sábado, 7 de septiembre de 2024

 ME SIENTO CULPABLE

Hoy

7 de septiembre de 2024

TOMÁS MARTÍN TAMAYO

 

En una España en la que la sorpresa es el plato principal, porque el absurdo se impone por encima de cualquier postura sensata, chirria que a ‘El Garrovillano’, un señor que lleva 60 años vendiendo romero, menta, tomillo, manzanilla, en Cáceres, la Policía Municipal le imponga –¡Ojo, por infracción grave!–, una sanción de 2.000 euros, por el ejercicio de venta ambulante sin autorización. Cristina Núñez lo cuenta en HOY y uno mueve la cabeza y mira al cielo porque algo no funciona en un país que pone alfombras a golpistas, defraudadores, camellos, ladrones…, las infracciones graves las cometan gente que se patea el monte para lograr unos manojos de espárragos y poder llevar a su casa 30 o 40 euros. ¡Tomillo y manzanilla son armas de destrucción masiva!

Me siento culpable porque en Mérida compraba tagarninas en la puerta del mercado, en Badajoz castañas asadas y macetillas de albahaca, junto al parque de San Francisco. Berros cerca del Hospital Universitario, espárragos negros a la entrada de Elvas, criadillas de tierra en Villar del Rey y tomillo, manzanilla, romero, laurel… en Cáceres, a Domingo, ‘El Garrovillano’, que ahora no sabe cómo pagar 2.000 euros por hacer lo que siempre ha hecho y lo que desde siempre se hace. Como se ve, soy un colaborador necesario y es posible que se me pueda juzgar por el delito de receptación ilegal de productos peligrosos. Los siguientes ilegales pueden ser el afilador callejero, los que venden sandías en algunas carreteras, los ‘gorrillas’... ¡España grande si estos son sus delincuentes!

Sin ser cliente de los camellos que se dedican al menudeo de drogas, puedo señalar calles e incluso casas en las que venden porquerías con muchos muertos dentro. Sabemos de normas constitucionales que se cambian por votos y delitos de malversación que se premian. De un delincuente reclamado por la Justicia que anuncia su vuelta, llega y sale porque es muy listo y nadie pudo detenerlo. Nos han enseñado a pedir perdón a delincuentes políticos y a aplaudir a los que roban y amenazan, si tienen el respaldo de algunos votos. El Código Penal lo modifican a placer cacos sin antifaces y se roba a los pobres para dárselo a los ricos, como hacía el hijo tonto de ‘El Tempranillo’. Pero, sobre el papel, cualquier aberración es legal porque la ley es un chicle y la Constitución una chistera de la que salen ristras de chorizos. Desternillante resulta que lo peligroso es que se venda menta y laurel en las plazas y que los enemigos sean la tía Encisa, Coque Tieso, el Garrovillano… ¿También el gallo Manolo y el que hace malabares en los semáforos? Lástima que no tengan un Tribunal Constitucional que los ampare ni diputados para chalanear con ellos. A esos eficaces policías cacereños, deberían haberlos llevado a Barcelona para seguir al huido golpista.

No importa si la Justicia es cuestionada desde el Gobierno, ni si Tribunal Constitucional y fiscal general están en posición de firmes y esperando órdenes. Da igual que al jefe del Estado pretendan ningunearlo y que un ridículo zascandil como Zapatero, al que pagamos más de 100.000 euros en el Consejo de Estado, se dedique a llevarle las toallas a Maduro. El problema es que ‘El Garrovillano’ y otros maleantes, están echando tierra en los cojinetes para que España no funcione. 2.000 euros me parecen pocos.


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