No sé si la consejera de Educación pierde la compostura o simplemente es que no tiene compostura, pero el caso es que en cada pleno de la Asamblea de Extremadura nos monta su numerito con un histrionismo gesticular que denota poca seguridad y muy mala educación. Es de lo más negado que he visto en mi vida política y no entiendo cómo en sus propias filas no le enseñan algo de urbanidad para que pueda ahorrarse el soponcio y para ahorrarnos a los demás visión tan desastrosa de sus puestas en escena. Resulta extraño que otras consejeras, que están recién llegadas y que vienen de fuera del mundo político, sin antecedentes ni consecuentes, demuestren más temple, más cintura democrática y más tablas que esta consejera de la mala Educación, supuestamente forjada en la diatriba parlamentaria.
¿Por qué pierde los nervios, por qué se crispa tanto cada vez que le hacéis una pregunta?, me preguntaba un diputado de sus propias filas. La explicación más recurrente es que se sabe incapaz de llenar dignamente el traje de consejera y esa evidencia la pone de los nervios, pero también pueden tener cabida otros factores, como la mala educación. Habla atropelladamente, enfatiza ridículamente cada frase y utiliza un lenguaje de arrabal impropio en cualquier consejero, pero aún más impropio en alguien encargada de la Educación. Da grima imaginársela en algún foro de representación, donde tenga que tratar con otros consejeros ¿Qué pensarán de Extremadura viendo y oyendo a semejante embajadora? César Diez Solís, con el aplomo que le caracteriza, la rebautizó en el último pleno: “es ud. la consejera de la mala educación”
Es una pena que los plenos de la Asamblea no se retransmitan por el Canal extremeño, porque así podría ver Extremadura que la Educación está en manos de una consejera que mira con odio, con evidente inquina y que al final golpea el micrófono, pagano último de sus arrebatos. Y de su mala educación. Desde luego difícil lo tiene el presidente de la Junta si con gente así pretende vender una nueva imagen de la Junta y de Extremadura. La Educación y los docentes, -menos mal que le excluyeron la Universidad-, deberán tener mucha paciencia y pensar aquello tan resignado de que “no hay mal que cien años dure”. Triste panorama.
¿Por qué pierde los nervios, por qué se crispa tanto cada vez que le hacéis una pregunta?, me preguntaba un diputado de sus propias filas. La explicación más recurrente es que se sabe incapaz de llenar dignamente el traje de consejera y esa evidencia la pone de los nervios, pero también pueden tener cabida otros factores, como la mala educación. Habla atropelladamente, enfatiza ridículamente cada frase y utiliza un lenguaje de arrabal impropio en cualquier consejero, pero aún más impropio en alguien encargada de la Educación. Da grima imaginársela en algún foro de representación, donde tenga que tratar con otros consejeros ¿Qué pensarán de Extremadura viendo y oyendo a semejante embajadora? César Diez Solís, con el aplomo que le caracteriza, la rebautizó en el último pleno: “es ud. la consejera de la mala educación”
Es una pena que los plenos de la Asamblea no se retransmitan por el Canal extremeño, porque así podría ver Extremadura que la Educación está en manos de una consejera que mira con odio, con evidente inquina y que al final golpea el micrófono, pagano último de sus arrebatos. Y de su mala educación. Desde luego difícil lo tiene el presidente de la Junta si con gente así pretende vender una nueva imagen de la Junta y de Extremadura. La Educación y los docentes, -menos mal que le excluyeron la Universidad-, deberán tener mucha paciencia y pensar aquello tan resignado de que “no hay mal que cien años dure”. Triste panorama.
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