sábado, 13 de abril de 2024

 

La calma del encinar

EMPECINADOS

 

              Tomás Martín Tamayo

 

Si la verdad nos hace libres, ellos quieren ser esclavos sometidos a las veleidades de un dueño caprichoso. La verdad les estorba, porque les han marcado su ruta y como zombis, deambulan por ella. Pero la evidencia canta que en esa obcecación hay un componente de brutalidad, algo contra el sentido común, porque no es propio de gente normal sostener un discurso coral que se cae a pedazos y que nadie cree. Ellos tampoco.  El Gobierno y sus apesebrados, siguen manteniendo que lo que persiguen con la amnistía es la reconciliación, mejorar la convivencia y desarmar al secesionismo catalán, pero los propios beneficiados, más crecidos que nunca, al mismo tiempo y sin tregua, andan a codazos para liderar el independentismo de mañana. Todos proclaman que la amnistía sirve para dar impulso a sus propósitos, que con acuerdo o sin acuerdo, volverán a las andanzas que se han indultado y que ahora se quieren amnistiar. Como única alternativa, sólo contemplan la decisión unilateral de proclamar una independencia que ellos vislumbran temprana y sin retroceso.

  Por afirmar esta evidencia, ¿cuántos comentarios negativos me escribirán en las páginas digitales de HOY? ¿Cuántos correos ofensivos me llegarán el sábado? Muchos, incluso deseándome un descanso reparador… Paciencia, ya falta menos.

 Los independentistas aseguran que el referendo en Cataluña está en la mesa de negociación y el Gobierno, al negarlo, lo afirma. Los propios beneficiados nos recuerdan las veces que han dicho una cosa y han acabado defendiendo y haciendo la contraria. Como argumentación, nos alertan de que al Gobierno, el nuestro, no hay que hacerle caso, porque ha hecho de la mentira su bandera, porque también negaron el indulto pero están indultados y negaron la amnistía que acabaron defendiendo con ardor. El último en subirse a la tartana del disparate ha sido el nuevo líder del PSOE en Extremadura que, sin venir a cuento, ha proclamado la constitucionalidad de la concesión, como podría proclamar la divinidad de Pedro Sánchez si se lo ordenaran. Vaya estreno.

 Sé que no cabe argumentación contra el cinismo, porque el Gobierno sabe que, con decisiones vergonzosas, apoyadas por separatistas, lo único que consigue es alargar un poco más su agonía. La escalada de reproches entre Junts y ERC para determinar quién lidera el independentismo, no sólo está dejando sin mensaje coherente al Gobierno, convertido poco menos que en un agente sumiso de ambos socios, sino que, además, añade un plus de preocupación al panorama político, porque sus disparates acabarán pasándole factura al PSOE y a España. Aprobar la ley de amnistía no era una condición para mejorar la convivencia, que es el manido argumento que propagan. Es solo la aceptación de Pedro Sánchez de que el modelo rupturista contra la unidad de España se ha impuesto a cambio de los votos necesarios para poder pagar, unos meses más, el alquiler de La Moncloa.

 Los separatistas catalanes no mentían con la amnistía y no mienten ahora con la negociación de un referéndum de independencia. Y es grave y penoso que los creamos a ellos antes que al Gobierno. Normalizando las incongruencias de Sánchez, el separatismo se sale con la suya porque saben que detrás de esos disparates todo el PSOE entona el “aleluya”. El Senado le ha servido a Aragonés para explicar su carraca, a la que ha seguido la traca de Puigdemont, jugando a “todo o nada”. Mientras sus súbditos se desgañitan aquí, intentando apagar un fuego que les chamusca el culo, el de los pantalones pitillo pasea su liderazgo mundial, para que se le vea. Como si no lo tuvieran visto.

 

 

 

 

 

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