubieran condenado para él no supondría nada, porque ya está suspendido, pero le quedaría el recurso de marear la perdiz con la coña de su lucha por la democracia, contra las dictaduras y demás bla, bla, bla.

De momento están desmontando las carpas de los circos que en países ejemplo de democracia, como Bolivia, Ecuador, Cuba, Chile y Argentina habían levantado a la espera de una sentencia condenatoria. Tendrán que guardar las pancartas para mejor ocasión, pero es notable el revuelo internacional por la suspensión de la estrella estrellada. Tanto que  el Poder Judicial ha salido al paso para defender el rigor del Supremo, regalándonos “un Perogrullo”: “No han existido razones políticas ni extrajudiciales en las decisiones del Tribunal Supremo, que se ciñó en todo momento a argumentos profesionales”. Mejor así, pero el rigor ha coincidido con la oportunidad. ¡Uff, menos mal!






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