viernes, 21 de marzo de 2008

Un perro de Viernes Santo



Lograr cobertura publicitaria es una de las pretensiones de muchos presuntos artistas que, incapaces de auparse sobre su arte, recurren a la provocación para que tengamos que acordarnos de ellos y de su madre. Es el caso de un fulano indeseable, completamente perturbado que, de rondón, ha conseguido meterse en mi mundo, para azuzarme los peores demonios. Sé que al traerlo aquí ejerzo de “tonto útil” porque es eso lo que esta gentuza pretende, pero no puedo remediarlo porque necesito escupir: el artista en cuestión se llama Guillermo Vargas Habacuc y él y su arte ocupan cientos de páginas en Internet. Entren y vean.

Su obra magna, la que ha dado la vuelta al mundo y lo ha catapultado como auténtica celebridad, con méritos sobrados para ser “invitado especial” en la Bienal Centroamericana de Honduras de 2008, ha sido apresar a un perro abandonado, atarlo corto con una cuerda en un rincón de una galería de arte de Managua y dejarlo allí para que muriera lentamente de hambre y de sed, filmando día a día el deterioro físico del pobre animal. ¿Qué no se lo creen?

Las fotografías, colgadas en la red, fueron aplaudidas por unos cuantos pervertidos en revistas especializadas y así se enteró el mundo de la existencia de esa pobre bestezuela, que entraba por derecho propio en la elite más repugnante del género humano y del “arte secuencial”. Cuando el tipo se vio acosado por su depravación, no se arredró: “Nadie llegó para liberar al perro, nadie le dio comida o llamó a la policía, nadie hizo nada. Además, el perro está más vivo que nunca, porque sigue dando que hablar seis meses después”. Algo de razón no le falta y puede que la culpa esté muy compartida, porque en la galería se ve gente, mirando cuadros y charlando, indiferentes a la situación del perro, que se consumía atado en un rincón.

En el fondo de todo parece que subyace una ridícula venganza contra los perros, porque unos rottweilers habían devorado a Natividad Canda, un amigo del “artista”. En su recuerdo, al perro “expuesto en la galería” le llamó Natividad. El asunto es tan macabro, que la galerista llegó incluso a indignarse por la macabra celebridad que estaba logrando su sala y también dio su justificación: “Espero que todos los que ahora han elevado su voz de repudio, lo hicieran también cuando Natividad Canda fue devorado por sus rottweilers”. ¡Genial!

Hace dos años, en el museo madrileño “Reina Sofía”, se visualizó un video de 52 minutos, en el que mataban a una vaca a martillazos. No he logrado averiguar el nombre del “artista”, pero no me extrañaría que fuera el mismo.

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