sábado, 16 de enero de 2021

LA CALMA DEL ENCINAR

 

                          La calma del encinar

                          CHUPANDO RUEDA

 

                                                     Tomás Martín Tamayo

 

 

Un chiste viejo y tontorrón: Una madre  presenciaba una parada militar en la que participaba su nene. El sargento ordenó “¡Izquierda!” y todos giraron a la izquierda, menos el hijo, que lo hizo a la derecha. Al verlo, la madre no tuvo dudas: “¡Ay, ay, el único que no se ha confundido es mi niño!”. Algo parecido pudimos sentir durante las pasadas Navidades en las que todas las CC.AA se cerraron, menos Extremadura y Galicia. ¿Se confundían todos, menos gallegos y extremeños? Lucimiento efímero, como el de la Pedroche enseñando palurdez y atragantando al personal con las uvas. Quince días después, el presidente gallego reconocía el error: "Hubiera sido mejor no facilitar ninguna aproximación familiar". En esos quince días Extremadura casi triplica sus contagios.

 

El consejero de Sanidad, tras la primera ola, apostó por ir “chupando rueda” en feliz expresión ciclista para señalar al que huye del azote del viento. Una postura conservadora, cegata y de resignación desesperante que, seguro, algunos “voluntaristas” le desaconsejaron.  Pero Vergeles no fue el único, lamentablemente la quietud fue la elección en toda España porque, como suponía un riesgo tomar medidas antes de que fueran estrictamente necesarias, decidieron  no cabrear al personal, que al final es el que decide con su voto. Cero para una generación de políticos que, como vaticinó Vara, será arrastrada hacia la insignificancia por el patógeno. Las estatuas de sal no aguantan una ventisca.

 

¿Se ignoraba que habría una segunda y tercera ola? ¡Pero si la hemos llamado a gritos! Siendo un lego,  adelanto que llegará la cuarta, la quinta, la sexta…El remedio para detener el virus es la vacuna, pero con ella también vamos tarde, “porque había que esperar a ver sus efectos”. ¡Ay, como escuecen estas improvisaciones en una persona prudente como Vara! Por favor, que alguien le recuerde que no somos tontos. Si yo fuera hijo de alguno de los vacunados hoy estaría muy cabreado con el presidente de la Junta, por haber utilizado a mi padre como una cobaya experimental. Planificar no es contar positivos y muertos y si el virus nos cogió en bragas, la vacuna nos ha cogido en calzoncillos. Es como morir de hambre con la despensa llena. ¿Por qué no se cuenta con la Sanidad privada y con el Ejército?

 

¿Lo esencial era salvar la economía, desde la restauración al castañero de la esquina? ¿Había que salvar  la chorrada del “Black Friday”, los puentes festivos y la Navidad? Una decisión con riesgos que hoy lamentamos, porque en Extremadura hemos pasado de estar medio mal a liderar el pelotón de los “listos por los coj…”. ¿Nadie se pregunta por qué? ¿Alguien ha pensado en los que llevan nueve meses responsablemente confinados?

 

Ahora, ante la catástrofe, se cierran todos los pueblos, después de las cataplasmas festivas de las Navidades. Ya no importa tanto la economía y nos apresuramos a achicar agua de un bote al que, previamente, abrimos agujeros tan grandes como nuestra inopia. Y cuando tomamos medidas las pusimos a partir de Reyes, para que no se quebrara el júbilo de las fiestas. ¡Fiestas hasta el último aliento! Ya tenemos la respuesta, ahora toca llanto. Dejémonos de enredos y aparquemos el  inútil empeño de justificar con paridas. No hay nada que observar, la vacuna ya viene observada de origen y la prudencia, si es excesiva, es la peor imprudencia. Prioridades. Que elijan de una puñetera vez y afronten las consecuencias.____________________________

 

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