domingo, 5 de marzo de 2006

Aleluya, ETA se aviene a dialogar


Han sido tantos los requiebros amorosos que, por fin, a la banda terrorista ETA se le ha ablandado el alma y en un geto de condescendencia ha hecho público un comunicado anunciando un alto el fuego “permanente”. Ha sido el octavo en su sangrienta historia y cada vez que lo ha hecho ha puesto un apellido distinto, temporal, total, parcial, indefinido, permanente…. El enigma que tenemos que descifrar ahora es el alcance de “permanente” y entregados a desentrañar el misterio anda media España, a pesar de que las cosas de ETA son muy sencillitas, porque siempre dice lo mismo y siempre hace lo mismo.


En el comunicado, los pistoleros (¿puedo todavía llamarlos pistoleros?) no dicen nada de entregar las armas, no hacen ninguna referencia al arrepentimiento, no piden perdón a las víctimas y, eso sí, en un gesto de coherencia, mantienen camufladamente el postulado de la autodeterminación del País Vasco, exigiendo a España y Francia que respeten la determinación que allí adopten. Si se lee su perorata con un mínimo de cordura, se detecta frialdad, altanería, seguridad y el aire matonil de siempre.


¿Qué pasó con las otras siete treguas que los etarras nos concedieron? Casi todas fueron treguas estratégicas para reorganizarse y tomar impulso y cuando lo estimaron oportuno, volvieron a matar, pero lo que no dejaron nunca es de extorsionar. Ahora ocurre igual, porque casi al mismo tiempo que hacían público su “alto el fuego”, remitían diez mil cartas a industriales vascos, exigiéndoles el impuesto revolucionario, que con las cosas de comer no se juega. ¿Que qué deben hacer los industriales ante la extorsión y la amenaza consiguiente? Parece que lo más conveniente es que paguen. Que paguen porque lo del estado de derecho todavía puede esperar un rato más y, de momento, lo más urgente es que ETA no se cabree. No hay que pisar fuerte para que la culebra no se despierte, porque tampoco es plan de que por diez mil extorsionados no se pueda llegar a un acuerdo con los terroristas, que han sido suficientemente generosos con la tregua “permanente”.


Ibarra, que es una enciclopedia del saber universal, dijo, sin sonrojarse, que los terroristas seguían extorsionando a los empresarios porque “están haciéndose un plan de pensiones”. Y ya puesto en trance, consideró poco oportuno que se encarcelase a Otegui, porque es un interlocutor que puede resultar necesario. O sea, que Otegui, con su carga apologética a favor del terrorismo, es ahora una pieza clave a la que hay que perdonar esos pecadillos de juventud. Otra perla del sabio barbado es que las víctimas no tienen nada que decir en la negociación y que ellas no pueden hablar por los muertos… Disparates, disparates, disparates que delatan un corazón encallado y duro.


¿Silencio que habla ETA? Ojalá que el silencio no lo rompa la detonación de un nuevo tiro en la nuca, pero con gritos chulescos o silencios vergonzantes, sobre la mesa hay 3640 mutilados y 851 muertos. ¿Tenemos que olvidarlos? Ya veremos.

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