La calma del encinar/La ventana indiscreta
AL TRAGAR SE HACE CAMINO
Tomás
Martín Tamayo
Por si había alguna duda, el cese de la directora del CNI, a petición de parte, confirma que para Pedro Sánchez lo único que importa es el poder, a costa de lo que sea. Nada nuevo. Cuando Pérez Reverte lo definió como un “killer”, un ser sin alma, dio en la diana porque esa es la imagen generalizada que se tiene de él: “Me fascina cómo mata Sánchez. Su frialdad de pistolero implacable. Uno tras otro van cayendo a su alrededor mientras se protege tras los cadáveres”. Su norte, su afán, su único mandamiento es seguir, sin importarle qué cabeza tiene que pisar o el precio que debe pagar. Seguir, seguir, seguir. Seguir en él es una enfermedad.
Tiene un cuajo rayano en
la desvergüenza, que le permite seguir, a paso firme, hacia una meta en la que
no caben reglas ni límites. Todo lo que paga, para él es precio justo si con
eso compra un aliento más. Para él España, pudor y dignidad son zarandajas de
pusilánimes. Le dan igual los compañeros de viaje si le facilitan el camino,
porque hace camino al tragar y deja que los demás, sean separatistas, filo
terroristas o golpistas, se apoderen del timón del Gobierno y marquen la hoja
de ruta. Y si a cambio de unos votos tiene que meter a Bildu en la Comisión de
Secretos de Estado, lo hace sin parpadear, mientras el PSOE aplaude. En las
próximas elecciones pagarán una factura superior a la que les dejó Zapatero.
Además, al retratarse como un “asesino”,
retrata a los que le rodean, que están adoptando sus modos y formas. Como
ejemplo más cercano, ahí está Margarita Robles, ministra de Defensa, que ha cogido
sus mismos tics y, para seguir, no ha tenido inconvenientes en entregar la
cabeza de una subordinada que siguió sus órdenes. Un chivo expiatorio para que
asuma, como propias, decisiones de ella y del presidente del Gobierno. Como
decíamos en la mili: “Mejor que mueran tres reclutas a que se constipe un
abuelete (veterano)”.
Lo peor no es el cese de
la directora del CNI, sino el mensaje que se deja a los futuros dirigentes del
Centro, que acaban de aprender que los golpistas catalanes son intocables y que
si declaran la independencia, confabulan contra España, denigran nuestras instituciones esenciales o negocian
con sátrapas que prometen ejércitos y dinero, de ellos es mejor pasar,
ignorarlos y dejar que materialicen sus amenazas, porque, aunque el CNI depende
del Ministerio de Defensa y tiene más silencios que autonomía, si vienen mal
dadas deben dar un paso al frente y
pagar con sus cabezas las deudas contraídas por el presidente del Gobierno o su
ministra de Defensa. Asco, señora ministra, asco.

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