La refinería fue tema de debate durante la pasada legislatura y como reconoció Carlos Floriano, tuvo una incidencia importante en el resultado electoral. Ahora, el que mañana puede ser su sustituto en la presidencia regional del PP, José Antonio Monago, repite los mismos argumentos, porque la realidad suele ser tozuda y, quiérase o no, la refinería recibió un elocuente “visto bueno” electoral. Creo que rectificar es una prueba de realismo y me parece valiente que el candidato enseñe sus cartas para que el congreso que ha de votarlo sepa a qué atenerse.
El Partido Popular se opuso a la refinería, sin ignorar que había mucha gente que la aceptaba abiertamente. Se sabía que montarse en el mismo carro que IU podía tener consecuencias electorales poco gratas, pero se apostó por una decisión que curiosamente incomodaba a todos, incluida la propia IU y los “antirefineria”, que no querían competencia en la oposición al proyecto y que en la búsqueda desesperada del voto “anti”, les molestaba la competencia del PP. ¿Cuál fue el resultado final? A nivel global el PSOE aumentó su diferencia, IU desapareció de la Asamblea de Extremadura y de la zona de influencia, donde el PP perdió una parte importante de su representación, aunque no sólo por la refinería, porque con petróleo o sin petróleo, “lo que no pué ser, no pué ser y además es imposible”
Extremadura necesita industrias que generen trabajo y todavía no se ha inventado una industria que no contamine. Podemos presumir de prados verdes, bosques encinados, arroyos cristalinos y pajaritos pío-píos, pero Extremadura sigue siendo la tierra del paro, con todo lo que eso conlleva. Compartimos con Andalucía la medalla olímpica del paro y hoy tenemos 10.000 parados más que en enero, que es un record que no había logrado ni Rodríguez Ibarra. Lideramos el paro juvenil, que sube al 26% y estamos a 8 puntos de desventaja en paro femenino. ¡O sea, que no estamos como para deshojar margaritas!
Puede ocurrir que los que no tienen otro discurso que su oposición a la refinería, se sientan deslegitimados políticamente con el cambio que se anuncia en el PP, pero ese es el precio que tienen que pagar los que, hasta ahora, han vivido de un monotema tan rentable. En una ocasión y por haber escrito un artículo laudatorio sobre Alfonso Gallardo, al que admiro sinceramente y sin tapujos, alguien me llamó para reñirme, sugiriéndome la conveniencia de no volver a su pueblo porque estaba arruinando su carrera política. La criatura estaba tan sofocada que incluso acudió a su “primo de zumosol” para pedir mi cabeza… ¡Ay, si yo quisiera ser cruel!
La encuesta más veraz que podemos hacer sobre la aceptación de la refinería, o de cualquier otra industria, es preguntando a los parados, a los extremeños que trabajan en refinerías fuera de Extremadura y acudiendo a las hemerotecas para hacer recuento de las lágrimas que Extremadura ha vertido por unas industrias que siempre acababan en otro lado. Llorar por lo que no tienes y despreciarlo cuando te llega…¡Eso si que es un cambio!
El Partido Popular se opuso a la refinería, sin ignorar que había mucha gente que la aceptaba abiertamente. Se sabía que montarse en el mismo carro que IU podía tener consecuencias electorales poco gratas, pero se apostó por una decisión que curiosamente incomodaba a todos, incluida la propia IU y los “antirefineria”, que no querían competencia en la oposición al proyecto y que en la búsqueda desesperada del voto “anti”, les molestaba la competencia del PP. ¿Cuál fue el resultado final? A nivel global el PSOE aumentó su diferencia, IU desapareció de la Asamblea de Extremadura y de la zona de influencia, donde el PP perdió una parte importante de su representación, aunque no sólo por la refinería, porque con petróleo o sin petróleo, “lo que no pué ser, no pué ser y además es imposible”
Extremadura necesita industrias que generen trabajo y todavía no se ha inventado una industria que no contamine. Podemos presumir de prados verdes, bosques encinados, arroyos cristalinos y pajaritos pío-píos, pero Extremadura sigue siendo la tierra del paro, con todo lo que eso conlleva. Compartimos con Andalucía la medalla olímpica del paro y hoy tenemos 10.000 parados más que en enero, que es un record que no había logrado ni Rodríguez Ibarra. Lideramos el paro juvenil, que sube al 26% y estamos a 8 puntos de desventaja en paro femenino. ¡O sea, que no estamos como para deshojar margaritas!
Puede ocurrir que los que no tienen otro discurso que su oposición a la refinería, se sientan deslegitimados políticamente con el cambio que se anuncia en el PP, pero ese es el precio que tienen que pagar los que, hasta ahora, han vivido de un monotema tan rentable. En una ocasión y por haber escrito un artículo laudatorio sobre Alfonso Gallardo, al que admiro sinceramente y sin tapujos, alguien me llamó para reñirme, sugiriéndome la conveniencia de no volver a su pueblo porque estaba arruinando su carrera política. La criatura estaba tan sofocada que incluso acudió a su “primo de zumosol” para pedir mi cabeza… ¡Ay, si yo quisiera ser cruel!
La encuesta más veraz que podemos hacer sobre la aceptación de la refinería, o de cualquier otra industria, es preguntando a los parados, a los extremeños que trabajan en refinerías fuera de Extremadura y acudiendo a las hemerotecas para hacer recuento de las lágrimas que Extremadura ha vertido por unas industrias que siempre acababan en otro lado. Llorar por lo que no tienes y despreciarlo cuando te llega…¡Eso si que es un cambio!
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