En Almendralejo están programando actos para conmemorar el bicentenario del nacimiento de Espronceda y poco se puede objetar, porque parece lógico que en el municipio presuman de paisano tan importante. Supongo que con las celebraciones pretenden recordarnos que Espronceda es uno de sus hijos ilustres, pero también supongo que en Almendralejo no se ignora que el poeta nunca se sintió almendralejense y que dejó su origen en una nebulosa intencionada. Pese a los bellos desahogos de Manuel Rodrigo Asensio en “Mis cartas a Espronceda”, este pasó de Extremadura y pasó de Almendralejo.
Espronceda nació en el término municipal de Almendralejo, como podía haber nacido en el de Villafranca de los Barros si a su madre se le adelanta unos minutos el parto, pero nunca se sintió vinculado a la ciudad de su origen, a la que creo que no volvió, aunque en Almendralejo siempre lo señalaron y lo sintieron como suyo. Los extremeños solemos ser más generosos con los que triunfan fuera y con los foráneos que con los que hacen su obra o su labor en Extremadura. En este sentido y por poner un sólo ejemplo, siempre he creído que nuestro Jesús Delgado Valhondo, sería una figura de trascendencia nacional si en lugar de pasearse por nuestras calles y beber de nuestros vinos, hubiera recorrido las de Madrid, chateándose en los garitos literarios de moda. ¡Cosas que pasan!
Espronceda como poeta y como político comprometido merece respeto y reconocimiento, como ya nos dijo Pablo Martinez Zarracina el pasado domingo en HOY. Vale que en Almendralejo se tome la iniciativa de preparar unos factos para conmemorar su nacimiento, pero creo que no se debe caer en el papanatismo, adulterar la verdad y endulzar a fuerza de olvido, una relación que nunca fue recíproca. No es bueno reescribir la historia con la pluma del capricho. La puñetera verdad es que Almendralejo fue más de Espronceda que Espronceda de Almendralejo.
Lo que ha trascendido de la trayectoria vital de Espronceda es su obra literaria, pero antes que escritor desarrolló una apasionada actividad política, sufriendo varios destierros por su defensa del liberalismo y su postura antimonárquica y contestataria. En uno de los destierros acabó en Badajoz, pero ni con la cercanía demostró interés alguno en acercarse a Almendralejo. Fue diputado por Almería y cuando en el Congreso de los Diputados se encontraba con los extremeños, a los que procuraba evitar, se limitaba a saludarlos displicentemente con un “hola paisanitos”.
O sea, que sí, que está bien lo de presumir de Espronceda, pese a que él pudo presumir de Almendralejo y nunca lo hizo. ¿Tenemos que “almendralejarlo” a la fuerza? Si se trata de eso…
Espronceda nació en el término municipal de Almendralejo, como podía haber nacido en el de Villafranca de los Barros si a su madre se le adelanta unos minutos el parto, pero nunca se sintió vinculado a la ciudad de su origen, a la que creo que no volvió, aunque en Almendralejo siempre lo señalaron y lo sintieron como suyo. Los extremeños solemos ser más generosos con los que triunfan fuera y con los foráneos que con los que hacen su obra o su labor en Extremadura. En este sentido y por poner un sólo ejemplo, siempre he creído que nuestro Jesús Delgado Valhondo, sería una figura de trascendencia nacional si en lugar de pasearse por nuestras calles y beber de nuestros vinos, hubiera recorrido las de Madrid, chateándose en los garitos literarios de moda. ¡Cosas que pasan!
Espronceda como poeta y como político comprometido merece respeto y reconocimiento, como ya nos dijo Pablo Martinez Zarracina el pasado domingo en HOY. Vale que en Almendralejo se tome la iniciativa de preparar unos factos para conmemorar su nacimiento, pero creo que no se debe caer en el papanatismo, adulterar la verdad y endulzar a fuerza de olvido, una relación que nunca fue recíproca. No es bueno reescribir la historia con la pluma del capricho. La puñetera verdad es que Almendralejo fue más de Espronceda que Espronceda de Almendralejo.
Lo que ha trascendido de la trayectoria vital de Espronceda es su obra literaria, pero antes que escritor desarrolló una apasionada actividad política, sufriendo varios destierros por su defensa del liberalismo y su postura antimonárquica y contestataria. En uno de los destierros acabó en Badajoz, pero ni con la cercanía demostró interés alguno en acercarse a Almendralejo. Fue diputado por Almería y cuando en el Congreso de los Diputados se encontraba con los extremeños, a los que procuraba evitar, se limitaba a saludarlos displicentemente con un “hola paisanitos”.
O sea, que sí, que está bien lo de presumir de Espronceda, pese a que él pudo presumir de Almendralejo y nunca lo hizo. ¿Tenemos que “almendralejarlo” a la fuerza? Si se trata de eso…
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