La calma del
encinar
OTROS VIRUS
Tomás Martín Tamayo
Un virus de “gilipollandia”: “Buen día: Trabajo como Gerente Contable y Auditor en un banco aquí en Sudáfrica y tengo una propuesta comercial muy confidencial para ti. Hay fondos enormes no reclamados en nuestro banco que pertenecen a un cliente extranjero, Rodrigo Tamayo, que murió con toda su familia por la pandemia del covid-19. Estoy buscando su buena colaboración para transferirle los fondos como pariente inmediato… Por favor, comuníquese conmigo y le enviaré detalles más relevantes. Envíe su respuesta a: …@aexea.co.ouk.
Tuyo sinceramente. Ralph Nicholas.
Virus listillo: Al
salir de Badajoz, hacia Cáceres, paré para repostar en una gasolinera y
un señor, al lado de una motocicleta de gran cilindrada, con mono
integral y casco, se acercó con exquisitos modales. Me dijo que era enfermero
en el hospital de Plasencia y que necesitaba gasolina, pero que había
perdido la cartera… Pensé que eso puede pasarle a cualquiera, tenía buena
pinta y le di veinte euros. Días después, paré en un surtidor a la salida de
Almendralejo y el mismo individuo se acercó… Había cambiado de profesión y de
enfermero de Plasencia pasó a ser profesor de un instituto de Don
Benito…
Virus cultural: Una
editorial de Barcelona me solicitó un relato erótico para una antología que
preparaban. Me habían seleccionado por haber sido finalista en un certamen al
que me había presentado... Ignoraba haber quedado finalista, pero era verdad
que había concurrido, lo que me hizo confiar. La “Antología del Relato
Erótico”, llevaría un prólogo de Almudena Grandes y una salutación de Vargas
Llosa. El correo llegaba con membrete, anagrama, dirección postal, varios
números de teléfono… Ajusté a las exigencias un relato inédito y lo envié por
correo electrónico. Poco después me comunicaron que habían aceptado mi relato,
pero que, por la pandemia, les había fallado una subvención y, para cubrir los
gastos, me pedían que adquiriera un mínimo de 15 ejemplares, al precio de 10
euros cada uno. Me facilitaban un número de cuenta, pero el gato escaldado…
Pedí que me los enviaran contra reembolso y los pillé. Desde entonces están
desaparecidos. No existe ese sello editorial, el teléfono es de una agencia de
viajes, nadie contesta a los correos. ¡Y todo ese andamiaje para estafar 150
euros!
Otro virus chino:
Días antes del Black Friday recibí varios correos de W…, un portal chino
de compras por Internet. Me explicaban que querían captar nuevos clientes y
que, aleatoriamente, habían dado con mi correo electrónico, sugiriendo que
estuviera atento a las ofertas de ese día. Entré y el catálogo estaba lleno de
baratijas que pueden comprarse en cualquier tienda china, pero ofrecían
50 bicicletas eléctricas a un precio realmente competitivo para las
primeras 50 solicitudes que se procesaran… Pedí una y otras fruslerías, todo
por un importe de 334´92 euros. Días después me comunicaron que había sido uno
de los agraciados, enhorabuena, bla, bla. El dinero lo cobraron de inmediato y
los objetos menores llegaron puntualmente, pero la bicicleta debe ser la de ET y está en alguna nube. Sin haberla recibido, me pidieron que valorara el
producto y al vendedor. Y hasta aquí, para qué más detalles. No hay reclamación
posible porque los chinos dicen que he recibido la bicicleta. ¡Yatá! Después de
dos meses de mareos encontré la solución: Aprender.
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