lunes, 20 de febrero de 2006

El pájaro de las plumas de cristal


“El pájaro de las plumas de cristal” es una terrorífica película italiana, con música del siempre eficaz Ennio Morricone y creo que dirigida por Dario Argento, hace más de treinta años. La trama en bruto, son asesinatos en cadena y un maniaco que los anuncia por teléfono, con un extraño sonido de fondo. Después de mucho indagar se averigua que los chasquidos grabados son producidos por un ave conocida como “el pájaro de las plumas de cristal”, que se encuentra en un zoo, por lo que deducen que el asesino vive muy cerca de allí…

¿Qué a qué viene todo esto? Generalmente detrás de cada uno de nosotros hay también un pájaro con plumas de cristal que vigila y delata nuestros movimientos. Es, de alguna forma, el que se encarga de que no haya crimen perfecto, porque siempre deja el chasquido de sus plumas en el fondo de todas nuestras acciones. Hagamos lo que hagamos y por mucho envoltorio que pongamos a lo que hacemos, “el pájaro de las plumas de cristal” siempre vigila y con su “crac-cric, crac-cric” nos señala, nos desnuda y deja el rastro, las miguitas de pan, para desmoronar nuestra estrategia.

Un pelo, un chicle, el hueso de un dátil, una canción, un periódico, un clinex… son a veces las plumas del pájaro que nos vigila y del que no podemos librarnos, por eso se dice “no la hagas, no la temas”. Generalmente nos planteamos nuestra vida como un puzzle que nos empeñamos en completar, aunque sea forzando y recortando piezas que se resisten por que no reconocen su sitio.

Con un golpe de vista superficial todo parece correcto, pero el “crac-cri, crac-cric” delator está ahí y con una simple lupa se desmorona todo el artificio, la marrullería y la precipitación con la que elaborado el mural. Lo que nos parecía perfecto se descubre en toda su esplendorosa imperfección, de tal modo que dejamos de ver el conjunto y nos centramos exclusivamente en la pieza que forzada es como la machita en la solapa, que no deja ver el traje.

¿Se acuerdan de aquel puzzle, aparentemente perfecto del 11-M, que ahora cumple dos años? ¿Se acuerdan de la encerrona mediática, de las manifestaciones, de las convocatorias “espontáneas” en el día de reflexión? ¿No recuerdan a algunos de nuestros egregios actores, ahora casi todos con pitanza en los medios oficiales? Bueno, pues cuando se revisa con un poco de calma todo aquel ruido, resulta que al fondo se percibe el estridente “crac-cric” del pájaro de las plumas de cristal y ahora se ven piezas sueltas, piezas mal ajustadas, piezas rebeldes e incluso piezas que son de otro puzzle.

Las interrogantes se abren en espiral y cada día, por encima del ruido, se oye el “crac-cric”, que cobra protagonismo en cada una de las contradicciones y con cada uno de los extraños personajes que se colocaron en el escenario sin papel en libreto. ¿Acabaremos preguntándonos, como suele hacer la policía, a quien benefició todo aquello?

Se desdibuja la dirección del atentado, otorgada exclusivamente a “el chino”. Las “caravanas de la muerte” de los islamistas y de los etarras se acercan en el tiempo y en el espacio y parecen tener el mismo origen, el mismo fin e incluso el mismo destino. Lo coches delatores de ayer, hoy son coches fantasmas y queda mucho “crac-cric” en la intervención de algunos agentes de la seguridad, extrañamente despistados, extrañamente confiados y extrañamente desmemoriados. Se detectó el coche de los etarras, que llevaba el mismo cargamento que el de los islamista, pero surge otra vez el “crac-cric” porque el de los islamistas también fue detectado e incluso denunciado por infracciones de tráfico pero, a pesar de ser robado y circular sin documentación, se le dejó seguir. ¿Mas “crac-cric”?

Los confidentes de la policía estaban en contacto permanente con los presuntos terroristas y en el sumario se destacan lagunas que poco a poco las irá llenando “el pájaro de las plumas de cristal” y tras el supuesto suicidio colectivo en el piso que explosionaron, hoy lo único que se oye es el machacón “crac-cric” de las piezas sueltas y adulteradas.

Algunos ya están de los nervios, pero el “pájaro de las plumas de cristal” sigue imperturbable, rozando sus plumas, como hacen los grillos con sus élitros. Acabaremos sabiendo, porque ya se ve que en el mural hay muchas piezas que no encajan. Hay que saber esperar

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