miércoles, 29 de febrero de 2012

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS



Pónganse ustedes en situación, la Asamblea de Extremadura convocó oposición para cubrir tres plazas de letrados, (técnicos superiores, especialidad jurídica). Para concurrir a la misma formalizaron su inscripción 81 licenciados en derecho, de los que finalmente sólo se presentaron 43.  La criba del primer examen fue tan  severa que dejó fuera a 33 aspirantes y sólo 10, se supone que los mejores, consiguieron superar el altísimo listón del aprobado. Cubiertas todas las formalidades, el tribunal convocó en día y hora para el segundo ejercicio a los aspirantes que habían superado el primero. Hasta aquí todo normal, pero días antes de la cita para el segundo ejercicio, una de las opositoras que había superado con mayor calificación el primero, denunció por escrito que ella había logrado tan alta calificación porque previamente conocía las preguntas que iban a salir en el examen, y señalaba, con nombre y apellidos, a otra opositora a la que se las había cogido. Las dos trabajaban en el mismo despacho como letradas interinas en la propia Asamblea y las dos habían sacado las mayores puntuaciones en el primer ejercicio. ¿Parece raro que alguien se autodenuncie al denunciar semejante irregularidad, después de haber conseguido una puntuación de 8´15.? Eso es sólo la punta del iceberg.

La opositora sustentaba su denuncia con la aportación de documentos que ratificaban la veracidad incuestionable de lo que manifestaba, dejando al descubierto un contubernio que contaminaba toda la prueba, por lo que ella misma solicitaba la anulación del proceso. Era evidente que algún miembro del tribunal había filtrado el examen, o que la opositora que disponía del mismo lo había sustraído, aprovechando su privilegiada situación como letrada interina de la propia institución. La Mesa que había recibido la denuncia consideró que debía suspender cautelarmente la oposición, trasladando la denuncia al fiscal de Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, que se lo tomó con calma sestera, dejando pasar los meses para finalmente emitir un informe en el decía no encontrar delito, por lo que consideraba que no debían ser juzgados los hechos. Un apaño semejante, con denuncia de parte y con pruebas evidentes de la corrupción que se denunciaba, al fiscal  del TSJE no le decía nada. ¡Chapeau!

Con el extraño criterio del fiscal, la Mesa actual ha considerado que no puede suspender la aposición ni anular la prueba y la retoma nombrando un nuevo jurado y convocando para el segundo ejercicio a los diez opositores que superaron el primero, incluidas la que destapó el cambalache  y la que en origen lo propició. Es algo que no tiene pies ni cabeza, algo que repugna porque se está bendiciendo desde la Mesa de la Asamblea una irregularidad manifiesta, pero a nadie parece importarle que unas oposiciones amañadas, enfangadas y contaminadas lleguen a su fin, aunque ya circulan apuestas sobre los tres opositores que finalmente lograrán superarlas. El silencio de los corderos es la tónica dominante, incluso entre los perjudicados directos, los opositores que acudieron a una convocatoria amañada de principio a fin, prestándose a ser meros comparsas para que se pueda justificar el enredo. Solo falta que nos digan después que han sido unas oposiciones muy reñidas.

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