En la Junta están mal organizados, el gabinete de Ibarra es una calamidad y la consejera de Comunicación, o como demontre se llame el invento, está más perdida que el oro de Moscú. ¿Cómo es posible que con tanta gente, tanto enchufado con visa/oro, tanto coche negro y tanto camarlengo de cartón piedra, no tengan organizado algo tan esencial como un recordatorio para que Ibarra sepa un día lo que ha dicho el día anterior? ¿Cómo es posible que en ese ejército de ratones meritorios no haya nadie dispuesto a “ponerle el cascabel al gato” y dejen que el gran misino se contradiga a cada paso, diciendo lo contrario de lo que ha dicho y afirmando hoy lo mismo que negó ayer?
Tengo delante de mí veintiocho declaraciones de Ibarra sobre el terrorismo, con sus correspondientes soluciones y el único nexo es que todo lo dice Ibarra. Salvo eso cada declaración es un disparate que contradice el anterior y se agranda con las propuestas de TBO que hace, desde recurrir a la OTAN, pactar, dar la última oportunidad o pudrirlos en la cárcel. La semana pasada cuestionaba que Otegui entrara en la cárcel por participar en una manifestación y porque puede ser un interlocutor válido y ahora, cuando se entera de que Otegui está en la cárcel, dice que le parece muy bien que esté allí, porque es allí donde tiene que estar. ¿Cómo es posible que en su séquito de aduladores y adoradores no lleve a nadie capaz de verlo desnudo? ¿A que se dedica el ejército de paniaguados que le sonríen como si fuera un chiste viviente? Fíjense en las caras de todos los que rodean a Ibarra y observen que no hay nadie que no esté con la sonrisa de oreja a oreja ¿Tan gracioso es este hombre?
Una vez dijo que él sabía que en el Estatut de Cataluña no iría el concepto de nación. Después dijo que el concepto de nación no iría en el articulado. Luego que iría en el preámbulo y después manifestó que prefería que fuera en el articulado porque puestos a hacer las cosas hay que hacerlas con valentía. Cuando vio que todo estaba servido y que los catalanes habían logrado lo tantas veces negado, aseguró que los catalanes habían perdido la batalla, entre otras cosas porque él se había puesto delante. Que estaba contento con el resultado final porque los nacionalistas habían fracasado, sin lograr ninguno de los objetivos… ¿Acaban aquí las contradicciones? Acaban de empezar nuevamente, porque el mismo día que Ibarra hace público su contento con el “éxito” del Estatut, el vicepresidente de la Junta va a Cataluña y muestra la preocupación de la Junta por el Estatut y días después todos los diputados socialistas extremeños votan afirmativamente el Estatut, pese a la preocupación de la Junta. ¿Ibarra está contento o preocupado? Ibarra está en su ombligo y de ahí no hay quien lo saque.
Y vuelvo al principio, porque es evidente que Ibarra necesita un recordatorio de sus propios disparates, alguien que le diga al oído algo así como “cuidado, que ayer dijiste esto, esto y esto” para evitarnos figurar en el chistografía nacional. Claro que a Ibarra lo que le gusta es estar y lo que menos le preocupa es el cómo, el cuándo y el dónde. Lo suyo es puro teatro.
Tengo delante de mí veintiocho declaraciones de Ibarra sobre el terrorismo, con sus correspondientes soluciones y el único nexo es que todo lo dice Ibarra. Salvo eso cada declaración es un disparate que contradice el anterior y se agranda con las propuestas de TBO que hace, desde recurrir a la OTAN, pactar, dar la última oportunidad o pudrirlos en la cárcel. La semana pasada cuestionaba que Otegui entrara en la cárcel por participar en una manifestación y porque puede ser un interlocutor válido y ahora, cuando se entera de que Otegui está en la cárcel, dice que le parece muy bien que esté allí, porque es allí donde tiene que estar. ¿Cómo es posible que en su séquito de aduladores y adoradores no lleve a nadie capaz de verlo desnudo? ¿A que se dedica el ejército de paniaguados que le sonríen como si fuera un chiste viviente? Fíjense en las caras de todos los que rodean a Ibarra y observen que no hay nadie que no esté con la sonrisa de oreja a oreja ¿Tan gracioso es este hombre?
Una vez dijo que él sabía que en el Estatut de Cataluña no iría el concepto de nación. Después dijo que el concepto de nación no iría en el articulado. Luego que iría en el preámbulo y después manifestó que prefería que fuera en el articulado porque puestos a hacer las cosas hay que hacerlas con valentía. Cuando vio que todo estaba servido y que los catalanes habían logrado lo tantas veces negado, aseguró que los catalanes habían perdido la batalla, entre otras cosas porque él se había puesto delante. Que estaba contento con el resultado final porque los nacionalistas habían fracasado, sin lograr ninguno de los objetivos… ¿Acaban aquí las contradicciones? Acaban de empezar nuevamente, porque el mismo día que Ibarra hace público su contento con el “éxito” del Estatut, el vicepresidente de la Junta va a Cataluña y muestra la preocupación de la Junta por el Estatut y días después todos los diputados socialistas extremeños votan afirmativamente el Estatut, pese a la preocupación de la Junta. ¿Ibarra está contento o preocupado? Ibarra está en su ombligo y de ahí no hay quien lo saque.
Y vuelvo al principio, porque es evidente que Ibarra necesita un recordatorio de sus propios disparates, alguien que le diga al oído algo así como “cuidado, que ayer dijiste esto, esto y esto” para evitarnos figurar en el chistografía nacional. Claro que a Ibarra lo que le gusta es estar y lo que menos le preocupa es el cómo, el cuándo y el dónde. Lo suyo es puro teatro.
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