sábado, 9 de diciembre de 2023

 

Paella sin arroz

Si pudiéramos prescindir de la perversión del lenguaje y distinguir entre lo que se dice y lo que se hace, ¿qué calificativo daríamos a un cacique tribal que miente, engaña, impone su voluntad, compra votos, elabora bebedizos ponzoñosos, amenaza con brujerías…? Eso está ocurriendo aquí y ahora, pero han logrado que sea tan descomunal nuestro desarme moral que no solo hay gente que lo defiende, sino que descendemos a razonar con los que lo hacen, pese a que sabemos que saben lo mismo que nosotros. ¿Podemos creer que Margarita Robles, Nadia Calviño, Marlaska, la Montero… no saben nada de estas aberraciones? Cada propuesta que emana del Gobierno y sus chantajistas, supera a la anterior y como el PSOE de hoy tiene menos de partido que de mentira, acabaremos exigiendo verificadores internacionales para tomar un café.


Me cuentan que, a un profesor de anatomía, caracterizado por su seriedad y antipatía, le gustaba epatar a sus alumnos con propuestas disparatadas. Un día, sin cambiar su gesto circunspecto, llegó a clase y de entrada, con toda solemnidad dijo: «Tomen nota. Hay dos clases de mujeres: las ‘conteticas’ y las ‘sinteticas’. Sin tilde». Luego calló y esperó la respuesta. Los alumnos, estupefactos, tardaron en reaccionar, pero cuando se percataron de la magnitud del disparate, la carcajada fue estruendosa. Uno se animó, levantó la mano y se atrevió a preguntar: «¿Podemos concluir entonces que las ‘sinteticas’ son de Tarrasa y Castellón de la Plana?». «Efectivamente –respondió el circunspecto–, y las ‘conteticas’ de Bodonal de la Sierra y Boadilla del Monte».


En la España de hoy semejante disparate sería motivo de análisis filosófico, porque cualquier pestilencia se puede vender como perfume caro. Resulta más fácil aceptar lo de ‘conteticas’ y ‘sinteticas’ que lo que estamos debatiendo estos días, admitiendo, con bastante naturalidad, que los delincuentes sean los encargados de redactar las leyes a su conveniencia y que desde el mismo Gobierno se nos adoctrine para que condenemos a los jueces que las aplicaban. Debe ser el sueño húmedo de terroristas y golpistas. Es una especie de «autogolpe», inédito en nuestro entorno, porque no se entiende que el Gobierno de España vaya contra España y contra el Gobierno. El peso del rechazo social, incluido el de la Judicatura de todo signo, tiene menos solvencia que la voluntad del huido en Waterloo, empeñado en que hagamos el ridículo en todas las instancias internacionales. ¿Nadie se percata en el Gobierno de que el tipo está de cachondeo? Acabará pidiendo paella sin arroz. La Constitución, los jueces y España entera pertenecen a un pasado que hay que erradicar, porque el futuro y el progreso está en manos de unos golpistas, de un felón y sus apologetas, todos empeñados en que el fallido golpe se haga realidad.


Tira una moneda al aire, si sale cara eres progresista y si sale cruz conservador, «de la derecha y de la extrema derecha». ¿Así de fácil? Sí, la cara, por razones obvias, pertenece a Pedro Sánchez y a los que, aferrados a su oreja, como garrapatas, no se soltarán mientras tengan algo que libar. La cruz es la que nos ha caído a todos, con un desalmado relativista. Un socialista, de los carcas y vejestorios, me cuenta que, tras un Comité Federal, circulaba un chiste. PS, cansado de oír al coro de aduladores/as, tuvo un gesto de humildad: «Bueno, ya hemos hablado mucho de mí, ahora hablemos de vosotros: ¿Habéis leído mi libro?».

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