¿A quien, sino a Ibarra, se le puede ocurrir el despropósito de ceder en el trasvase Valdecañas-Segura a cambio de que Cáceres sea elegida Capital Europea de la Cultura en 2016? Genio y figura, seguirá haciendo propuestas disparatadas, porque el caso es seguir, que se le vea, que se le oiga, al precio que sea. Espero que nadie le haga caso porque sería un disparate poner sobre la mesa contrapesos que nada tienen que ver con el nombramiento, matando mosquitos a cañonazos y pagando por el título mucho más de lo que vale. Los empeños razonables hay que razonarlos y no entrar con ellos en un estúpido mercadilleo que para lo único que sirve es para restar méritos a Cáceres y ponernos en evidencia, una vez más, a todos los extremeños.
Hasta ahora han sido veintidós las ciudades que han ostentado la titularidad que nosotros perseguimos para Cáceres y ninguna de ellas ha sufrido una transformación equiparable al costo económico invertido en el proyecto. Desde Aviñón, Bergen y Santiago de Compostela que compartieron la primera designación en 2001, hasta Liberpool y Stavanger en el 2008, todas las capitales europeas han pasado su año “de gloria” sin pena y poca gloria, porque el aporte económico que llega no es como para transformar las estructuras culturales de esas ciudades, aunque no se puede negar el valor del título para la difusión internacional de su patrimonio. El nombramiento no es panacea de nada y los austriacos, que suelen ser muy realistas, hicieron sus cuentas tras el año de Graz como capital europea en 2003. La conclusión fue que había salido más de lo que había entrado.
Cáceres se vale por si misma para optar a la designación, porque su patrimonio arquitectónico es superior o equiparable al de todas las ciudades que ya han pasado por el trance y muy superior al de las otras doce ciudades españolas que compiten por la titularidad de 2016. Es en esa realidad evidente, incontestable, donde reside nuestra razón y nuestra fuerza, aunque Zapatero se haya posicionado públicamente por Córdoba. Además creo que las cosas se están haciendo con bastante solvencia y que tanto el ayuntamiento cacereño, como la consejería de Cultura, la Asamblea y las diputaciones presentan un frente común muy sólido a la propuesta inicial del PP. Pocos proyectos de Extremadura gozan de tanta unanimidad.
En esta situación parece excesivamente frívolo adentrarse por la senda del chalaneo y el cambio de cromos, pretendiendo, como lo ha hecho Ibarra, que lo de Cáceres Capital Europea de 2016, sea una compensación graciable por la cesión del trasvase Valdecañas-Segura. ¡Este hombre primero dispara y después apunta! Si nos corresponde que nos lo den y, en capítulo aparte, si tenemos que ceder en el trasvase, intentemos sacar compensaciones que no hagan reír a medio mundo. Si la disparatada propuesta de Ibarra llega a oídos de la comisión del parlamento europeo, Cáceres habrá perdido muchas bazas en la carrera hacia la capitalidad. ¡Una ibarrada más en el suma y sigue de sus barbaridades! ¿Por qué no se calla?
Hasta ahora han sido veintidós las ciudades que han ostentado la titularidad que nosotros perseguimos para Cáceres y ninguna de ellas ha sufrido una transformación equiparable al costo económico invertido en el proyecto. Desde Aviñón, Bergen y Santiago de Compostela que compartieron la primera designación en 2001, hasta Liberpool y Stavanger en el 2008, todas las capitales europeas han pasado su año “de gloria” sin pena y poca gloria, porque el aporte económico que llega no es como para transformar las estructuras culturales de esas ciudades, aunque no se puede negar el valor del título para la difusión internacional de su patrimonio. El nombramiento no es panacea de nada y los austriacos, que suelen ser muy realistas, hicieron sus cuentas tras el año de Graz como capital europea en 2003. La conclusión fue que había salido más de lo que había entrado.
Cáceres se vale por si misma para optar a la designación, porque su patrimonio arquitectónico es superior o equiparable al de todas las ciudades que ya han pasado por el trance y muy superior al de las otras doce ciudades españolas que compiten por la titularidad de 2016. Es en esa realidad evidente, incontestable, donde reside nuestra razón y nuestra fuerza, aunque Zapatero se haya posicionado públicamente por Córdoba. Además creo que las cosas se están haciendo con bastante solvencia y que tanto el ayuntamiento cacereño, como la consejería de Cultura, la Asamblea y las diputaciones presentan un frente común muy sólido a la propuesta inicial del PP. Pocos proyectos de Extremadura gozan de tanta unanimidad.
En esta situación parece excesivamente frívolo adentrarse por la senda del chalaneo y el cambio de cromos, pretendiendo, como lo ha hecho Ibarra, que lo de Cáceres Capital Europea de 2016, sea una compensación graciable por la cesión del trasvase Valdecañas-Segura. ¡Este hombre primero dispara y después apunta! Si nos corresponde que nos lo den y, en capítulo aparte, si tenemos que ceder en el trasvase, intentemos sacar compensaciones que no hagan reír a medio mundo. Si la disparatada propuesta de Ibarra llega a oídos de la comisión del parlamento europeo, Cáceres habrá perdido muchas bazas en la carrera hacia la capitalidad. ¡Una ibarrada más en el suma y sigue de sus barbaridades! ¿Por qué no se calla?
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