Cuando con frecuencia se denosta a la clase política en general, resaltando siempre su cara más negativa, es conveniente dejar una puerta abierta a la esperanza porque, afortunadamente, no todo es corrupción, ambición y patanismo. Entre los políticos, como entre los abogados, los maestros o los electricistas, los hay buenos, malos, mejorables y sobresalientes. El caso más evidente entre estos últimos es el de Cipriano Tinoco, veinte años alcalde de Los Santos de Maimona y uno de los últimos caballeros, todo un señor dentro y fuera de la política, que supo dejar una estela de buen hacer sin renunciar nunca a su bonhomía ni caer en lo estridente y chabacano. Pulcro y ajustado, estuvo arriba, abajo y fuera, pero jamás cayó en la malicia y nunca renunció a sus amigos, ideas y principios.
Sé que cada día está más bajo el listón de los políticos, que abundan los aprovechados sin otro bagaje que la sumisión, la traición y la desvergüenza. Sé que es urgente una regeneración de la clase política, generalmente aborregada y adocenada por el interés y la disciplina que imponen los partidos, sé que son muchos/as los/as que ejercen una descarada prostitución política y que para ponerse a salvo son capaces de vender una conciencia que no tienen, pero también sé que hay políticos de la estatura moral de Cipriano Tinoco, que entienden la política como un servicio a los ciudadanos, con una actitud generosa y una conciencia escrupulosa.
Cipriano Tinoco fue el primer alcalde de la etapa democrática en los Santos de Maimona, (formado al lado de Francisco Murillo, otro gran alcalde) y pronto se granjeó el respeto en todas las instituciones porque se veía con admiración el afán que ponía en todo lo concerniente a su pueblo y a su gente. Si un santeño entraba en prisión, allí estaba Cipriano; si alguien tenía un conflicto en los juzgados, allí estaba Cipriano; en el hospital estaba Cipriano, para cualquier gestión estaba Cipriano. Durante muchos años, sin asignación alguna como alcalde y en su coche particular, Cipriano fue el alcalde-recadero que exigían las circunstancias.
El pasado domingo lo enterramos y tras el pleno institucional (¡gracias, alcalde José Santiago!), mientras arropábamos a Celia, su inseparable compañera, el portavoz del PP, Manuel Lavado, concluyó así su intervención: “Que Dios lo tenga en su seno y que dentro del dolor por su pérdida, todos sepamos valorar con alegría la satisfacción de haberlo conocido”. Pues eso.
Sé que cada día está más bajo el listón de los políticos, que abundan los aprovechados sin otro bagaje que la sumisión, la traición y la desvergüenza. Sé que es urgente una regeneración de la clase política, generalmente aborregada y adocenada por el interés y la disciplina que imponen los partidos, sé que son muchos/as los/as que ejercen una descarada prostitución política y que para ponerse a salvo son capaces de vender una conciencia que no tienen, pero también sé que hay políticos de la estatura moral de Cipriano Tinoco, que entienden la política como un servicio a los ciudadanos, con una actitud generosa y una conciencia escrupulosa.
Cipriano Tinoco fue el primer alcalde de la etapa democrática en los Santos de Maimona, (formado al lado de Francisco Murillo, otro gran alcalde) y pronto se granjeó el respeto en todas las instituciones porque se veía con admiración el afán que ponía en todo lo concerniente a su pueblo y a su gente. Si un santeño entraba en prisión, allí estaba Cipriano; si alguien tenía un conflicto en los juzgados, allí estaba Cipriano; en el hospital estaba Cipriano, para cualquier gestión estaba Cipriano. Durante muchos años, sin asignación alguna como alcalde y en su coche particular, Cipriano fue el alcalde-recadero que exigían las circunstancias.
El pasado domingo lo enterramos y tras el pleno institucional (¡gracias, alcalde José Santiago!), mientras arropábamos a Celia, su inseparable compañera, el portavoz del PP, Manuel Lavado, concluyó así su intervención: “Que Dios lo tenga en su seno y que dentro del dolor por su pérdida, todos sepamos valorar con alegría la satisfacción de haberlo conocido”. Pues eso.
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