La calma del encinar/La ventana indiscreta
ESPECIAL
Tomás Martín Tamayo
Llegó al colegio marcado con las siglas “Esp.SD” en su expediente y a todos
les incomodó aceptar, en la normalidad rutinaria del centro, a alguien
“especial” y con exigencias diferentes. No era un niño más y eso resultaba
visible y molesto, porque cambiaba el paso a lo cotidiano y todos miraron con
recelo su presencia. El alumnado también. Estaban expectantes y en los primeros
días el vacío fue total, pero enseguida bajaron la guardia para aceptar a la
ráfaga que les había llegado y para la que eran inútiles las malas caras o los
desplantes. Algunos padres mostraron abiertamente su oposición, convencidos de
que alguien así iba a entorpecer el “progresa adecuadamente” de sus hijos y
porque aquel no era un colegio para “tontitos”. El marcado síndrome de Down de
Ito (Ito de Angelito) incluso rompía la estética del colegio y lo aceptaron
como se aceptan las imposiciones “esto son lentejas”, que no pueden evitarse.
Por aquellos días nadie podía imaginar que, en apenas dos cursos, tras la
muerte de Ito, todos llevarían crespones negros en sus corazones y el patio
quedara desierto. Ito llegó y no se detuvo. No vio frío ni calor, nada vacío,
nada lleno. Fue él desde el primer segundo, hizo suyo el colegio, abrazó al que
se puso a su alcance, festejó los goles de todos y captó la atención del
profesorado, porque demostró, con la fuerza de los hechos, que su verdadera
“especialidad” era la alegría desbordante, la vitalidad contagiosa, la sonrisa
permanente y la capacidad ilimitada para querer y ser querido. Ito no daba
alternativas, se le quería o se le quería.
Era un torbellino que se distraía en clase, que no “progresaba
adecuadamente”, pero capitaneaba el patio, los pasillos, las entradas y
salidas. Daba patadones al primer balón que se pusiera a su alcance e
interrumpía el juego cuando quería, porque él no jugaba contra nadie. Si hacían
equipos eran once contra once, pero dejaban a Ito para que jugara como
quisiera, porque él, por ser de todos, no era de nadie y lo mismo apuntaba
hacia una portería que a la contraria.
Tenía la extraña habilidad de coger avispas por las alas y amenazarlos a
todos con su desbordante sonrisa: “¡Que te apica, que te apica, que te apica!”.
Era el dueño de la manguera y los mojaba, se saltaba las filas, se sentaba con
quien quería y a todos les regalaba sus cuadros, una hoja de cuaderno en el que
había dibujado el seis y el cuatro, la cara de tu retrato. Muy especial, sí,
tan especial que disputaban su asistencia en santos, cumpleaños, festividades,
primeras comuniones, porque sin él todo quedaba aburrido, sin pellizco y
deslucido.
Pero el lucerillo gratificante y
ciertamente especial que iluminaba la vida del colegio, se apagó en un
accidente que no se pudo evitar. Un balón sobrepasó la verja metálica del patio
y en su carrera hacia todas partes, Ito saltó la valla y sin que pudieran
reaccionar para impedirlo, se descolgó tras el balón por la parte exterior,
ante la mirada atónita de todos. A su altura, como salido del averno, apareció
un camión negro, grande, hambriento y apagó la sonrisa de aquel angelote…
Cuando lo recogieron, entre las ruedas, todavía tenía en sus manos el balón:
¡Lo parao, lo parao, ha sio un paradón, lo parao!
*Si desea recibir mis artículos
directamente envíe un correo electrónico a:
tomasmartintamayo@gmail.com. Todos los envíos se hacen por consentimiento
expreso del solicitante. Si los recibe y no quiere seguir recibiéndolos,
indíquelo a ese mismo correo.
*A excepción del correo electrónico
facilitado, no se dispone de ningún otro dato sobre los suscriptores. En la
mayoría de los casos se ignora incluso la identidad del titular.
*En los artículos remitidos no se
incluye ninguna publicidad y su reenvío es absolutamente gratuito.
*Todos mis artículos están
abiertos en el Blog Cuentos del Día a Día y se publican en las ediciones,
impresa y digital, de los periódicos HOY y El Norte de Castilla.
En virtud de la Ley Orgánica
15/1999 de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, tanto
este mensaje como todos los posibles documentos adjuntos, son confidenciales y
están dirigidos exclusivamente a los destinatarios de los mismos. Por favor, si
no es uno de ellos notifíquemelo y elimine el mensaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario