A pesar de lo que popularmente se cree,
Poncio Pilatos no fue destituido por haber firmado el exequátur (visto bueno),
que le exigían los sacerdotes del Sanedrín para crucificar a Jesucristo.
Vitelio, el gobernador general de Siria, que conocía muy bien a Tiberio, sabía
que para el emperador la muerte de un predicador de Judea era un asunto menor,
con el que no podía justificarse el cese de un pretor y acusó a Pilatos de un
delito fiscal: haber abolido, sin autorización, la tasa del comercio de
cereales, con el consiguiente perjuicio económico para las arcas del Imperio.
¡Eso sí era un delito mayor! Por algo semejante, el emperador había ordenado el
suicidio a un recaudador en Egipto. Pilatos fue cesado “a uña de caballo” y, lo
que era peor, conminado a comparecer con urgencia para responder de su
falta ante el mismísimo Tiberio. Tres años antes, una larga sequía había
arrasado los campos de cereales y para amortiguar la hambruna de la zona el
propio Vitelio sugirió a Pilatos la abolición de la tasa para Galilea, Iturea y
Samaria, las zonas más castigadas. Pilatos hizo extensiva la abolición a Judea,
igualmente afectada, y esa decisión fue el motivo que el propretor de
Siria pasó a Tiberio para justificar el cese de su representante en Judea.
Sirva esta introducción para aclarar que
las responsabilidades penales de los políticos no es algo que se hayan
inventado ahora los islandeses al juzgar a su ex primer ministro por mala
administración y por su actuación negligente durante la gestión de la crisis.
No añoro los procedimientos expeditivos de Tiberio, pero parece sensato que el
político que usa, abusa, se lucra y malgasta los fondos públicos responda de
sus acciones, porque la inmunidad para estos casos parece bastante arbitraria.
¿Es más grave robar un bolso que dilapidar el erario público con ocurrencias y
payasadas? Creo que el ejemplo de Islandia puede abrir la
espita para que los administradores públicos sopesen sus decisiones y sean
más comedidos y responsables. Si todos somos iguales ante la Ley , sobran las licencias y
canonjías de los que por haber sido elegidos para administrarnos, consideran
que pueden reírse de los administrados, llevándolos a la ruina, mientras ellos
se fuman un puro, hacen volutas con el humo y cuentan estrellas. Por sobrar,
creo sinceramente que sobra incluso el concepto de “inimputabilidad” que ampara
al Rey. Lo de la igualdad ante la
Ley no puede quedarse en retórica. Se es o no se es.
El colmo de los colmos es que, como tenemos
muy cerca, los culpables de haber arrasado el presente y el futuro de millones
de familias, sean unos excelentísimos intocables y se retiren a disfrutar, de
por vida, a costa de los propios arruinados y con un salario doble y
grotescamente compatible. Ocho años dando zarpazos de oso y toda una vida para
disfrutarlo. ¡Ole, mi niño! Si al ex primer ministro islandés lo condenan
a dos años de cárcel, algo que yo no creo, se habrá abierto la veda contra los
manirrotos públicos que, que casualidad, gestionan muy bien sus fondos
privados. El horno no está para bollos, ni para zampabollos.
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